lunes, marzo 05, 2018

La paloma no se puede vender. Se da gratuitamente. Su nombre es gracia

Así, pues, vivan en unanimidad y concordia y honren los unos en los otros a Dios, de quien han sido hechos templos (S.Agustín)

¿Qué es lo que hemos oído, hermanos? Observad que aquel templo era sólo figura y, a pesar de eso, arrojó de él el Señor a cuantos buscaban sus intereses y venían a traficar. ¿Qué es lo que vendían allí? Las víctimas necesarias para los sacrificios que se ofrecían entonces… No era mucho pecado la venta de lo que se compra para ofrecerlo en el templo; pero, no obstante, los lanzó lejos de allí. ¿Qué haría el Señor si encontrara allí gente embriagada, siendo así que Él arroja del templo a los vendedores de cosas lícitas y que no eran contra la justicia (lo que lícitamente se compra, lícitamente se vende) y no pudo sufrir que se convirtiese en casa de contratación la casa de oración? Y si no debe convertirse la casa de su Padre en casa de comercio, ¿estará bien que se convierta en casa de bebidas?...

¿Quiénes son, pues, los que venden bueyes? Es para que en la figura busquemos la inteligencia del misterio del hecho. ¿Quiénes son los que venden ovejas y palomas? Son los mismos que buscan en la Iglesia sus intereses, no los intereses de Jesucristo. Todo lo venden quienes no quieren ser rescatados; no quieren ser rescatados, lo que quieren es vender. ¿Qué cosa, sin embargo, mejor para ellos que ser redimidos con la sangre de Cristo para llegar a la paz de Cristo? Porque ¿qué aprovecha en este mundo adquirir bienes temporales y transitorios, como es el dinero, o el placer del vientre o del gusto, o el humo de las alabanzas humanas?

¿Es todo más que humo y viento? ¿No pasa y se va todo en veloz carrera? Y ¡ay de aquellos que se adhieren a lo que así pasa, porque pasan juntos con ello! ¿No es todo como un río que va en su carrera a precipitarse en el mar? ¡Ay de aquel que se caiga en ese río: será arrastrado al mar! Luego debemos defender de tales concupiscencias nuestros afectos. Quienes procuran cosas tales, mis hermanos, venden. Y por eso aquel Simón quería comprar el Espíritu Santo, porque quería venderlo. Creía que los apóstoles eran como los mercaderes que echó el Señor del templo a latigazos. Él, sí, era como ésos: quería comprar lo que podía vender. Era uno de aquellos que vendían palomas. El Espíritu Santo en figura de paloma se manifiesta. ¿Quiénes son, pues, mis hermanos, quiénes son esos que venden palomas, sino esos mismos que dicen: Nosotros damos el Espíritu Santo? ¿Por qué hablan así, y a qué precio lo venden? El precio son sus honores y dignidades. Reciben como precio de la venta cátedras temporales. Así son como vendedores de palomas. Que se pongan en guardia contra el látigo hecho de ramales. La paloma no se puede vender. Se da gratuitamente. Su nombre es gracia. ¿No estáis viendo cómo alaban sus mercancías esos vendedores o como revendedores? ¡Qué diversidad de sectas!...

¿Va uno de secta en secta a comprar la paloma? Pues cada uno encomia la mercancía según su secta. Que huya su corazón de toda esa peste de mercaderes y que venga a donde se recibe gratuitamente. Ni se ruborizan siquiera de verse divididos entre sí en tantas facciones, debido a sus duras y perversas disensiones, por atribuirse lo que no son, por engreírse con el pensamiento de que son algo, no siendo nada. Mas ¿qué es lo que se cumple en ellos por quererse corregir, sino lo que habéis oído del Salmo: Están divididos, pero no arrepentidos?
S.A., Sobre el Evangelio de S. Juan, 10, 4.6



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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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