domingo, enero 24, 2016

III Domingo Tiempo Ordinario (C) Reflexión


Escuchar y aceptar la Palabra. Comenta Nehemías en la primera lectura: "Y todo el pueblo escuchaba atentamente la Palabra de la ley y todo el pueblo respondió Amén". La escucha es mucho más que oír. Es poner atención a lo que se oye. En las relaciones humanas, escuchar es un acto de educación. En la escucha de la Palabra de Dios es también un acto de amor. 

Nuestra fe crece y se afianza cuando escuchamos, acogemos y hacemos vida lo que oímos. La escucha de la Palabra de Dios cambia la vida de quien la acoge. No basta decir Amén; es necesario hacerla vida.
Estamos todavía en el comienzo de la actividad pública de Jesús. Hace dos domingos oíamos la voz del Padre que decía: Este es mi Hijo amado; escuchadle. El domingo pasado nos decía la madre de Jesús: Haced lo que él os diga. Ahora es el mismo Jesús quien se presenta a sí mismo. Dice: Hoy se cumple en mí la profecía que acabáis de oír.

El hecho ocurre en su mismo pueblo. Ahí quiso comenzar su misión, en el pueblo donde se había criado y donde le conocían todos, en la sinagoga del pueblo, adonde había acudido siempre desde niño, con sus padres, para escuchar la lectura del libro de la ley y los profetas.

Pero hoy va a ser todo diferente. Hoy no va a ser un asistente más, sino el actor principal o el protagonista. Pide que le dejen leer, toma el libro, lo abre al azar, y se encuentra con un párrafo del profeta Isaías referente al Mesías, que dice: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la buena noticia (a evangelizar),…y a proclamar el año de gracia del Señor. 

Dice el relato del evangelio que todos tenían los ojos fijos en él. Parece indicar que se preguntaban: ¿Qué nos querrá decir este Jesús, a quien conocemos de siempre, sabemos de qué familia es y en qué se ocupa?

Pero no salen de su estupor cuando les dice unas palabras breves, claras y contundentes, unas palabras que nadie jamás podía decir de sí mismo. Dice: Hoy se cumple en mí lo que acabáis de oír. Es decir, hoy se cumple en mí esta profecía, porque yo soy el Mesías del que habla el profeta Isaías. Yo soy el Mesías prometido y esperado del pueblo desde hace siglos. El próximo domingo veremos la reacción de los asistentes al oír estas palabras.

Jesús se presenta a sí mismo como el Mesías, y presenta también su programa o el objetivo de su
misión. ¿A qué ha venido Jesús? ¿A qué ha sido enviado? A anunciar la buena nueva, es decir, evangelizar. Y a proclamar el año de gracia del Señor, es decir, a ofrecer la salvación. Viene a liberarnos de muchas esclavitudes: del pecado, del apego excesivo a las cosas de este mundo, de nuestro egoísmo. Este es su programa.

El hoy se cumple en mí esta profecía se hace realidad también ahora. Hoy y aquí, entre nosotros, se presenta Jesús y nos dice que ha venido para anunciarnos la buena nueva del evangelio, que su palabra es vida para todos, que nos ofrece, si lo aceptamos, la liberación de nuestros pecados, de nuestro apego excesivo a las cosas de este mundo. Viene, hoy y aquí, en este momento, y nos dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida para todos. 

Jesús no ha venido a este mundo a solucionar los problemas sociales o económicos. Él viene a instaurar un reino de gracia y de paz, de libertad y misericordia; un reino de salvación. Únicamente nos pide que lo acojamos y hagamos vida lo que él nos dice. 

Quien acoge a Cristo e intenta vivir – que eso es creer – sus palabras, experimentará un cambio grande  en su vida, porque quedará libre de muchas esclavitudes, se llenará de paz interior, se preocupará por el bien de los demás, en especial de los pobres y los enfermos, y todo será distinto en su vida personal y familiar. Lo pueden atestiguar todos los que han vivido o viven esta experiencia de fe y amor.

La Iglesia nos invita hoy, al principio del año, a escuchar siempre atentamente las palabras de Jesús, a acogerlas en nuestros corazón y hacerlas vida en nosotros.
P. Teodoro Baztán Basterra

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP