Miércoles de Ceniza
¡LES ROGAMOS EN NOMBRE DE CRISTO
QUE SE RECONCILIEN CON DIOS!
2Cor, 5,20-6,2: El pecado, no la naturale-za, nos había hecho enemigos de Dios
Oísteis al Apóstol cuando se leía: Somos como embajadores en nombre de Cristo, y como si Dios lo hiciera por nuestra boca, os rogamos en nombre de Cristo; esto es, como si Cristo os rogase, ¿qué? Que os reconciliéis con Dios. Si el Apóstol nos exhorta y ruega que nos reconciliemos con Dios, es porque éramos enemigos de Dios, ya que nadie se reconcilia sino de las enemistades. El pecado, no la naturaleza, nos había hecho enemigos de Dios. Y de donde vino la enemistad con Dios vino la esclavitud del pecado. Dios no tiene enemigos libres: necesariamente son esclavos, y serán siempre esclavos si no son libertados por Aquel cuyos enemigos quisieron ser por el pecado. Os rogamos, dice, en nombre de Cristo, que os reconciliéis con Dios. Y ¿cómo nos hemos de reconciliar sin pagar la deuda que media entre Él y nosotros? Pues dice por el profeta que no ha entupido sus oídos para no oír, pero vuestras iniquidades os separan a vosotros de Él. Y no es posible la reconciliación si no se quita lo que está en medio y se pone lo que debe estar. Hay un medio que separa; pero hay un mediador que reconcilia: el medio que separa es el pecado, y el mediador que reconcilia es nuestro Señor Jesucristo, porque uno es Dios y uno también el mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. Para quitar el muro que separa, que es el pecado, vino Él como mediador y se hizo sacerdote y víctima. Y porque se hizo víctima por el pecado, ofreciéndose a sí mismo en holocausto en la cruz de su pasión, sigue diciendo el Apóstol, después de haber dicho: Os rogamos, en nombre de Cristo, que os reconciliéis con Dios, como si nosotros dijéramos: ¿cómo podemos reconciliarnos? A Aquel, dice, esto es, el mismo Cristo, que no conoció pecado, por nosotros hizo pecado, para que nosotros seamos en Él justicia de Dios. El mismo Cristo Dios, dice, que no conoció el pecado, vino en carne, es decir, en la semejanza de carne de pecado; pero en la carne de pecado sin absolutamente pecado alguno, y por eso se hizo verdadera víctima por el pecado, porque Él no tenía ningún pecado.
San Agustín, Sobre el Evangelio de San Juan, 41,5
Queridas Madres Cristianas Santa Mónica de Perú: Que estén muy bien.
Les
deseo de corazón que la gracia de esta Cuaresma llegue a sus personas y
a sus hogares y que sea un bálsamo de bendición. Les recuerdo que las
Vivencias Cuaresmales, día a día, las encuentran en:
Con estima personal, p. Ismael
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