sábado, enero 23, 2016

Nadie da de lo que no tiene (1)

Nadie da de lo que no tiene

"Reverdeced. Granad. Madurad. Quien os sembró no quiere espinas, sino espigas" (Serm. 223, 2).
Hay flores y frutos que se rodean de espinas para protegerse. Se "quieren" únicamente a sí y para sí mismos; "temen" ser arrancados y morir. La espiga, por el contrario, ofrece generosamente el fruto que contiene. No se resiste ni se defiende; se deja cortar y trillar para seguir sembrándose y alimentando a quien sea.

Así nos quiere Dios: ser para otros. Ser, estar y trabajar "donde más útilmente podamos servir", dice Agustín (Conf. 9, 8, 17). Donde más útiles podamos ser a Cristo y a los hombres. Sin tener en cuenta ni defender con espinas nuestra utilidad o provecho personal. Me atrevería a decir que ni siquiera nuestras mismas necesidades, cuando está en juego la necesidad de los demás.

Nunca podrás ejercer el hermoso y obligado ministerio de la evangelización, si antes tú no eres evangelizado. Como el grano de trigo no llegará a formar espiga si antes no muere a sí mismo, germine, nazca, crezca, grane y madure.

Si tu deber como cristiano -y el mío, y el de todos- es dar a conocer a Jesucristo, antes lo tienes que conocer tú, antes lo tienes que poseer tú, antes lo tienes que vivir tú. E ir creciendo, día a día, y llenarte de Él. Jesús es un misterio insondable e inagotable, pero accesible a todos.

Cristo es el pan que se ofrece en el banquete del reino. De él te alimentas tú, evangelizado y evangelizador. Tú vienes a ser la bandeja en que se brinda ese pan. Agustín habla desde su experiencia personal de predicador de la Palabra:

"(El Señor) tiene una gran despensa de la que podemos vivir vosotros y yo. Solamente hemos de pedirle que haga desaparecer el hastío; pedirle que nos dé primeramente el sentir hambre, y luego que nos conceda el pan. Saco mis palabras de donde yo mismo vivo; sirvo aquello de lo que me alimento yo. En verdad, soy pobre como vosotros; nuestras riquezas son comunes: nuestro Señor" (Serm. 319A, 1).

Tienes fe, es verdad, pero si no la cuidas y alimentas, no me podrás asegurar que la tendrás de una vez para siempre. Si no la renuevas cada día, el día de mañana no será tan firme como la de ahora.
La fuente podrá seguir dando agua en la medida en que vaya fluyendo a ella misma desde el interior de la tierra. Es un continuo recibir, llenarse y dar. La vida es un continuo crecimiento, y termina cuando acaba de crecer, cuando acaba de aportar, cuando se agota o se cierra a sí misma.

"Envíame, Señor, tu lluvia para que lleve buenos frutos. 'Porque el Señor nos dará su lluvia, y nuestra tierra dará su fruto'. Mi alma es como tierra de secano; y (tiene sed) no de mí, sino de ti. Puedo tener sed de ti, pero no puedo regarme a mí" (En. in ps. 142, 11).
P. Teodor Baztán Basterra
Lámparas de barro. Págs. 331-332

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP