domingo, abril 23, 2017

II DOMINGO DE PASCUA - Reflexión

De nuevo hoy, “a los ocho días”, nos volvemos a reunir como comunidad cristiana para celebrar la presencia de Jesús resucitado entre nosotros. El Señor Resucitado atraviesa nuestros miedos y nuestras puertas cerradas para traernos su paz y su alegría.

Y este día Jesús se hace presente de manera especial en la Eucaristía que celebramos juntos. Y nos vuelve a regalar su Espíritu Santo, un Espíritu que nos hace hermanos, que nos hace comunidad, Iglesia, que nos propone relacionarnos entre nosotros desde otras claves, desde la fraternidad y el perdón.

El perdón, fruto del Espíritu, fruto del amor, es el distintivo de la comunidad, es el que hace que el otro no sea un extraño, sino un hermano.

Jesús produce una auténtica transformación en aquel grupo de discípulos, encerrados por miedo a acabar como su maestro. Y les da el don del Espíritu Santo para que entiendan todo lo que les ha estado explicando durante tres años. Y también les encomienda la tarea de perdonar, en su nombre, los pecados de todas las personas, y reconciliar a toda la humanidad con Dios, que es Padre de todos.
Pero hay uno de ellos que no está con los demás, que no ha vivido todo lo anterior y que duda, porque no ve ni experimenta. Jesús les transmite a sus discípulos la importancia de vivir la fe dentro de la comunidad, para poder creer con más fuerza.

No basta con la fe personal, a veces vienen las dudas y es necesario apoyarse en los hermanos para seguir buscando, para seguir caminando. La comunidad fortalece la fe.

Los discípulos se vuelven a reunir al domingo siguiente. Desde ese momento, el domingo siempre será día de reunión de los cristianos, en torno al resucitado. Esta vez sí que está Tomas, al que Jesús se dirige de manera especial, para que no sea incrédulo, sino creyente. Tomás hace una confesión de fe única en todo el Evangelio: “¡Señor mío y Dios mío!”. A partir de ese momento no volverá a dudar, sino que reconocerá en Jesús al mismo Dios.

La comunidad ya está formada. Ahora hay que empezar a caminar. Hace falta “pensar y sentir” en comunidad, y también “poseer” en común. Nace la comunión cristiana de bienes, para que ninguno de la comunidad pase necesidad. Desde ahora, los bienes materiales, el dinero y las demás posesiones han de servir para unir a los hermanos, no para dividirlos. Desde ese momento, el testimonio de los cristianos ha de ser una humanidad nueva, una nueva manera de vivir, a la luz del Resucitado.

“A los ocho días” será el momento de encontrarse. La Pascua ya no se celebrará una vez al año, porque cada domingo es Pascua, cada domingo se celebrará la resurrección, con la comunidad reunida, con los hermanos en comunión de vida y acción. La Iglesia se reúne cada domingo convocada por el Espíritu para encontrarse con el Resucitado y celebrar la Eucaristía. Cada vez que comemos de este pan, celebramos la Pascua del Señor, su resurrección. Cada vez que celebramos la Eucaristía anunciamos su muerte y proclamamos su resurrección, en la espera de su venida definitiva.
Cada domingo, el Señor Resucitado quiere entrar en nuestro corazón, cerrado por el miedo, para traernos su paz y su alegría. Cada domingo, el Espíritu Santo nos convoca para reunirnos como comunidad cristiana, como comunidad de hermanos, y poner en común lo que somos y lo que tenemos. Cada domingo, la Iglesia, la comunidad reunida, es el signo de la presencia del Resucitado en medio de nosotros.

Que esta Buena Noticia que celebramos cada domingo no nos la guardemos para nosotros, sino que, como decía el evangelista San Juan, “todo esto se ha escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”. Anunciemos, también a los que no creen, que el Señor ha resucitado.
 P. Teodoro Baztán Basterra, OAR

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP