sábado, marzo 04, 2017

JOSÉ (3)

Responsable de su casa

De nuevo, silencio en el evangelio. Sí nos presenta algunas pistas con las que podemos vislumbrar o intuir la labor de José al frente de la casa, con María y Jesús. Hay dos nuevas llamadas a José para proteger a la familia. En ambas es de nuevo el ángel que se le aparece en sueños para decirle: Levántate, toma al niño y la madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarle. (Mt 2, 13). Y así lo hizo. Y cuando pasó el peligro, se le aparece de nuevo en sueños el ángel para decirle: Levántate, toma al niño y a la madre y dirígete a Israel. (Ib 2, 20).

Otros dos datos en Lucas: Habían acudido los tres a Jerusalén por las fiestas de Pascua, y el niño se había quedado en la ciudad sin decir nada a sus padres. A los tres días lo encontraron en el templo, y le dice la madre: Hijo, ¿Por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados (Lc 2, 48). Y añade el texto: Jesús bajó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad (Ib 2, 51). Otros traducen: Y Jesús obedecía. 

Búsqueda angustiada del niño y autoridad sobre él. Cuando hay responsabilidad y amor por alguien de la familia, y ese alguien se ausentara sin explicación alguna y no se le encontrara, surge en la casa una angustia insufrible y la ansiedad por el temor de que haya ocurrido lo peor. Que tuvieron que sufrir mucho José y María, se desprende del reproche que le hace la madre al niño.

En segundo lugar, a pesar de que el niño dice que su verdadero padre es el del cielo, se vuelve con ellos a Nazaret y se somete a su autoridad. Reconoce en José su autoridad sobre él. Y le obedece. Es decir, José desempeñaba su misión de responsabilidad en la casa, mucho más en aquel tiempo en que la autoridad recaía casi exclusivamente en el padre.

El ejemplo de José, su cariño para con los dos, su trabajo, su profunda religiosidad, su misión recibida de lo alto…, todo ello contribuía a ejercer su papel de esposo y padre con una total fidelidad a Dios y a ellos. Y la gracia de Dios también estaba en él. Sin ella, no hubiera podido desempeñar la misión a la que había sido llamado.

 Trabajador
 
Lo decía más arriba: Probablemente era carpintero; o pluriempleado en los varios trabajos que un pueblo como Nazaret requería. De él dependía el sustento de la familia y el mantenimiento de la casa. Deducimos, sin lugar a dudas, que trabajaba con verdadera dedicación y responsabilidad ejemplar, con amor a lo que hacía, con su mirada puesta en su esposa y el hijo, con el corazón en sus manos para que el resultado de su labor fuera, a ser posible y dada la escasez de medios, óptimo, y, sobre todo, con una total confianza con Dios, a quien sentía muy cercano y hasta colaborador en lo que hacía.

Es muy hermoso el himno de la Liturgia de las Horas de la fiesta de San José. En él aparece de manera poética su trabajo en la carpintería acompasado con la gracia, como si se alargara la mano del Señor que trabaja con él. Dice así:

Cabeza de tu casa
del que el Señor se fía,
por la carpintería
la gloria entera pasa.
Tu mano se acompasa
con Dios en la labor,
 y alargas tú la mano del Señor.
Y, pues el mundo entero
te mira y se pregunta,
dime tú cómo se junta
ser santo y carpintero,
la gloria y el madero,
la gracia y el afán,
tener propicio a Dios y escaso

 Sea cual fuere tu trabajo, tienes ante ti un ejemplo a quien imitar. Tienes quizás contigo una familia que depende en gran parte de ti. La sociedad en la que vives, también. Tu vida tendrá más sentido si te abres a los otros, en actitud de servicio, con lo que eres y haces. Tu trabajo será grato y placentero, además de llevadero, si tu “mano se acompasa con Dios en la labor”; es decir, si “alargas tú la mano del Señor”, y colaboras con el plan de Dios que quiere una vida digna para todos. Como José. 

Tendrá sentido y valor tu trabajo si no te acomodas indolentemente a lo que haces, si eres justo y responsable en la realización de lo que se te encomienda y te preocupas para que brille la justicia en el mundo laboral. 

Si trabajaras sólo para enriquecerte torcerías el plan de Dios. Si lo hicieras con desgana continuada, de manera casi siempre irresponsable, cansado ya antes de iniciarlo, con pereza y resignación sufrida, te degradarías como persona y empobrecerías lo que te rodea. Si la falta de trabajo es un drama en muchas familias, -¡qué  injusticia tan inhumana!- tenerlo exige cuidarlo para que la tuya pueda vivir dignamente. Y si de ti dependiera, da trabajo a quien no lo tiene, aunque el hacerlo no fuera muy rentable para ti. La renta te vendría de lo alto porque a Dios nadie le gana en generosidad.

Hombre de fe
 
José creyó a pesar de todo. Como María. Y su fe crecía por su cercanía con los dos. O mejor, en la convivencia con ellos. Acudía todos los sábados a la pequeña sinagoga del pueblo para escuchar la Ley y los Profetas, y rezar con los salmos. Su casa era un “tabernáculo” vivo, un lugar de oración, un hogar santo. 

Le manda el ángel, en nombre de Dios, salir del pueblo y huir a Egipto, y obedece. Y permanece allí, en la más absoluta pobreza y desamparo humano, pero apoyado siempre en el que todo lo puede, confiando en él y a la espera de lo que Dios le pida. Dime tú si era fácil para él creer en tales circunstancias y en situaciones tan adversas. Pero en ellas se consolidaba su fe y se acrecentaba. 

Modelo de fe para ti, para todos. Porque tu fe podría decaer o decrecer en las dificultades y problemas, las dudas podrían tomar cuerpo dentro de ti porque no ves lo que tienes que creer. Modelo también para ti si te has lanzado a la hermosa aventura de seguir creyendo e ir consolidando tu fe, pase lo que pase.

y utilizas los medios más pertinentes para continuar en un camino de seguimiento de Jesús y nunca decaer en tu propósito. Agradece al Señor el ejemplo de José y también su protección.
Termino con otras estrofas del mismo himno de la Liturgia de las Horas de la fiesta de san José:

El alba mensajera
del sol de alegre brillo
conoce ese martillo
que suena en la madera.
La mano carpintera
madruga a su quehacer,
y hay gracia antes que sol en el taller…

    Sencillo, sin historia,
de espaldas a los laureles,
escalas lo niveles
más altos de la gloria.
¡Qué asombro, hacer memoria,
y hallarle a tu ascensión
tu hogar, tu oficio y Dios como razón. 
Tomado del Libro Bebieron de la Fuente
P. Teodoro Baztán Basterra.

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