Lc 13, 1-9: Un misericordioso intercede ante el Misericordioso
Con razón dice también el Señor en el evangelio a propósito de cierto árbol estéril: Hace ya tres años que me acerco a él sin encontrar fruto: lo cortaré para que no estorbe en el campo. Intercede el colono; intercede cuando ya el hacha está a punto de caer y cortar las raíces estériles; intercede el colono como intercedió Moisés ante Dios; intercede el colono, diciendo: Señor, déjalo todavía un año; cavaré a su alrededor y le echaré un cesto de estiércol; si da fruto, bien; si no, podrás venir y cortarlo. Este árbol es el género humano. El Señor lo visita en la época de los patriarcas: el primer año, por así decir. Lo visitó en la época de la ley y los profetas: el segundo año; he aquí que amanece el tercer año; casi debió ser cortado ya, pero el misericordioso intercede ante el misericordioso.
Quien quería mostrarse misericordioso, él mismo se presentó como intercesor. «Déjesele, dijo, todavía este año. Cávese a su alrededor —la fosa es signo de humildad—; échesele un cesto de estiércol, por si da fruto.» Más todavía: puesto que una parte da fruto y otra no lo da, vendrá su dueño y la dividirá. ¿Qué significa la dividirá? Que ahora los hay buenos y los hay malos, como formando un solo montón, un solo cuerpo.
Por tanto, hermanos míos, como dije, el estiércol en el sitio adecuado da fruto y en el sitio inadecuado llena de porquería el lugar. Hay alguien triste; veo a alguien que está triste. Veo el estiércol, busco su lugar. —Dime, amigo; ¿por qué estás triste? —He perdido el dinero. —No hay más que un lugar sucio; el fruto será nulo. Escuche al Apóstol: La tristeza mundana causa la muerte. No sólo es nulo el fruto, sino también enorme el daño. Dígase lo mismo de las restantes cosas que producen gozo mundano, y que es largo enumerar. Veo que otro está triste, gime y llora. Veo gran cantidad de estiércol; también en este caso busco su lugar. Al mismo tiempo que lo vi triste y llorando, advertí que estaba también orando. Triste, con gemidos y llanto, y en oración: me hizo pensar en no sé qué buen augurio; pero todavía busco el lugar. ¿Y si este que ora y gime con grande llanto pide la muerte para sus enemigos? Es por ese motivo, pero está en llanto, en oración y súplica. No hay más que un lugar sucio, el fruto será nulo.
Más grave es lo que encontramos en la Escritura. Cuando pide la muerte de su enemigo, viene a parar en la maldición que pesa sobre Judas: Su oración se convierte en pecado. Me he fijado de nuevo en otro que gemía, lloraba y oraba. Advierto el estiércol, busco el lugar. Presté oído a su oración, y le escuché decir: Yo he dicho: «Señor, ten compasión de mí; sana mi alma, porque he pecado contra ti.» Gime por sus pecados; reconozco el campo y quedo a la espera del fruto. ¡Gracias a Dios! El estiércol está en buen lugar, no está ahí de más, está produciendo fruto.
San Agustín, Sermón 254, 3-4
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