domingo, abril 26, 2015

IV Domingo de Pascua - B- Reflexión

Llamaré a la oveja descarriada, buscaré a la perdida.
Quieras o no, lo haré.
Y aunque al buscarla
me desgarren las zarzas de los bosques,
 pasaré por todos los lugares, por angostos que sean;
derribaré todas las vallas;
en la medida en que me dé fuerzas el Señor,
recorreré todo.
Si no quieres tener que soportarme,
no te extravíes, no te pierdas (Sermón 46)


Este domingo es conocido popularmente como el domingo del Buen Pastor. Es el mismo Jesús quien se refiere a sí mismo diciendo: Yo soy el Buen Pastor. La imagen del Buen Pastor es la primera que se conoce en la iconografía cristiana. Apareció en una de las catacumbas de Roma.

El evangelio de este domingo presenta varias características que definen a Jesús como buen pastor:

1. El buen pastor da la vida por sus ovejas. Hace menos de un mes celebrábamos la entrega de Jesús a la muerte para darnos vida. Nunca se buscó a sí mismo. Procuró siempre el bien de los demás. Si el mercenario, el que trabaja para el dueño del rebaño, huye cuando ve el peligro, Jesús, el Buen Pastor,  no.

Su amor fue y es tan fuerte, tan sacrificado y tan generoso, que prefirió sacrificar su vida hasta la muerte para que nosotros, sus ovejas, no muriéramos para siempre, sino que tuviéramos vida para siempre.

Fue una muerte dolorosa, pero redentora. Ahora vive, porque resucitó. Y nosotros vivimos por él. 

2. El buen pastor conoce a sus ovejas. Cuando por el campo vemos un rebaño, todas las ovejas nos parecen iguales. Pero el pastor de ese rebaño, cuando el rebaño no es grande, las conoce, en lo que cabe, una por una y distingue unas de otras. 

Y porque las conoce, procura dar a cada una el trato y cuidado que requieren. Sabe cuál es la más lenta, la de más años, la que va a parir, la enferma, la más despistada… Digo en lo que cabe.

Así también Jesús: Nos conoce porque nos ama. Sabe nuestra historia personal, comprende nuestros problemas y debilidades, conoce nuestras aspiraciones y anhelos, está al tanto de nuestros esfuerzos para caminar como creyentes y seguidores suyos… porque camina con nosotros y nos ama.

3. El buen pastor guía a sus ovejas. Es curioso ver cómo es el pastor quien va delante del rebaño, y no detrás. Ellas le siguen y el las va llevando al lugar mejor para pastar. Camina con ellas, hasta -es un decir- ser parte del rebaño. Si el camino es difícil y duro, lo será también para él. Si el peligro acecha, lo acechará también a él. Nunca las abandona. Le siguen “porque escuchan su voz”.

La Iglesia no es un rebaño en el sentido peyorativo de la palabra. Es una comunidad de seguidores de Jesús. No es una comunidad estática, sino siempre en camino con Cristo caminante con nosotros. Él nos guía con su palabra, con su vida entregada, con su amor, su gracia y su perdón.

Con él no hay pérdida posible. Siguiéndole a él, llegamos al Padre, salvación para todos. Nadie va al Padre sino por mí, dirá. La fe es un caminar nada fácil pero seguro, es un camino oscuro muchas veces, pero luminoso si nos dejamos iluminar por la única luz, fuente de toda luz, que es Jesucristo.  Otro punto:

4. Para formar un solo rebaño con un solo pastor.  Abunda en el mundo -no creo que entre nosotros- el pecado de la división, de la discordia y de la marginación. Abunda el pecado del egoísmo y la soberbia. Tendemos, quizás, a aislarnos y desentendernos de los problemas de los demás, y emprendemos nuestro propio camino. 

El pecado, cualquiera que él sea, es disgregación y ruptura. Ruptura con Dios cuando es grave, y disgregación porque nos manda por otro camino. La tendencia a la separación es quizás más fuerte que la tendencia a la unidad. Por eso necesitamos un guía, un pastor, un líder.

Y este guía, pastor, líder es Cristo. No porque sea el mejor, sino porque es el único. No es camino, verdad y vida, sino el camino, la verdad y la vida. No hay otro camino que nos lleve al Padre, no hay otra verdad fuente de toda verdad, y es la vida que alimenta y sacia nuestra hambre y sed de Dios.

Cuando nos reunimos para celebrar la eucaristía, él es quien nos preside. Cuando escuchamos la Palabra, es él quien nos habla y él a quien escuchamos, y “reconocemos su voz”, como dice el evangelio de hoy. Cuando nos ha alimentado y acaba la celebración, es él quien nos envía a nuestro mundo a comunicar vida en su nombre, a ser pastores con él y guiar a quienes no encuentran el camino de la verdad y la vida. Nos envía  a formar un solo rebaño bajo un solo pastor.

Hoy se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
P. Teodoro Baztán

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Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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