lunes, abril 18, 2016

LECTIO DIVINA CUARTO DOMINGO de PASCUA (C)

Hechos 13, 14. 43 - 52

Este es el momento cumbre del viaje, cuando Pablo y Bernabé, en forma valiente y solemne, hacen una declaración con carácter programático sobre el sentido de su misión: “a vosotros, los primeros, tenía que anunciarse la palabra de Dios. Pero puesto que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos”. La estrategia misionera de Pablo y  Bernabé es predicar primero a los judíos para conseguir su perdón. La misión a los gentiles viene después y está subordinada a esta conversión primera de Israel. Pablo se vuelve momentáneamente a los gentiles y solo porque los judíos han rechazado la salvación que Pablo les ofrece. Y Pablo justifica su vuelco a los gentiles interpretando su conversión y elección por parte del Espíritu, a la luz de la Palabra de Dios en Is 49, 6 que ahora Pablo atribuye a Cristo.

Pablo sigue buscando la conversión de Israel. Si fracasa su estrategia no es porque sea errónea sino por culpa de los dirigentes judíos o de algunos judíos incrédulos que le hacen fracasar. La gran novedad que el autor de los Hechos nos presenta en Antioquía de Pisidia no es un cambio de estrategia de Pablo sino un vuelco hacia los gentiles después que los judíos rechazan el evangelio. Lucas subraya con fuerza lo positivo de la pedagogía de Pablo: “los paganos, al oírlo, se alegraron, glorificaron la palabra de Dios y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna”. A pesar de la expulsión de los misioneros, “los discípulos se llenaban de alegría y de Espíritu Santo”. La expulsión de los discípulos es realizada por la élite poderosa de la ciudad. Son las autoridades de la ciudad quienes decretan y ejecutan la expulsión. Y aunque la ciudad está representada por las autoridades, quedan en ella muchos “discípulos” y en ellos la presencia activa del Espíritu Santo.

Apocalipsis 7, 9. 14b-17

Este capítulo da respuesta a un interrogante del capítulo anterior: “¿quién podrá resistir?”. Y recordemos que antes del séptimo sello, de la gran configuración, sucede un episodio de elección y salvaguardia, exactamente según el esquema de Ez 9, o sea, la marca de los inocentes. Nuestra lectura arranca del v. 9 y especifica el traje de la multitud y empuñan un emblema de victoria: “con las palmas en las manos. Puede entenderse en conexión  a los ramos mencionados en el salmo 118, 27 y, también, los de la entrada de Jerusalén (cf. Mc 11, 9).

Cuando leemos al v. 14 es necesario tener en cuenta el interrogante del v. 13: “¿quiénes son y de dónde vienen?”: “éstos son los que han salido de la gran tribulación”; la tribulación es una persecución violenta, hasta el martirio (cf. Mateo 24, 21) y es una participación en la pasión de Cristo. La paradoja de “blanquear en sangre” (limpiar en 1Juan 1, 7) delata el carácter intelectual de la imagen. El autor parece adaptar la bendición de Judá: “Lava su ropa en vino y su túnica en sangre de uvas” (Génesis 49, 11). El texto va camino de una salvación definitiva y se suma a la liturgia celeste. Sobre “estos” se acumulan los bienes prometidos en Is 49, 10 (vuelta del destierro); salmo 23; Is 25, 8 (escatología), hasta la paradoja del Cordero que hace de Pastor (cf. Jn 10).

Juan 10, 27 – 30

     El texto que tenemos hoy como referencia necesita reflexionar desde el v. 22. Jesús se paseaba por el Templo y le hacen una pregunta capciosa: “¿hasta cuándo nos tendrás en vilo?”. La respuesta de Jesús es rotunda. Acude al testimonio de las obras en nombre de su Padre. Es interesante esta referencia y, desde ahí, Jesús les reprocha la falta de fe de los que preguntan  ya que no son ovejas suyas, es decir, que ni escuchan su voz ni le siguen. Con ello se vuelve al tema del pastor y de las ovejas. Se reitera el rasgo de conocimiento y seguimiento de Jesús por parte de las ovejas: “mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” (v. 27).

El texto prosigue con la descripción de la acción para con las ovejas: “Yo les daré la vida eterna y no
perecerán jamás y nadie las arrebatará de mi mano”. Jesús asegura de manera positiva  que da a sus ovejas la vida eterna y recalca su afirmación con una promesa de librarlas de la muerte eterna: “y no perecerán jamás”. Y añade: “nadie las arrebatará de mi mano”. Este tono de desafío se justifica con una referencia al poder del Padre: “el Padre, que me las ha dado, es más grande que todos”; una proclamación de exaltación profética con eco de Deuteronomio 32, 29 y en Isaías 43, 11. Esta proclamación está seguida de una proposición de tono profético: “nadie puede arrebatar nada de la mano de Dios”. Y termina con algo singular: “Yo y el Padre somos uno”; como diciendo: nadie puede arrebatar las ovejas de mi mano porque Yo soy uno con el Padre. Es lógico pensar que está en referencia con Juan 1,1: “En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios”. Y, “el Verbo se hizo hombre y acampó entre nosotros” (1, 14). Es la unión del Hijo con el Padre.

MEDITACIÓN

En la vida estamos muy acostumbrados a forzar la realidad, nos creemos capaces de todo y, por otro
lado, desperdiciamos las aparentes pequeñas cosas que son la expresión más hermosa de Dios. Él nos enseña que la realidad es siempre buena si mantiene su origen, su desarrollo y su misión y que nosotros no abusemos de ella porque muchas veces pone en evidencia de nuestra ansiedad y de nuestro orgullo.

Hay que saber descubrir lo sencillo, esa esperanza que no hace ruido. Lo     que hace falta es dejarla emerger, contemplarla y ayudarla a que sea luz. Dios nace y habita en los seres más sencillos y de corazón limpio. Y de esa manera nos invita a ser personas que, teniendo claridad de nuestra identidad, pongamos nuestra seguridad en las manos de Dios, buen pastor y Padre amoroso. Cuando hoy escuchamos: “mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen” es como abrir en el inmenso campo de la vida una realidad tan nueva y tan llena de misterio que nos lleva a dejarnos encontrar y a seguirle. Y, sin embargo, es un lenguaje de vida que implica una fe desbordada y que, en el principio de la vuelta a la fundamentalidad del evangelio está el desprendimiento de todo cuanto estorba y obstaculiza el camino: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiere salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí la encontrará” (Mateo 16, 24- 25). Hacer real en la vida ese programa de Jesús es en la práctica es caminar en el mismo camino de Jesús.

Dar una respuesta a las palabras de Jesús es dejar que Él sea nuestro pastor y con la certeza de que jamás nos perderemos. Y esta constatación tiene un alcance muy grande y, a la vez, lleno de paz. Es como decir: estamos seguros en un Camino que antes lo ha hecho el Maestro y hacia el cual estamos invitados. Desde esta perspectiva podemos entender y vivir como “destinados a la vida eterna”. En el diario caminar tener la convicción de una identidad y de una meta con sentido eterno nos posibilita a ser personas felices dado que la presencia de tal Pastor nos lleva a la vida eterna. Para ello se nos señalan los aspectos que debemos señalar como definitivos y seguros: creer en Él, saber y querer escuchar, vivir con la mirada puesta en Él, caminar con quienes ha querido hacernos “ovejas de su rebaño” y vivir dando la vida por los demás. El dejarse guiar por el Pastor es gracia y, además, se torna en una escuela en la que se aprende desde la calidad del Maestro el modo más hermoso y real de “llenarnos de alegría y del Espíritu Santo” y así podemos ser los testigos y los anunciadores del Reino en un mundo necesitado del testimonio de los creyentes y fieles seguidores.

ORACIÓN

Hoy parece, Señor, que tu presencia entre nosotros adquiere un sentido mucho más entrañable; eso de una mirada de amor, eso de la alegría que se te nota en el rostro, eso de tu paciencia ilimitada cuando nos llamas y sigues llamando aun siendo un tanto remolones porque no queremos dejar nuestros espacios en los que nos sentimos tranquilos y un tanto lejanos de la realidad. Y amaneces hoy, por supuesto como todos los días, llamándonos e invitándonos a acercarnos a Ti que eres “el Camino, la Verdad y la Vida”. Y así comenzamos la jornada día tras día escuchándote y siguiéndote. Nos parece un sueño y es la gran realidad, esa realidad que es tu presencia y que, por nuestra rutina y nuestra superficialidad, la esquivamos seguir nuestro propio camino. Tu invitación “venid a Mí los que estáis cansados y abatidos y yo os aliviaré” tiene hoy en nuestros corazones un sonido distinto, llega a nuestro corazón y nos sentimos felices por tu delicadeza infinita con nosotros.

Hoy tenemos que recodar especialmente y pedirte perdón por las veces, muchas, que hemos dejado pasar en la vida sin escuchar tu voz ni sentir tu cariño hacia nosotros. Y llegamos  a este momento  de nuestras vidas deseosos y necesitados de tu cercanía a fin de buscar tu camino y seguirte siempre. Esta es nuestra plegaria, Señor: llámanos, despiértanos, espabílanos, llévanos contigo y sé siempre nuestro refugio. Y en esa esperanza llegamos a Ti y recomenzamos el camino y siempre con la seguridad que Tú estás en nosotros y con nosotros. Ilumínanos, Señor, descúbrenos tu amor misericordioso y que con ese amor infinito seamos “uno contigo”.

CONTEMPLACIÓN

    Hay dos vidas: una que se ocupa del goce y otra que se preocupa de atender a las necesidades. Ésta es fatigosa, aquella gozosa. Pero entra dentro, no busques tu gozo en lo exterior; no te hinches por su causa, no sea que te impida entrar por la puerta estrecha. He aquí cómo María veía y escuchaba al Señor en la carne, como por un velo... Cuando lo veamos cara a cara no habrá velo alguno. María, pues, estaba sentada, es decir, no hacía ninguna otra cosa; lo escuchaba y lo alababa; Marta, en cambio, estaba ocupada en infinidad de quehaceres. Le dice el Señor: . Una sola cosa en verdad; las restantes no serán necesarias. Pero antes de que lleguemos a esa única cosa necesitamos de muchas otras. Que esa única cosa nos mantenga en tensión, no sea que las muchas otras nos relajen y nos alejen de aquella (san Agustín en sermón 255, 6-7).

ACCIÓN.  Meditemos ante el Sagrario: Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco.

P. Imanol Larrínaga

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Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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