martes, enero 13, 2015

Reflexión

CONFIANZA Y DOCILIDAD

   Jesús vivió en el Jordán una experiencia que marcó para siempre su vida. No se quedó ya con el Bautista. Tampoco volvió a su trabajo en la aldea de Nazaret. Movido por un impulso incontenible, comenzó a recorrer los caminos de Galilea anunciando la Buena Noticia de Dios.

Como es natural, el evangelista Marcos no puede describir lo que ha vivido Jesús en su intimidad, pero ha sido capaz de recrear una escena conmovedora para sugerirlo. Está construida con rasgos «míticos» de hondo significado. «Los cielos se rasgan»: ya no hay distancias; Dios se comunica íntimamente con Jesús. Se oye «una voz venida del cielo: Tú eres mi hijo querido. En ti me complazco».

   Lo esencial está dicho. Esto es lo que Jesús escucha de Dios en su interior: «Tú eres mío. Eres mi hijo. Tu ser está brotando de mí. Yo soy tu Padre. Te quiero entrañablemente; me llena de gozo que seas mi hijo; me siento feliz». En adelante, Jesús no lo llamará con otro nombre: Abbá, Padre.

De esta experiencia brotan dos actitudes que Jesús vivió y trató de contagiarnos a todos: confianza increíble en Dios y docilidad. Jesús confía en Dios de manera espontánea. Se abandona a él sin recelos ni cálculos. No vive nada de forma forzada o artificial. Confía en Dios. Se siente hijo querido.

   Por eso nos enseña a llamarle a Dios «Padre». Le apena la «fe pequeña» de sus discípulos. Con esa fe raquítica no se puede vivir. Nos repite una y otra vez: «No tengáis miedo. Confiad». Toda su vida la pasó infundiendo confianza en Dios.

   Al mismo tiempo, Jesús vive en una actitud de docilidad total a Dios. Nada ni nadie le apartará de ese camino. Como hijo bueno, busca ser la alegría de su padre. Como hijo fiel, vive identificándose con él, imitándole en todo.

Es lo que trata de enseñarnos a todas las generaciones: «Imitad a Dios. Pareceos a vuestro Padre. Sed buenos como vuestro Padre del cielo es bueno. Reproducid su bondad. Es lo mejor para la humanidad».

   En tiempos de crisis de fe no debemos perdernos en lo accesorio y secundario. Es esencial cuidar lo esencial: la confianza total en Dios y la docilidad humilde. Todo lo demás viene después.

   Es una pena que, a pesar de decirnos seguidores de Jesús, volvamos tan fácilmente a imágenes regresivas del Antiguo Testamento abandonando la experiencia más genuina de Dios.
P. Julián Montenegro




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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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