domingo, septiembre 28, 2014

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario A

Lectio Divina
Lecturas
Ezequiel 18, 25 - 28

    El sujeto que rechaza “el proceder de Yahvè” es la
    El proverbio es una expresión coherente con el interés de los que niegan a los desterrados su derecho “a la tierra de Israel”. Según los habitantes del reino de Judá la tierra, el país, ya no pertenece a aquellos porque están lejos. El rechazo del modo de proceder de Yahvè es lógico porque Él no es ya el único garante “sobre la tierra de Israel”. Su alianza no regula el ordenamiento del reino de Sedecías. En Israel el “modo de proceder” vigente corrobora un estado de cosas que coloca a Yahvè “fuera de la regla” y relega a los exiliados a una condición  irreversible; no pueden pretender ningún derecho de usufructo de la “tierra de Israel”.

    El planteamiento resulta teológico, porque incluye al Dios de Israel, y es también una cuestión de justicia porque se trata de regular intereses entre partes. La rebelión de Sedecías consagra la unidad del único pueblo que Yahvè busca justificar. Si el refrán excluye a los desterrados, los que lo formulan no son sino los que se identifican con partidarios de la situación del reino de Israel todavía en pie.

    Yahvè está involucrado en primera persona en la coyuntura planteada  por el refrán, porque se atenta contra su soberanía en Israel y por eso debe reafirmarla y promulgar: “todas las vidas son mías; la vida del padre y del hijo. El que peque ese morirá”. Lo que excluye de “la tierra de Israel” es la transgresión y la infidelidad a las exigencias de la alianza expresada al detalle en las instrucciones. El que se cree justificado no tiene garantías acumuladas; el malvado puede convertirse y salvar su vida. El proceder autónomo sin el fundamento de toda relación con Yahvè, que es la alianza, es definido como pecado y condena  a los que lo siguen.

Filipenses  2, 1 -11
   
    Este capítulo debe considerarse como el más importante de carta a los Filipenses. Se trata de una exhortación apremiante, pero con una motivación singular: el ejemplo de Cristo.
La sección se divide en tres partes: 1.- Exhortación a la concordia y la humildad (vv. 1- 5); 2.- El ejemplo de Cristo, himno cristológico (vv. 2- 11) y 3.- Conclusión de la exhortación (vv. 12-18).
   
    La exhortación comienza con cuatro premisas: 1ª: las condiciones que Pablo pone son reales; se puede traducir: ; 2ª: el amor que une a Pablo con la comunidad y que le permite dirigir palabras de ánimo; 3ª: la participación en un mismo Espíritu; y 4ª: habla de “entrañas y compasión”.

    Puesto que esas condiciones se verifican, puede Pablo exhortar a los filipenses a vivir todos en concordia y humildad. La exhortación se propone también en cuatro frases: vivir en concordia, estar animados por un mismo amor, vivir unánimes, tener unidad de sentimientos.
Completa la exhortación otro aspecto. Primero, en forma negativa: evitar hacer las cosas por envidia o vanidad, y, luego, en  forma positiva: humillarse, dar preferencia a los demás, no buscar los propios intereses sino lo de los demás. Y termina la primera parte de la exhortación con una motivación cristológica: Pablo exhorta a adoptar unos con otros una determinada actitud: esa actitud se puntualiza con la frase paulina “en Cristo Jesús”.

    El himno cristológico (2, 6- 10) tiene una estructura literaria que distingue básicamente dos estrofas: 1, 6- 8: Humillación de Cristo y 1, 9- 11: Exaltación de Cristo. En la primera estrofa aparece Cristo Jesús como sujeto de todos los verbos; en la segunda, el sujeto es principalmente Dios.

Mateo 21,  28- 32

    Las tres parábolas de Mateo 22, 28 – 22, 14 muestran  que el primer evangelio acentúa mucho más que que los otros sinópticos el rechazo de Israel. La primera de esas parábolas describe una escena familiar: al pedido del padre, un hijo responde “no quiero”, pero luego reacciona, se arrepiente y cumple; al otro, le falta el valor para decir “no” y acepta una orden que en su interior no quiere cumplir.

    No olvidemos que, en el contexto, están las controversias que empezaron con la pregunta de los sumos sacerdotes y los escribas sobre la autoridad de Jesús y que los dos hijos representan sin duda a dos grupos bien definidos: por un lado, los judíos piadosos, que dicen y no hacen, como lo aclara el reproche que Jesús dirige más tarde a los escribas y fariseos; por el otro, los “publicanos y prostitutas”, que por su fe en Jesús estaban más cerca de la  verdadera justicia. Los judíos, que honran a Dios con los labios pero con el corazón están lejos de Él, son suplantados por un pueblo que produce fruto a su debido tiempo.

    El v. 32, último de la narración, no pertenecía originariamente a la parábola, pero se une naturalmente a ella en razón de su contenido. El texto establece un paralelismo tácito entre Jesús y Juan el Bautista y hace notar  que la situación descrita en la parábola de los dos hijos ya estaba presente en tiempos de Juan. Juan “vino por el camino de la justicia” pero los jefes del pueblo, que son ahora los adversarios de Jesús, no escucharon la llamada a la conversión. En cambio, los recaudadores de impuestos y las prostitutas creyeron en él y por eso “llegan antes que ellos al reino de Dios” (v. 31).

Meditación

    Recapacitar en la vida siempre lleva a algo positivo, es como un ejercicio de respiración espiritual en la cual cada uno puede encontrarse  consigo mismo y mirar el futuro con esperanza. Todo lo pasado negativo marca, deja recuerdos y hasta dolores, normalmente queda un recuerdo que lleva, ojala, a una recuperación y hasta a un replanteamiento.

Pocas veces escuchamos, como hoy en la Palabra, esa llamada de atención: si recapacita (se refiere al malvado) y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá” (Ezequiel  18, 28). Tomar conciencia de que algo puede mejorar en mí no es nunca una bravuconada, muchas veces es un acto de humildad y desde donde arranca una visión de la vida en un sentido nuevo, mucho más significativo si eso conlleva una conversión del corazón.

Cuando uno encauza su propia vida hacia lo eterno es posible que encuentre una luz  siempre que su “vuelta” tenga visos de esperanza. ¿Por qué? La persona está en una referencia en clave cristiana, es la obra de Dios percibida como gracia y su fuerza le orienta no solo a un camino nuevo sino a una dignificación de su propio interior. Pero puede darse una doble dificultad: cuando nos encerramos en nuestra propia razón o sentimientos y, en segundo lugar, cuando nos sentimos capaces de llevar nosotros la dirección de nuestra. Es la cuestión de nuestros planes y no los de Dios. ¿Por qué nos sentimos tan capaces de ordenar solos nuestra vida cuando solo es Dios dueño de la misma? Si somos pecadores reconozcámonos como tales y confiemos en el perdón y en la misericordia divina y dejemos que la gracia sane nuestro corazón. Así es cuando somos más felices.

Oración

    Señor: te manifiesto que casi siempre es injusto mi proceder y que, por eso, necesito que Tú seas la fuente de toda bendición. Nunca mejor que hoy pedirte que me enseñes tus caminos para que mi vida sea toda ella un servicio leal a Ti. A tu sí, mi vida responde a medias, temo el que Tú me exijas mucho cuando en  verdad es infinito lo que concedes. Y esto me reduce la posibilidad de amarte plenamente.

    Sé mi Luz, Señor, ábreme el deseo de buscarte y escucharte ya que solo así no me encerraré en mis intereses sino que buscaré los tuyos. Voy caminando y muchas veces me falta el gozo de creer que Tú, porque nos amas, jamás dejar de acompañarnos.

Quiero orientar mi vida según los “sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús” porque solo ahí encontraré mi felicidad. Ayúdame a estar atento a tu invitación de ser trabajador generoso en tu viña que es para mí el camino y dame fuerzas para confiar siempre en ti.

Contemplación


    ¡Oigante a ti, Señor, vengan a ti, aprendan de ti a ser mansos y humildes los que buscan tu misericordia y verdad! Vivan para ti y no para sí mismos. Oiga esto el que gime y está cargado, el que está agobiado bajo el peso hasta no atreverse a levantar sus ojos al cielo; el pecador que golpea su pecho y viene acercándose desde lejos. Que lo oiga el centurión, que  no se consideraba digno de que entraras bajo su techo. Que lo oiga Zaqueo, jefe de publicanos, que devuelve el cuádruple de la ganancia de sus culpables pecados. Que lo oiga la mujer pecadora en la ciudad, tanto más llorosa cabe tus pies, cuanto más alejada había estado  de tus huellas. Escúchenle las meretrices y los publicanos, que precederán a los escribas y fariseos en el reino de los cielos. Que lo oiga toda clase fe enfermos con quienes asististe a banquetes, y se te fue imputado como crimen por los que se creían sanos, siendo así que tú no habías venido a llamar a los justos sino a los pecadores a la penitencia. Todos estos, cuando se convierten a ti, fácilmente se hacen manos y humildes ante tu presencia acordándose de las iniquidades de su vida y poniendo los ojos en tu indulgentísima  misericordia, porque   (san Agustín en La santa Virginidad 35, 35- 36). 
Acción. A la luz del Evangelio de hoy examinemos nuestra vida con respecto a la misericordia de Dios con nosotros: ¿correspondemos a su llamada?

P. Imanol Larrínaga

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Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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