SALUDO DEL PADRE ISMAEL OJEDA LOZANO, OAR.

Queridas Madres Cristianas Santa Mónica de Perú: Mi saludo en este 27 de junio, haciendo memoria de nuestra patrona Santa Mónica.

El tiempo avanza inexorable y junto con él, el Amor de Dios que nos acompaña a lo largo de nuestra existencia: su gracia, su Espíritu Santo, consolador y guía de nuestras almas. Seguro que todos hemos aprendido algo en estos tiempos duros de pandemia. Pues bien, sigamos escuchando al Espíritu derramado en nuestros corazones, que enjuga nuestras lágrimas... No volvamos a lo que fue, a la normalidad del hombre viejo que ya dejamos, no volvamos atrás.

Las nuevas inspiraciones sentidas y asimiladas en esta pandemia han de dar consistencia a la nueva vida en el Espíritu que estamos estrenando en medio de los altibajos de la crisis... Algo nuevo está brotando en tu vida. Pon atención, reza, confía y sigue adelante... La luz irá creciendo, el horizonte se hará más claro... Todo redundará en bien de los que Dios protege. Ánimo.

Dios nos prueba para nuestro bien, pero siempre se acuerda de que somos su hechura, obra de sus manos... Y acaba de demostrarnos su fidelidad en la anunciada beatificación del Doctor José Gregorio: Gracia para Venezuela y también para toda América. Tantas súplicas a Dios y a los hombres, tantas expectativas... y al final tenemos a la vista la mano santa de Dios que guía nuestras existencias a tiempo y a destiempo, con providencia amorosa. Ánimo, hermanas, el Señor ha estado grande con nosotros, con la Venezuela pueblo de Dios, con Perú, pueblo de su alabanza. Amén.

Si me permites, estimada madre mónica de América, te sugiero que, en esta coyuntura que nos afecta a todos, estrenes un cuidado más atento a la vida de fe de tus hijos y de tu familia. Es tu vocación de madre cristiana: la trasmisión de la fe, su consolidación en los hijos, y su crecimiento al ritmo de los vaivenes de la vida, y mientras el Espíritu aletea sobre el caos, sacando luz y armonía, belleza y plenitud... cuando Dios disponga. Lo tuyo es sembrar a discreción, con la alegría y la generosidad que Dios te proporciona con su Espíritu vivificador. No hay marcha atrás. Adelante, mujer de fe, madre cristiana.

Que conforme vayan discurriendo los acontecimientos y la vida del día a día, te sientas a gusto en tu casa, en tu propio hogar, segura y orgullosa en el Señor, dirigiendo la trama familiar de las relaciones interpersonales y las reacciones... plena de satisfacción porque el Espíritu te acompaña en la transformación de tu personalidad y de toda tu familia.

Enhorabuena y felicidades, queridas madres mónicas de Perú, ya queda menos. Lo mejor está por llegar. Que nadie te quite la alegría de amar como esposa y como madre a fondo perdido, para que el Padre Dios, que todo lo ve, pueda recompensarte como solo él sabe y puede hacerlo. 

Con estima personal y en intercambio de oraciones ante Dios, el dador de la vida en plenitud por su santo Espíritu y poder. Bendiciones.

P. Ismael Ojeda Lozano, OAR