miércoles, noviembre 09, 2016

La Iglesia Católica exige a los que vienen a ella fe; los herejes prometen razón.


Es ridículo que todos pretendan estar en posesión de la verdad y que afirmen que la enseñan. Es innegable que todos los herejes lo pretenden, pero con la promesa de dar razón de los puntos más obscuros a quienes se dejan seducir; y con ellos acusan a la Iglesia católica porque exige a los que vienen a ella que crean, en tanto que ellos alardean de no imponer a nadie el yugo de la fe, sino que les descubren el hontanar de la ciencia. Si se te ocurre que es éste su mejor elogio, te engañas. No tienen razón ninguna para ello y lo hacen sólo para atraerse la masa con el espejuelo de la razón; en esta promesa se complace el alma humana, y, sin reparar en sus fuerzas ni en su estado de salud, desea para sí los alimentos que sólo sientan bien a los sanos y cae en engaños venenosos. Es imposible encontrar la religión verdadera sin someterse al yugo pesado de una autoridad y sin una fe previa en aquellas verdades que más tarde se llegan a poseer y comprender, si nuestra conducta nos hace dignos de ello.

 Acaso estás deseando que se te ofrezca sobre esto alguna razón que te convenza de que no es la razón, sino la fe el medio para comenzar el adoctrinamiento. No es ello difícil, con tal que te muestres razonable y desapasionado. Dime, en primer lugar, porqué crees tú que no se debe creer. Porque la credulidad -me dices, y de ahí deriva el nombre de crédulos-paréceme un defecto; de lo contrario, no lo reprocharíamos como una afrenta. Así como la suspicacia es un defecto, porque juzga lo que no es conocido con certeza, ¿cuánto más lo será la credulidad, puesto que entre ellas no existe más diferencia que ésta: la suspicacia admite cosas desconocidas, pero dudando algo de ellas, y la credulidad las admite sin dudar? Admito provisionalmente este concepto y distinción. Pero también sucede que empleamos el término curioso con carácter peyorativo, y la palabra estudioso tiene significado laudatorio. Piensa cuál es la diferencia que tú adviertes entre ambos términos. Es seguro que me respondes que ambos, el curioso y el estudioso, sienten deseos de conocer, pero que, si el curioso desea saber lo que no le atañe, al estudioso, en cambio, quiere conocer lo que le interesa. Pero puesto que admitimos que a todo hombre le interesan la esposa, los hijos, la salud de una y otros, si alguien, en país lejano, pregunta con cuidadoso afán a todo el que llega hasta allí por el estado y salud de su esposa y de sus hijos, este tal lo hace, ciertamente, por un gran deseo de saber, y, sin embargo, no le aplicamos el nombre de estudioso, aun cuando sus deseos de conocer son ardientes y se trata de lo que le atañe sobremanera. De aquí deducirás que esa definición del estudioso es imprecisa, porque, aunque el estudioso desea conocer lo que le toca de cerca, sin embargo, no a todo el que tenga esos mismos deseos se le puede llamar estudioso, sino a aquel que inquiere con todo ahínco y busca lo que contribuye al sustento y ornato que al espíritu prestan los conocimientos liberales: la denominación de curioso es exacta si se expresa, además, lo que se desea saber. Pues también podemos llamar estudioso de los suyos al que solamente a los suyos está entregado; pero no por eso le creemos digno de que figure dentro del nombre común de los estudiosos, si no va acompañado de alguna explicación. Por lo mismo, no llamaría yo estudioso del saber a deseoso de informarse sobre el estado de los suyos, a no ser que, gozando de buena fama, esto mismo quisiera averiguar con frecuencia; en cambio, al curioso sí, aun cuando no haya tenido más que alguna dedicación. Considera ahora lo que es la curiosidad y dime si tú tienes por curioso a quien oye con gusto una historieta que no trae ventaja ninguna, es decir, de cosas que no le atañen en nada, y esto no con frecuencia ni de manera desagradable, sino entre amigos muy discretos, o bien en la mesa, o en alguna asamblea o reunión. No lo tendría por tal, pero ciertamente parecería curioso si deseaba oír hablar de una cosa que le ofrecía interés. Por lo tanto, la misma razón que hubo para corregir la definición de estudioso, hay ahora para modificar la de curioso. Observa si también las expresiones anteriores necesitan rectificación. ¿Por qué, pues, se designa con el epíteto de suspicaz a quien en una ocasión sospecha de una cosa en concreto, y con el de crédulo a quien cree a veces cosas a la ligera? Porque, así como hay una gran diferencia entre el que desea conocer una cosa y quien desea saber en general, y la hay entre quien tiene cuidado de algo y el curioso, de la misma manera la hay grande entre el creyente y el crédulo.
UT. CR. IX, 21-22

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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