AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
¡Gloria al Señor! ¡Hossana en las alturas
al Dios que sobre el gólgota sangriento
remidiendo al morir las criaturas
su cuerpo les dejó por alimento!
¡Gloria al Señor en cuya fe seguras
sus almas tornarán al firmamento,
donde se ofrece en celestial comida
germen de luz y manatial de vida!
Regocíjate tú, Granada bella,
ciudad hija del sol, huerto florido
que entre nieves estériles descuella;
taza de nardos, de palomas nido,
diamante puro que sin luz destella,
paraíso entre rocas escondido,
regocíjate tú y adora y canta
el misterio de la Hostia Sacrosanta.
Regocíjate, sí, con santo anhelo:
tus deliciosos cármenes despoja
de cuánta flor les dio prodigio el cielo
sus capullos balsámicos deshoja
y de fresco tapiz vistiendo el suelo
viérteles en Bib-Rambla hoja por hoja,
porque velado en Sacramento viene
quien cielo y tierra en sun pulgar mantiene.
¡Hosanna! ¡Hosanna! Con eternas flores
cogidas de Salem en los jardines
ciñiéndose la sien, dignos loores
le cantan los ardientes querubines.
Espléndido dosel de mil colores
con sus alas le dan los serafines
al Sumo Dios por quien el orbe alienta,
le da su trono y a sus pies se asienta.
Eterno Dios, cuya palabra sola
formó la creación, cuya mirada
serena el mar y el alba tornasola:
tiéndela piadoso hacia Granada,
Alcázar sea de la fe española,
y a sombra de tu trono cobijada,
guarde, Señor, tu religión segura,
si te olvida tal vez la edad futura.
José Zorrilla y Moral
(Valladolid, 1817 – 1893)
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