Nadie da de lo que no tiene (3) ¿QUÉ HACER?
Tarea nada fácil, pero siempre posible. Y necesaria. Será el mejor testimonio de la verdad de Jesús ante un mundo descreído e indiferente. Testificar una verdad con la propia vida es, sin duda, el argumento más contundente de la misma verdad.
La fe cristiana es, necesariamente, vida. Pero puede debilitarse y morir. Cuídala, aliméntala, acreciéntala.
"Ten, pues, fe y, aunque estés muerto, vivirás. Pero, si no tienes fe, aunque estés con los que viven, estás muerto" (In Io. ev. 49, 15).
Las palabras pueden ser engañosas. Se aceptan únicamente si aparecen avaladas por la vida. En tu caso, el anuncio del evangelio llevará la fuerza convincente de un mensaje que se vive con gozo, y será, así, más creíble. "No más divorcio entre la fe y la vida" (Juan Pablo II), sino coherencia e integración.
Comunícala
Anuncia el evangelio. ¿A quién? Te lo indicaba, de alguna manera, un poco más arriba. Pero es bueno repetirlo. Entre otros:
a) A los pobres
Ésta debe ser tu opción preferencial, como lo fue para Jesús. Así se presenta Él en la sinagoga de su pueblo, al inicio de su vida pública: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena nueva" (Lc 4, 18). Y su tarjeta de presentación como Mesías es que "los pobres son evangelizados" (Lc 7, 22).
Tú sabes muy bien quiénes son los pobres. Los tienes siempre muy cerca de ti, a la puerta de tu casa:
los desheredados y desposeídos; los que
pasan hambre porque no tienen trabajo o porque el salario que perciben,
más que ayuda, es un robo; los enfermos; los niños huérfanos,
abandonados o maltratados; el campesino que no puede vender lo que
produce; sectores de población, quizás la mayoría, sin posibilidad de
acceso al campo de la cultura, salud o trabajo; el anciano que no
produce.
Y también aquellos que, aunque no lo sean materialmente, sufren
de otras carencias graves: soledad, enfermedad, marginación...
b) A los no creyentes
Los que lo fueron y ya no lo son. Los creyentes a medias. Los que viven en situación permanente de pecado. Los que no conocen a Jesucristo. Los alejados. Los que ni siquiera saben que hay un "banquete" preparado para todos y están todavía "por los caminos, fuera de la ciudad", y no tienen quién les invite.
c) A los creyentes
El evangelio es siempre "noticia nueva" aun para los que lo conocen. Es alimento de cada día, presencia de Jesús y compañía para el que camina; es luz que nunca se apaga y sal que no pierde su sabor; es fuente permanente de vida. Y el creyente necesita ser evangelizado para poder evangelizar, como la madre toma su alimento para poder amamantar al que acaba de nacer. Es oferta permanente de salvación.
d) A otros
Desde otra perspectiva, el campo de la cultura, la política, las relaciones humanas, el campo del trabajo, la familia, la universidad. El mundo en que vive el hombre, trabaja y se relaciona.
P. Teodoro Baztán Basterra, OAR
Lámparas de Barro. Págs. 335-336
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