martes, diciembre 15, 2015

La antorcha de la fe

 Todavía en las tinieblas de esta vida, caminamos a la lámpara de la fe; agarremos también nosotros la lámpara, Juan, y con ella confundamos a los enemigos de Cristo; mejor dicho, confunda él mediante su lámpara a sus enemigos. Preguntemos también nosotros lo que el Señor a los judíos; preguntemos y digamos: El bautismo de Juan, ¿de dónde es, del cielo o de los hombres? Por si también ellos mediante la lámpara quedan confundidos como enemigos, ved qué van a decir. ¿Qué van a decir? Si dicen «de los hombres», los lapidarán incluso los suyos mismos; si, en cambio, dicen «del cielo», digámosles: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Quizá dicen: «Le creemos». ¿Cómo, pues, decís que bautizáis vosotros, y Juan dice: Éste es quien bautiza? Replican: «Pero conviene que sean justos los ministros de juez tan importante». También yo digo y todos decimos que conviene que sean justos los ministros de juez tan importante. Sean justos los ministros, si quieren; pero, si no quieren ser justos quienes se sientan en la cátedra de Moisés, me da seguridad mi Maestro, de quien su Espíritu dijo: Éste es quien bautiza. ¿Cómo me da seguridad? Los escribas y los fariseos, afirma, se sientan en la cátedra de Moisés; haced lo que dicen, pero no hagáis lo que hacen, pues dicen, pero no hacen (Mt 23,2-3).

Si el ministro es justo, lo cuento con Pablo, lo cuento con Pedro. Con éstos cuento a los ministros justos, porque los ministros verdaderamente justos no buscan su gloria, pues son ministros, no quieren ser tenidos por jueces, se horrorizan de que se ponga en ellos la esperanza; cuento, pues, con Pablo al ministro justo. En efecto, ¿qué dice Pablo? Yo planté, Apolo regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Ni quien planta ni quien riega es algo, sino quien da el crecimiento, Dios (1Co 3,6-7). A quien, en cambio, es ministro orgulloso se le cuanta con el diablo. Pero no se contamina el don de Cristo: lo que a través de aquél fluye puro, lo que por aquél pasa límpido, llega a la tierra fértil. Supón que aquél es de piedra porque del agua no puede sacar fruto: por un canal también de piedra pasa el agua, pasa el agua a los arriates; en el canal de piedra nada engendra; en cambio trae a los huertos muchísimo fruto. En efecto, el vigor espiritual del sacramento es como la luz: pura la reciben esos a quienes va a iluminar y, aunque pase por inmundos, no se ensucia. Los ministros sean simple y llanamente justos y busquen no su gloria, sino la de ese cuyos ministros son. No digan: «El bautismo es mío», porque no es de ellos. Fíjense en Juan mismo. He aquí que Juan estaba lleno del Espíritu Santo y recibido del cielo, no de hombres, tenía el bautismo. Pero ¿hasta qué punto lo tenía? Él dijo: Preparad el camino al Señor ( Is 40,3; Jn 1,2). Pero, cuando el Señor fue conocido, él en persona se hizo el Camino. Ya no hacía falta el bautismo de Juan para preparar el camino al Señor.

Ev. Jn. Trat. V, 15

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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