lunes, mayo 28, 2018

Lectio Divina Solemnidad de la Santísimas Trinidad (Ciclo B)

Si recordáramos siempre cómo hemos sido bautizados, llegaríamos a comprobar el misterio de la Trinidad: Yo te bautizo en el nombre del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo. 

Pensar, mejor, creer en este misterio, nos haría llegar a una estimación tal de nosotros mismos que seríamos siempre los seres más felices. Ese el misterio que hay en nuestro corazón y que define desde la fe. Dios no solo nos ha hecho conocer su existencia sino que nos ha proporcionado también una idea de su esencia íntima. De ahí que la originalidad de esta solemnidad es honrar a Dios con fe y con agradecimiento.

Somos hijos de Dios.En esta celebración de la Santísima Trinidad se nos recuerda que el Espíritu Santo nos ha introducido en la vida de la Trinidad y nos mantiene en ella a través de nuestra unión con Cristo; somos hijos en el Hijo, con el que podemos clamar sin miedo, desde lo más profundo del corazón, a nuestro Padre, y en cuyo destino de cruz y resurrección estamos invitados a participar. De ahí que deberíamos estar constantememnte meditando quiénes somos y, siempre, con un actyo de fe: “somos hijos de Dios”. Es cierto que la vanidad y el darse a sí mismo una valoración extraña es un ridículo y, sin embargo, todos necesitamos entrar en el misterio de nosotros mismos y, solamente así, podemos celebrar que el Creador es Abba, Padre, el Dios en cuyas manos está nuestra vida, los anhelos y, también, nuestras dudas. El Espíritu se derrama en nuestros corazones y, consiguientemente, nuestra identidad, se basa en el misterio de un  Dios real que nos llena de fuerza e ilusión para ser sus testigos que le alaben y le glorifiquen.

En este día, el Espíritu Santo nos introduce en la vida trinitaria y nos mantiene en ella a través de la unión con Cristo; somos hijos en el Hijo, con el que podemos clamar sin miedo, desde lo  más profundo de nuestro corazón, a  nuestro Padre y en cuyo destino de cruz y resurrección estamos invitados a participar. Todo esto nos lleva a la convicción de cómo nos ama el Señor y quiere que nuestras personas gocen de la cercanía divina siendo sus hijos y expresión de la gracia que Él nos concede siempre. La gracia que se nos ha sido concedido de llamar a Dios, ¡Padre!,  hace valorar sin
medida la identificación de nuestras personas y en esta convicción y en la fidelidad total a la gracia de Dios, nuestras personas pueden y deben intuir la realidad a la que hemos sido llamados: desde nuestta vida, llena de convicción, con la fe, conocemos Dios Dios y nos conocemos a nosotros mismos y con la caridad amamos a Dios como Dios. La fe nos hace llegar a una convicción de quién es Dios y como su presencia es gracia en nosotros, nos descubre hacia dónde Él, nos dirige sin dejarnos nunca solos.

Tal vez, deberíamos analizar el nivel de nuestra fe ya que, poniendo en claro a Dios, su misterio es una necesidad hacia el cual debemos dirigir la realidad de nuestra vida caminando hacia la comunión con Dios y en Dios. Caminar havia esta convicción exige una liberación total de nosotros y haciendo realidad lo que dice el apóstol Pablo: los que se dejan guiar por Dios, esos son hijos de Dios. Necesitamos, siempre con la gracia divina, dar un paso total en nuestro ser y en nuestra manifestación de la fe. La gracia que Dios nos concede constantemente nos sitúa en una realidad todo lo que somos y hacemos como regalo divino que nos lleve a creer en el amor de la Trinidad.

RESPUESTAS desde NUESTRA REALIDAD
  Una humildad verdadera nos sitúa en un ámbito de confianza y nosotros, desde nosotros podemos creer; ésa es la clave que necesitamios para salir de la medianía de la fe y de un espacio de conformismo. Y, sin embargo, nuestro caminar debe tener en claro que, desde la fe, somos llevados por la misma fuerza del Espíritu y con la certeza de poder vivir en la presencia de Dios en el mundo. Debemos caminar más llenos de Dios y hacer posible que la Iglesia sea arrastrada por la fuerza del Espíritu. La convicción en la fe siempre es gracia y necesitamos crear dentro de nosotros mismos la convicción de estar siempre amados por Dios y que Él sea nuestra Luz y nuestra fortaleza.
             ORACION                           
Dios Padre, que, al enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación, revelasta a los hombres tu admirable misterio: concédenos, al profesar la fe verdadera, reconocer la gloria de la eterna Trinidad, y adorar la Unidad en su poder y gtandeza. Por J, N. S. Amén.
PENSAMIENTO AGUSTINIANO
Y la «caridad se ha difundido  en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha donado». Y ya que por los pecados estábamos alejado de poseer los auténticos bienes, la caridad cubrió la muchedumbre de los pecados. El Padre es, pues, para el Hijo verdad, origen veraz; el Hijo es la verdad, nacida del Padre veraz; y el Espíritu Santo es la bondas, difundida por el Padre bueno y el Hijo bueno; y los tres son una divinidad igual, inseparable igualdad. En consecuencia y por lo que toca a nosotros, para recibir la vida eterna, que se dará al final, procede la bondad de Dios, en el principio de nuestra fe, ese don que es la remisión de los pecados (S. A. Sermón 71, 18-19).

Fr. Imanol Larrínaga, OAR  

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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