domingo, junio 02, 2013

Corpus Christi

Hacer Memoria de Jesús

Al narrar la última Cena de Jesús con sus discípulos, las primeras generaciones cristianas recordaban el deseo expresado de manera solemne por su Maestro: «Haced esto en memoria mía». Así lo recogen el evangelista Lucas y Pablo, el evangelizador de los gentiles.

Desde su origen, la Cena del Señor ha sido celebrada por los cristianos para hacer memoria de Jesús, actualizar su presencia viva en medio de nosotros y alimentar nuestra fe en él, en su mensaje y en su vida entregada por nosotros hasta la muerte. Recordemos cuatro momentos significativos en la estructura actual de la misa. Los hemos de vivir desde dentro y en comunidad.

La escucha del Evangelio. Hacemos memoria de Jesús cuando escuchamos en los evangelios el relato de su vida y su mensaje. Los evangelios han sido escritos, precisamente, para guardar el recuerdo de Jesús alimentando así la fe y el seguimiento de sus discípulos.

Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida. Por eso, lo hemos de escuchar en actitud de discípulos que quieren aprender a pensar, sentir, amar y vivir como él.

La memoria de la Cena. Hacemos memoria de la acción salvadora de Jesús escuchando con fe sus palabras: "Esto es mi cuerpo. Vedme en estos trozos de pan entregándome por vosotros hasta la muerte... Éste es el cáliz de mi sangre. La he derramado para el perdón de vuestros pecados. Así me recordaréis siempre. Os he amado hasta el extremo".

En este momento confesamos nuestra fe en Jesucristo haciendo una síntesis del misterio de nuestra salvación: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús". Nos sentimos salvados por Cristo nuestro Señor.

La oración de Jesús. Antes de comulgar, pronunciamos la oración que nos enseñó Jesús. Primero, nos identificamos con los tres grandes deseos que llevaba en su corazón: el respeto absoluto a Dios, la venida de su reino de justicia y el cumplimiento de su voluntad de Padre. Luego, con sus cuatro peticiones al Padre: pan para todos, perdón y misericordia, superación de la tentación y liberación de todo mal.

La comunión con Jesús. Nos acercamos como pobres, con la mano tendida; tomamos el Pan de la vida; comulgamos haciendo un acto de fe; acogemos en silencio a Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida: "Señor, quiero comulgar contigo, seguir tus pasos, vivir animado con tu espíritu y colaborar en tu proyecto de hacer un mundo más humano".
                                    
Abusos

Se ha publicado recientemente un documento romano que tiene como finalidad «proteger» la celebración litúrgica de la eucaristía frente a determinados «abusos» en la observancia del ritual. Sin embargo, el mismo documento advierte en su introducción que «la mera observancia externa de las normas, como resulta evidente, es contraria a la esencia de la sagrada liturgia».

No basta observar correctamente los ritos. Nos puede preocupar que no se observe estrictamente la normativa, pero lo que nos ha de inquietar es seguir celebrando rutinariamente la Cena del Señor sin plantearnos una renovación más profunda de nuestra vida. Lo dijo Jesús. Lo decisivo no es gritarle «Señor, Señor», sino hacer la voluntad del Padre. Por eso, hemos de recordar otros posibles abusos.

Es un grave abuso terminar convirtiendo la misa en una especie de «coartada religiosa» que tranquiliza nuestra conciencia, y nos dispensa de vivir día a día en el seguimiento fiel a Jesús. El teólogo y biblista Von Allmen llega a decir: «La Cena hace enfermar a las Iglesias cuando no es un lugar de un amor confesado y compartido, y cuando no lanza a los creyentes al mundo para que den en él testimonio del evangelio».

Es un abuso comulgar con Cristo ritualmente sin preocuparnos de comulgar con los hermanos; compartir el pan eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan, de justicia y dignidad; celebrar «correctamente» el memorial del Crucificado y seguir insensibles ante los crucificados que prolongan hoy su pasión.

Es un abuso celebrar semanalmente el sacramento del amor sin hacer algo más por suprimir nuestros egoísmos y sin cultivar con más cuidado la amistad y la solidaridad. Es una «comedia» darnos sonrientes la paz del Señor y no eliminar de nuestro corazón resentimientos, odios y actitudes de exclusión.

Hoy celebramos los cristianos la fiesta del Corpus Christi» ¿Qué diría hoy Jesús de nuestras eucaristías? ¿Qué le preocuparía? ¿Nos mandaría de nuevo interrumpir nuestros ritos ante el altar, para ir antes a crear una sociedad más justa y reconciliada?

P. Julián Montenegro

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