EL ADVIENTO - Reflexión
El
Adviento es un tiempo en que la comunidad eclesial es convocada a preparar la
Navidad, a crecer en la esperanza, a acoger con fe la venida continuada
de su Señor, Cristo Jesús.
El hecho de que la fiesta de la Navidad pueda coincidir en diversos días de la semana, hace que el Adviento sea variable en su extensión. Puede ser de tres semanas justas, si el 25 de diciembre es lunes. O de cuatro exactas, si es domingo.
La gracia del Adviento
Es un
tiempo hecho sacramento: signo eficaz de la gracia que Dios comunica a su
Iglesia y de la fe con que la comunidad eclesial acoge este don siempre nuevo
de Dios. La historia de la salvación se actualiza sacramentalmente.
El
Adviento forma una unidad de movimiento con la Navidad y la Epifanía. Las tres
palabras vienen a significar lo mismo: venida, nacimiento, manifestación. El
Dios que ha querido ser Dios-con-nosotros entró hace dos mil años en nuestra
historia en Belén, pero la actualiza sacramentalmente cada año en este tiempo
fuerte de seis o siete semanas: desde el primer domingo del Adviento hasta la
fiesta del Bautismo del Señor.
Un tiempo que ante todo es de gracia, y a la vez constituye como una formación permanente y una profundización de la vida cristiana en sus actitudes fundamentales de fe y esperanza.
Las lecturas dominicales y las de feria
En el
Adviento, las lecturas principales y más céntricas, tanto de los profetas como
del evangelio, se han reservado para los cuatro domingos. En estos días
aparecen, por ejemplo, las llamadas a la vigilancia escatológica del final de
los tiempos, las consignas del Bautista sobre la conversión y la preparación de
los caminos del Señor, y la preparación inmediata de la Navidad.
En las ferias, por medio de un Leccionario totalmente nuevo, se complementa y profundiza este mensaje para los que celebran la Eucaristía con un ritmo diario. Y siempre, domingos y ferias, la Palabra de Dios nos va iluminando y guiando, consolando y juzgando, para que nos preparemos bien a la celebración de la Navidad.
Hasta el 16 de diciembre
El tiempo
de Adviento está dividido en dos partes muy definidas: la primera hasta el 16
de diciembre, y la segunda del 17 al 24 de diciembre.
Hasta el
16 de diciembre, las profecías mesiánicas orientan nuestra mirada hacia la
venida de Cristo, pero entendiéndola también como escatológica, la venida
definitiva al final de los siglos. La venida de Belén, hace dos mil años, no
hizo más que inaugurar el Reino mesiánico. El proceso de maduración va hacia
delante, hasta el final de la historia.
En esta
primera parte del Adviento, las lecturas tienen una organización muy
definida.
La
primera semana, y hasta el miércoles de la segunda, el que de alguna manera
determina el hilo conductor es el profeta Isaías. Las primeras
lecturas son siempre de él, con su anuncio de la salvación mesiánica. El salmo
profundiza luego en esos anuncios y los convierte en oración, y el evangelio
nos va mostrando cómo en Jesús de Nazaret se cumplen esas promesas.
A partir del jueves de la segunda semana, y hasta el día 17, la figura que concentra la atención es la de Juan Bautista. De él hablan los evangelios de Adviento estos días, mientras que las primeras lecturas siguen iluminando de alguna manera, con las imágenes de los profetas antiguos, los pasajes evangélicos.
Desde el 17 al 24 de diciembre
Desde el
día 17 hasta el 24 de diciembre, en lo que se ha llamado «novena», o «semana
santa de Navidad», la mirada se centra más en la preparación próxima de la
Navidad. O sea, de la celebración sacramental de la venida de Cristo,
actualizada «hoy», en la Navidad de este año concreto de nuestra
historia.
Las
lecturas de estos días tienen otra organización. Son los evangelios los que
marcan el ritmo, y nos van conduciendo hacia la Navidad con los pasajes de la
anunciación del Bautista y de Jesús, y sus respectivos
nacimientos. El protagonismo ahora va a ser de la Virgen María, la
Madre del Mesías. Las primeras lecturas preparan a los respectivos evangelios,
casi siempre estableciendo un paralelismo entre situaciones de salvación en el
A.T. y la cercanía del nacimiento del Mesías.




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