viernes, febrero 27, 2015

Saludo del Padre Ismael Ojeda -Reflexión-

Estimadas Madres Cristianas Santa Mónica de Perú:

Con agrado me pongo en comunicación con ustedes para desearles lo mejor en el Amor del Señor, como personas y como madres y esposas.

En este tiempo cuaresmal quiero recordarles que no están solas en su oración, en su intercesión y en su combate cristiano contra el mal.

Durante la Cuaresma toda la Iglesia, como una Madre próvida y feliz, no ceja de rogar a Dios por los hijos que han sido infieles a su Bautismo, pide insistentemente por la conversión de los pecadores, llora por sus hijos alejados de Dios y del hogar y esclavizados en el error o en el vicio.

Ahora, más que nunca, ustedes deben crecer en su espiritualidad, en su vocación, en su identidad y alegría cristiana.

Tiene que ser la Cuaresma una escalada hacia la plenitud de esposas y de madres cristianas, que están dando a luz a sus propios hijos y esposos en la fe, que los están alumbrando con la Luz de Cristo y que gozan con el Padre Dios que, como una Madre, hace fiesta con los hijos pródigos que vuelven al Hogar.

Ánimo, pues, no están solas. Toda la Iglesia las acompaña, las sostiene y las anima en su noble misión familiar, social y eclesial.

Para concluir les comparto que en España, Argentina y también aquí en Perú se están formando más coros de oración. Estamos avanzando... hacia la meta.

Dios me las bendiga y siga estando grande con ustedes. Les adjunto unas consideraciones sobre la "paciencia" del Señor en su pasión, que les pueden
ayudar mucho.

Un abrazo. Les deseo una provechosa Cuaresma y una feliz Pascua de Resurrección. Con cariño, p. Ismael

MENSAJE CUARESMAL PARA LAS MADRES MÓNICAS


Del Espejo de caridad, del beato Elredo, abad: Debemos practicar la caridad fraterna según el ejemplo de Cristo
Nada nos anima tanto al amor de los enemigos, en el que consiste la perfección de la caridad fraterna, como la grata consideración de
aquella admirable paciencia con la que aquél que era el más bello de los hombres entregó su atractivo rostro a las afrentas de los impíos, y sometió sus ojos, cuya mirada rige todas las cosas, a ser velados por los inicuos;
aquella paciencia con la que presentó su espalda a la flagelación, y su cabeza, temible para los principados y potestades, a la aspereza de las espinas;
aquella paciencia con la que se sometió a los oprobios y malos tratos, y con la que, en fin, admitió pacientemente la cruz, los clavos, la lanza, la hiel y el vinagre, sin dejar de mantenerse en todo momento suave, manso y tranquilo.
En resumen, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
¿Habrá alguien que, al escuchar aquella frase admirable, llena de dulzura, de caridad, de inmutable serenidad: “Padre, perdónalos”, no se apresure a abrazar con toda su alma a sus enemigos? Padre -dijo-, perdónalos. ¿Quedaba algo más de mansedumbre o de caridad que pudiera añadirse a esta petición?
Sin embargo, se lo añadió. Era poco interceder por los enemigos; quiso también excusarlos. "Padre -dijo-, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Son, desde luego, grandes pecadores, pero muy poco perspicaces; por tanto, Padre, perdónalos.

Crucifican; pero no saben a quién crucifican, porque, si lo hubieran sabido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Piensan que se trata de un prevaricador de la ley, de alguien que se cree presuntuosamente Dios, de un seductor del pueblo.
Pero yo les había escondido mi rostro, y no pudieron conocer mi majestad; por eso, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen."

En consecuencia, para que el hombre se ame rectamente a sí mismo, procure no dejarse corromper por ningún atractivo mundano. Y para no sucumbir ante semejantes inclinaciones, trate de orientar todos sus afectos hacia la suavidad de la naturaleza humana del Señor.

Luego, para sentirse serenado más perfecta y suavemente con los atractivos de la caridad fraterna, trate de abrazar también a sus enemigos con un verdadero amor.

Y para que este fuego divino no se debilite ante las injurias, considere siempre con los ojos de la mente la serena paciencia de su amado Señor y Salvador (Libro 3, 5: PL 195, 582).
.
Consideración de la humanidad de Cristo:
1. Para compadecerlo como víctima de nuestros pecados. (También nosotros somos con frecuencia víctimas de los pecados y agravios de los demás).
2. Para imitarlo en su paciencia y perdón. (Si Él, siendo inocente, sufrió, perdonó y tuvo paciencia infinita... quiénes somos nosotros para quejarnos).
3. Para comprender y acompañar a los demás cuando sufren por cualquier motivo. (El que más da, más puede seguir dando; al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; el cristiano es una persona que crece en madurez, saca fuerzas de su debilidad, hasta devuelve bien por mal, ahogando el mal a fuerza de bien. Las madres cristianas están llamadas a esta madurez y fortaleza en Cristo).

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP