Mt 1, 18-24: Sospechas el mal en él, pero deseas hallar el bien

Había acogido en su cuerpo al Señor; no había permitido que su cuerpo fuera violado. Pero el marido, hombre al fin y al cabo, comenzó a sospechar. Creía que procedía de otra parte lo que sabía que no procedía de sí, y ese «de otra parte» sospechaba que era un adulterio. Un ángel le corrige. ¿Por qué mereció ser corregido por un ángel? Porque su sospecha no era maliciosa, sino de las que dice el Apóstol que surgen entre hermanos. Las sospechas maliciosas son las de los calumniadores; las benévolas, las de los superiores.
Es lícito sospechar mal del hijo, pero no es lícito calumniarle. Sospechas el mal en él, pero deseas hallar el bien. Quien sospecha benévolamente, desea ser vencido, pues encuentra gozo precisamente cuando descubre que era falso lo que sospechaba. De éstos era José respecto a su esposa, a la que no se había unido corporalmente, aunque ya lo hubiese hecho mediante la fe. Cayó, pues, también la virgen bajo la falsa sospecha. Mas del mismo modo que el Espíritu se hizo presente en Daniel en favor de Susana, así también el ángel se apareció a José en favor de María: No temas acoger a María como tu esposa, pues lo que de ella va a nacer es del Espíritu Santo. Se eliminó la sospecha, puesto que se descubrió la redención.
San Agustín, Sermón 343, 3
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