OPTIMISMO

    HERMANOS, lo confieso. Yo no supe en mi canto
reflejar la alegría de la Gracia de Dios:
olvidé la belleza de este júbilo santo
y manché con mis rimas empapadas de llanto
este don de la Vida que me ha dado el Señor.

Yo me olvidé del premio de la Paz, prometida
en la tierra a los hombres de buena voluntad.
¡Y así pude, Dios mío, realizar en mi vida
esta absurda alianza de creer… y llorar!

¡Llorar! ¡Cuando en el alma renace cada día
la aurora de la Gracia que nos legó el Señor!
¡Cuando toda tristeza se trueca en alegría
con mezclarle unos granos de esta sal del Amor!

    ¡Llorar, cuando el tesoro
de la Gracia heredada por el hombre en la Cruz
pone en todo un repique de campanas de oro,
y un calor de esperanzas, y una estela de luz!
Cuando toda la vida se ha trocado de suerte
que toda es esperanza por obra del Amor,
y todas son auroras…, ¡hasta la misma muerte!,
y todas son promesas…, ¡hasta el mismo dolor!

¡Llorar!… ¿Por qué, si todo lo que existe está llena
de esta luz pura y clara con que lo iluminó,
en la aurora del Mundo, cuando vió que era bueno,
    la sonrisa de Dios?

Yo confieso mis culpas. A partir de este día
seré el juglar que cante de amores y de paz,
¡y sembraré, cantando con fecunda alegría,
mis rimas en las almas de buena voluntad!

Repartiré un mensaje de afanes y quereres;
daré a los que me escuchen una nueva de luz.
Como le dijo el Ángel a las Santas Mujeres,
les diré que esta noche resucitó Jesús.

Caminad por el mundo sin inquietud ni prisa,
llevando una infinita sonrisa de ilusión.
Dios estará contento de veros… ¡La sonrisa
de las conciencias puras es como una oración!
José María Pemán