Nadie da de lo que no tiene (5) ¿QUÉ HACER?
No quiero dejar de hablarte de otra
posibilidad muy hermosa para tu vida de evangelizador. De los muchos discípulos
que tenía Jesús, doce de ellos, llamados por Él, dejaron todo (padre, madre,
casa, hermanos y hacienda) para seguirle, para estar con Él y predicar el
evangelio.
¿No se te ha ocurrido nunca la idea de
que Dios pueda contar también contigo para seguirle, dejando todo, y vivir una
vida entregada a Él en el sacerdocio, la vida religiosa o en algún instituto de
vida laical?
Deja que Él haga en ti lo que quiera. No
te cierres a esa posibilidad. Sé generoso con Dios, que te ha dado todo, y con
tus hermanos, que te necesitan dispuesto a todo y a tiempo completo. Cristo se
despojó de sí mismo y entregó hasta la propia vida por ti. Y así lo han
seguido muchos miles de hombres y mujeres a lo largo de la historia de la
Iglesia. Y hoy.
Y ahora, a trabajar. Como laico, como
sacerdote, como religioso. Según sea el estado de vida al que el Señor te ha
llamado. No te quedes de brazos cruzados. Ser "rico de Dios" no te da
derecho a seguir acumulando y conservar únicamente para ti. De los acaparadores
es el reino de los infiernos. No puedes ser avaro y ruin con lo que tienes.
Tu encuentro con Cristo no puede ser el
final feliz de un camino, sino una nueva exigencia. Un punto de partida. Tu fe
puja para comunicarse a otros a través de ti. Eres mediación de Dios. Recuerda
las palabras de Agustín: "Sé siempre arroyo que fluye, nunca depósito que
contiene y represa" (Serm. 101, 6).
Y termino con las mismas palabras, que
hago mías, con las que concluye la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi:
"En la mañana de Pentecostés, María presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza" (n. 82).
PALABRAS DE AGUSTÍN
"Lo que os distribuyo, no es mío. De lo que coméis, de eso como, de lo que vivís, de eso vivo. En el cielo tenemos nuestra despensa común, pues de allí procede la palabra de Dios" (Serm. 95, 1).
"De donde yo vivo, de allí saco mis palabras; os proporciono aquello de lo que me alimento yo mismo" (Serm. 319A, 1).
"Si en el sermón os doy algo bueno, no lo daré yo, sino que lo dará aquel de quien todos recibimos, pues todos esperamos en Él" (Serm. 2, 6).
"Y de lo que he podido investigar pensando, o explicar hablando, demos gracias a aquel de quien buscamos, a quien pedimos y a quien llamamos para tener con qué alimentarnos nosotros meditando y serviros a vosotros hablando" (Serm. 71, 38).
"Habéis escuchado el salmo: 'Creí, por eso hablé'. No pudo creer y quedarse callado. El que no da es ingrato para con quien lo llena a él; todos deben dar de aquello de lo que han sido llenados" (Serm. 260E, 2).
P. Teodoro Baztán Basterra, OAR.
Lámparas de Barro. Págs.339-341
0 comentarios:
Publicar un comentario