lunes, febrero 29, 2016

Lc 13, 1-9: Un misericordioso intercede ante el Misericordioso

Con razón dice también el Señor en el evangelio a propósito de cierto árbol estéril: Hace ya tres años que me acerco a él sin encontrar fruto: lo cortaré para que no estorbe en el campo. Intercede el colono; intercede cuando ya el hacha está a punto de caer y cortar las raíces estériles; intercede el colono como intercedió Moisés ante Dios; intercede el colono, diciendo: Señor, déjalo todavía un año; cavaré a su alrededor y le echaré un cesto de estiércol; si da fruto, bien; si no, podrás venir y cortarlo. Este árbol es el género humano. El Señor lo visita en la época de los patriarcas: el primer año, por así decir. Lo visitó en la época de la ley y los profetas: el segundo año; he aquí que amanece el tercer año; casi debió ser cortado ya, pero el misericordioso intercede ante el misericordioso.

Quien quería mostrarse misericordioso, él mismo se presentó como intercesor. «Déjesele, dijo, todavía este año. Cávese a su alrededor —la fosa es signo de humildad—; échesele un cesto de estiércol, por si da fruto.» Más todavía: puesto que una parte da fruto y otra no lo da, vendrá su dueño y la dividirá. ¿Qué significa la dividirá? Que ahora los hay buenos y los hay malos, como formando un solo montón, un solo cuerpo.

Por tanto, hermanos míos, como dije, el estiércol en el sitio adecuado da fruto y en el sitio inadecuado llena de porquería el lugar. Hay alguien triste; veo a alguien que está triste. Veo el estiércol, busco su lugar. —Dime, amigo; ¿por qué estás triste? —He perdido el dinero. —No hay más que un lugar sucio; el fruto será nulo. Escuche al Apóstol: La tristeza mundana causa la muerte. No sólo es nulo el fruto, sino también enorme el daño. Dígase lo mismo de las restantes cosas que producen gozo mundano, y que es largo enumerar. Veo que otro está triste, gime y llora. Veo gran cantidad de estiércol; también en este caso busco su lugar. Al mismo tiempo que lo vi triste y llorando, advertí que estaba también orando. Triste, con gemidos y llanto, y en oración: me hizo pensar en no sé qué buen augurio; pero todavía busco el lugar. ¿Y si este que ora y gime con grande llanto pide la muerte para sus enemigos? Es por ese motivo, pero está en llanto, en oración y súplica. No hay más que un lugar sucio, el fruto será nulo.

Más grave es lo que encontramos en la Escritura. Cuando pide la muerte de su enemigo, viene a parar en la maldición que pesa sobre Judas: Su oración se convierte en pecado. Me he fijado de nuevo en otro que gemía, lloraba y oraba. Advierto el estiércol, busco el lugar. Presté oído a su oración, y le escuché decir: Yo he dicho: «Señor, ten compasión de mí; sana mi alma, porque he pecado contra ti.» Gime por sus pecados; reconozco el campo y quedo a la espera del fruto. ¡Gracias a Dios! El estiércol está en buen lugar, no está ahí de más, está produciendo fruto.
San Agustín, Sermón 254, 3-4

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP