CRISTO REY
SI QUIERES QUE JESUCRISTO REINE
EN TU CORAZÓN Y EN TU VIDA,
ESFUÉRZATE POR SER REALMENTE SUYO,
SU HERMANO, SU AMIGO.
ÉL TE CONCEDE ESTE DON SI SE LO PIDES DE CORAZÓN.
Mt 25, 31-46: Tenéis a Cristo sentado en el cielo y mendigo en la tierra
Todo el día se compadece y presta (et feneratur). La palabra latina feneratur significa dar y recibir a interés; con más claridad se entiende si decimos fenerat. ¿Qué nos importa a nosotros lo que intentan los gramáticos? Mejor me entendéis cometiendo un barbarismo que haciéndoos diestros en nuestra disertación. Luego este justo todo el día se compadece y presta a interés. Pero no se alegren los usureros o prestamistas. Hemos encontrado, por fin, a un cierto usurero o prestamista, como ya hemos hallado un cierto pan, para que así, abierto por completo el techo, lleguemos a Cristo. No quiero que seáis usureros; y no lo quiero porque Dios tampoco lo quiere. Si yo no lo quiero, pero lo quiere Dios, sedlo; si Dios no lo quiere, aunque lo quiera yo, para su mal lo es quien lo es. ¿En dónde aparece que Dios no lo quiere? En donde se dijo: El que no entregó su dinero a usura. Pienso que los mismos usureros conocieron cuán detestable, cuán abominable y cuán digno de ser execrado es esto.
Por otra parte, yo mismo, es más, el mismo Dios nuestro, que te prohíbe ser usurero, te manda ser usurero, y así se te dice: Presta a Dios con usura. Si prestas al hombre, tienes esperanza (de recibir), y si prestas a Dios, ¿no la tendrás? Si hubieres prestado al hombre, es decir, si hubieses dado tu dinero a interés a alguno de quien esperas recibir algo más de lo que le diste, no sólo de dinero, sino algo más de lo que diste de trigo, de vino, de aceite o de cualquier otra cosa; si esperas, repito, recibir más de lo que le diste, eres usurero, y en esto debes ser vituperado, no alabado.
¿Qué haré, dices, para ser útilmente usurero? Atiende a lo que hace el usurero. Sin duda quiere dar poco y recibir mucho; haz tú esto también: da cosas pequeñas y recibe cosas grandes. Ve cómo crece como la espuma tu ganancia. Da las cosas temporales y recibe las eternas; da tierra y recibe cielo. Quizá dirás: ¿A quién daré? El mismo Señor, que prohibía prestar a interés, se adelanta a decirte a quién debes prestar a interés. Escucha a la Escritura y oirás cómo debes prestar al Señor: Presta, dice, al Señor el que se compadece del pobre. El Señor no necesita de ti, pero tienes a otro que necesita de ti; no obstante, Él recibe, a Él das. El pobre no tiene qué devolverte, y, sin embargo, quiere retribuir y no encuentra con qué; sólo le queda la buena voluntad de orar por ti. Cuando el pobre ruega por ti a Dios, dice como de esta manera: Señor, recibe el préstamo; sé mi fiador. Por tanto, si no tienes al pobre que pueda retribuir, no obstante, tienes un buen fiador. Ve que Dios te dice en su Escritura: Da lleno de confianza, que yo retribuyo. ¿Cómo suelen hablar los fiadores? ¿Qué dicen? Yo devuelvo, pues soy yo el que recibo, a mí me das. ¿Acaso no creemos que dice esto Dios: Yo recibo, a mí me das? Cristo Dios dijo, lo que no puede dudarse: Tuve hambre, y me disteis de comer. Y habiéndole respondido ellos: ¿Cuándo te vimos hambriento?, contesta, para demostrar que Él era fiador de los pobres, fiador de todos sus miembros, puesto que Él es cabeza y ellos miembros, y cuando reciben los miembros recibe también la cabeza: Cuando a uno de mis pequeñuelos lo hicisteis, a mí me lo hicisteis.
¡Ea, prestamista avaro, mira lo que diste, ve lo que has de recibir! Si hubieses dado poco dinero y aquel a quien diste te diera por el poco dinero una gran quinta, de valor incomparablemente mayor que el dinero que tú le entregaste, ¡qué gracias darías, cómo te alborozarías! Oye la posesión que te dará aquel a quien prestaste a interés: Venid, benditos de mi Padre, recibid... ¿Qué? ¿Lo que disteis? No. Disteis cosas terrenas, y si no las hubierais dado, se corromperían en la tierra. ¿Qué habíais de hacer de ellas si no las hubieseis dado? Lo que había de perecer en la tierra se conservó en el cielo. Luego lo que se conservó, esto hemos de recibir. Se depositó el mérito; tu mérito se hizo tu tesoro. Porque mira lo que has de recibir: Recibid el reino que os está preparado desde el principio del mundo. Por el contrario, aquellos que no quisieron prestar, ¿qué oirán? Id al juego eterno que se preparó para el diablo y sus ángeles. ¿Cómo se llama el reino que recibiremos? Atiende a lo que sigue: Estos irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna. Ambicionad esto, compradlo, prestad con este fin a interés. Tenéis a Cristo sentado en el cielo y pidiendo en la tierra. Hemos encontrado cómo presta a interés el justo: Todo el día se compadece y presta a interés.
San Agustín, Comentario al salmo 36, sermón 3, 6
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