lunes, diciembre 26, 2016

UN DIOS CERCANO

La Navidad es mucho más que todo ese ambiente superficial y manipulado que se respira estos días en nuestras calles. Una fiesta mucho más honda y gozosa que todos los artilugios de nuestra sociedad de consumo.

Los creyentes tenemos que recuperar de nuevo el corazón de esta fiesta y descubrir detrás de tanta superficialidad y aturdimiento, el misterio que da origen a nuestra alegría. Tenemos que aprender a «celebrar» la Navidad. No todos saben lo que es celebrar. No todos saben lo que es abrir el corazón a la alegría.

Y, sin embargo, no entenderemos la Navidad si no sabemos hacer silencio en nuestro corazón, abrir nuestra alma al misterio de un Dios que se nos acerca, reconciliamos con la vida que se nos ofrece, y saborear la fiesta de la llegada de un Dios Amigo.

En medio de nuestro vivir diario, a veces tan aburrido, apagado y triste, se nos invita a la alegría. «No puede haber tristeza cuando nace la vida» (S. León Magno). No se trata de una alegría insulsa y superficial. La alegría de quienes están alegres sin saber por qué. «Nosotros tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se ha hecho hombre, y ha venido a habitar entre nosotros». Hay una alegría que sólo la pueden disfrutar quienes se abren a la cercanía de Dios, y se dejan tomar por su ternura.

Una alegría que nos libera de miedos, desconfianzas e inhibiciones ante Dios. ¿Cómo temer a un Dios que se nos acerca como niño? ¿Cómo huir ante quien se nos ofrece como un pequeño frágil e indefenso? Dios no ha venido armado de poder para imponerse a los hombres. Se nos ha acercado en la ternura de un niño a quien podemos hacer sonreír o llorar.

Dios no puede ser ya el Ser Omnipotente y Poderoso que nosotros sospechamos, encerrado en la seriedad y el misterio de un mundo inaccesible. Dios es este niño entregado cariñosamente a la humanidad, este pequeño que busca nuestra mirada para alegrarnos con su sonrisa.

El hecho de que Dios se haya hecho niño, dice mucho más de cómo es Dios, que todas nuestras cavilaciones y especulaciones sobre su misterio. Si supiéramos detenernos en silencio ante este Niño y acoger desde el fondo de nuestro ser toda la cercanía y la ternura de Dios, quizás entenderíamos por qué el corazón de un creyente debe estar transido de una alegría diferente estos días de Navidad.


ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
Gracias, Señor, por la Navidad tradicional que nos conecta con la fe de padres y abuelos y que aporta valores de evangelio a nuestra cultura popular, la reunión de familia, los deseos de paz a toda la lista de amigos, el belén y los villancicos, la fiesta alrededor de la mesa bien puesta...
 Vivimos tiempos inciertos, mucha gente sola, familias fragmentadas, familias diferentes.
 También ellos tienen su Navidad, si no es la que dicta la tradición, no por eso es menos auténtica.
 Tu Navidad, Jesús, fue la de la precariedad de quien nace en un Pesebre y no sabe cuándo vendrán a echarlo.
La Navidad de los forasteros a quienes nadie acoge y que deberán huir al exilio para salvar la vida.
 La Navidad de una familia atípica, una situación sin sombra de pecado, pero que la Ley no había previsto.
 Tú, Jesús, has venido para todos, los tradicionales y los alternativos, los que esperan Navidad con ansia y los que quieren pasar de largo.
Quédate con nosotros. 
          FELIZ  NAVIDAD  
P. Julián Montenegro Sáenz





   

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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