lunes, octubre 18, 2010

NOVENA A SANTA MAGDALENA DE NAGASAKI (VIII)

Día octavo

Reflexión: Magdalena se entrega voluntariamente.

Magdalena quiere dar su vida por Cristo, y dar ejemplo a los cristianos vacilantes en su fe. Pero si quiere ser arrestada y condenada a muerte, tendrá que autodenunciarse, ya que los guardias han tenido tantas ocasiones de apresarla y no lo han hecho. Ella lo ha pensado mucho y decide entregarse. Sus amigos le suplican que no los abandone. Pero su espíritu victimal, sus ansias de ser como Jesús, hostia propiciatoria, sus anhelos de ir a gozar de la compañía de sus familiares y de sus padres espirituales, pueden más que los ruegos de los amigos.

Un buen día de septiembre de 1634 se viste con el hábito de terciaria, y se arregla como quien va a una fiesta, y, después de despedirse de los terciarios y cristianos, baja decidida a la ciudad. En su mano lleva un hatillo. La valerosa catequista se presenta a los guardias, vestida de terciaria. Un verdadero desafío. Pero los guardias, dice un cronista, "le dicen que es mujer moza y flaca y no podrá sufrir tan terribles tormentos... Y aunque ella replicó que quisiera quedar presa, no la oyeron y ni la quisieron prender".

No se da por vencida Magdalena y decide presentarse directamente a los jueces. Alega que es cristiana, que los guardias no la han querido apresar y que quiere ser juzgada. Los jueces registran su misterioso hatillo: hay en él un libro espiritual en japonés de Fr. Luis de Granada -¿La Guía de Pecadores?- y un calendario para seguir las fiestas de precepto. Son el cuerpo del delito. Los jueces mandan meterla en una de las jaulas-prisión. Las autoridades demuestran sumo interés en hacer apostatar a la joven. Sus padres eran nobles y ella tenía mucha fama en Nagasaki. Le dicen que es joven, que es hermosa, le ofrecen riquezas, le prometen casarla con uno de los principales señores del Japón. Pero ella responde que ya estaba casada, que era esposa de Cristo Nuestro Señor, que nadie la apartará de su Amado. De las promesas pasan a las amenazas y a las torturas. Esperan doblegar a Magdalena, aplicándole los tormentos que ya han doblegado a otros. La cuelgan de los brazos, dejándola varias horas suspendida en el aire. Parecióles a los jueces, sigue el testigo, que con el dolor, desconyuntados los brazos, habría mudado su intento, y volviéronla a preguntar si quería dejar la ley de los cristianos... Respondió "que estuvieran ciertos que ni por éste, ni por otros muchos mayores que la diesen, dejaría la ley cristiana". Intensifican el tormento: "le meten cañas tostadas entre las uñas de los dedos de las manos y le ordenan que con los dedos así clavados .y acañaverados arase y arañase la tierra..."Después de otros variados y refinados tormentos, vuelven a Magdalena a la jaula. Durante todo ese mes, Magdalena se dedica a prepararse para el martirio. Los amigos que la visitan, la ven: "alabando al Señor", "llena de alegría por sus tribulaciones".

Para añadir a la oración comunitaria:

- Por todas nuestras fraternidades seglares agustino-recoletas, para que imiten la intrepidez de santa Magdalena en testificar su fe. Oremos.
R. Te rogamos, óyenos.

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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