lunes, octubre 17, 2016

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (C). Reflexión

Leyendo la palabra de Dios no dejemos de lado el salmo responsorial: el auxilio me viene del Señor, no permitirá que resbale tu pie; el Señor te guarda a su sombra, el Señor te guarda de todo mal (120, 1-8). Un cristiano puede hacer suya la actitud religiosa del salmista, especialmente su incondicional adhesión a Dios y confianza en Él. El clima actual de tolerancia que domina el mundo no debe llevarnos a una nivelación ni menos a una aprobación de todas las conductas. Considerar a Dios como el máximo bien y la fuente por excelencia de la alegría y de la esperanza, lo mismo que el deseo de enderezar todo hacia Dios, está en perfecta armonía con el seguimiento de Cristo y la madurez de la fe,

Desde este punto de vista se encuadra perfectamente la Palabra de Dios. Y, una advertencia: todo esfuerzo humano tiene siempre un punto de partida y es así cómo hoy centramos a Moisés, a Timoteo desde Pablo y a la viuda del evangelio. Y … ¿dónde nos colocamos nosotros?

Una reflexión sobre la Palabra de Dios. Comenzamos con el libro del Éxodo que nos presenta de entrada un texto bélico pero es necesario clarificar que no tiene la función de justificar la acción guerrera del pueblo de Israel, mucho menos de Dios. Descubrimos cómo Dios acompaña a su pueblo incluso en las situaciones límites como es la batalla. La intervención de Dios no se impone a la fuerza sino que se sirve de Moisés y requiere la intercesión de forma constante.

Para nosotros se nos presenta una gran lección: actuar como Moisés levantando nuestros brazos, nuestra voz, manifestando en la vida quién es Dios y cómo nunca nos deja solos. Es la gran invitación para los cristianos: ser consecuentes en la fe y en la esperanza dando la cara de la verdad en todo momento de nuestra vida.

San Pablo, en su enseñanza a Timoteo, mira el futuro de su discípulo y apoyado en su evaluación positiva, le exhorta a “permanecer firme en todo aquello que aprendió y de lo cual está convencido”. La fuente del conocimiento de Timoteo es doble: primero, la enseñanza viva procedente principalmente desde Pablo y luego las Sagradas Escrituras. Pablo invita a Timoteo a releer el texto del Antiguo Testamento bajo la luz de la revelación cristiana: las Escrituras instruyen “para la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”.

En el evangelio de hoy nos topamos con una parábola: la del juez injusto, por no decir inicuo. Y sorprende el inicio con expresiones propias de san Pablo: “orad siempre” “no perdáis ánimos”. Pero no se trata de orar con insistencia sino también permanentemente hasta que el Señor venga. La referencia a la oración con fe establece el punto de contacto con la sección anterior, que habla del Hijo del hombre: “El Señor ¿hallará la fe sobre la tierra?”, que equivale a “¿Encontrará a sus discípulos orando con fe?”. La parábola sobre la oración constante se ha convertido en parábola que exhorta a estar preparados para la venida del Hijo del hombre.

La viuda era demasiado pobre para sobornar al juez, que no quería disgustar a los ciudadanos prominentes. Las palabras de Jesús proponen un argumento de “menor a mayor” o “de peor a lo mejor”. En el fondo, se trata de corregir la idea falsa que pudiera quedar de Dios al compararlo con un juez malo. Dios no es como el juez injusto. Es audaz poner a Dios la imagen del juez injusto y egoísta. Cuando Dios aguanta y deja sufrir a sus víctimas, ¿es injusto?  La sorpresa nos hace más fijar en el punto central: Dios hará justicia y pronto. El salmista repite: “¿hasta cuándo?”. Dios no se desentiende ni desatiende a los elegidos. Vendrá a hacer justicia, pero no basta: el elegido ha de conservar la cabeza y el corazón en la fe para seguir orando y para recibir al que viene.
Fr. Imanol Larrínaga, oar

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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