sábado, abril 23, 2011

SÁBADO SANTO

Dame tu mano, María,

la de las tocas moradas;
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla,
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.

¿Dónde está ya el mediodía
luminoso en que Gabriel,
desde el marco del dintel,
te saludó: “Ave María”?,
Virgen ya de la agonía,
tu Hijo es el que cruza ahí,
Déjame hacer junto a ti
ese augusto itinerario.
Para ir al monte Calvario,
cítame en Getsemaní.

Déjame que te restañe
ese llanto cristalino,
y a la vera del camino
permite que te acompañe.
Deja que en lágrimas bañe
la orla negra de tu manto
a los pies del árbol santo,
donde tu fruto se mustia.
Capitana de la angustia:
No quiero que sufras tanto.

Qué lejos, Madre,
la cuna y tus gozos de Belén:
“No, mi niño, no.
No hay quien de mis brazos te desuna.”

Y rayos tibios de luna,
Entre las pajas de miel,
Le acariciaban la piel
Sin despertarle. ¡Qué larga
Es la distancia y qué amarga de
Jesús muerto a Emmanuel!

A ti, doncella graciosa,
Hoy maestra de dolores,
Playa de los pecadores,
Nido en que el alma reposa,
A ti, ofrezco, pulcra rosa,
Las jornadas de esta vía,
A ti, Madre, a quien quería
Cumplir mi humilde promesa,
A ti celestial princesa,
Virgen sagrada María. Amén

Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.

La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.

Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro. Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".

Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."

El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).

Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:

"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".

Vigilia Pascual

La celebración es el sábado por la noche, es una Vigilia en honor del Señor, según una antiquísima tradición (Ex. 12, 42), de manera que los fieles, siguiendo la exhortación del Evangelio (Lc. 12, 35 ss), tengan encendidas las lámparas como los que aguardan a su Señor cuando vuelva, para que, al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.

La Vigilia Pascual se desarrolla en este orden:

Breve Lucernario

Se bendice el fuego. Se prepara el cirio en el cual el sacerdote con un punzón traza una cruz. Luego marca en la parte superior la letra Alfa y en la inferior omega, entre los brazos de la cruz marca las cifras del año en curso. A continuación se anuncia el Pregón Pascual.

Liturgia de la Palabra

En ella la Iglesia confiada en la Palabra y la promesa del Señor, media las maravillas que desde los comienzos realizó Dios con su pueblo.

Liturgia Bautismal

Se llama a los catecúmenos, quienes son presentados ante el pueblo por sus padrinos: si son niños serán llevados por sus padres y padrinos. Se hace la renovación de los compromisos bautismales.

Liturgia de la Eucaristía

Al acercarse ya el día de la Resurrección, la Iglesia es invitada a participar en el banquete eucarístico, que por su Muerte y Resurrección, el Señor preparó para su pueblo. En él participan por primera vez los neófitos.

Toda la celebración de la Vigilia pascual se realiza durante la noche, de tal manera que no se vaya a comenzar antes de iniciarse la noche, o se termine la aurora del Domingo.

La Misa, aunque se celebre antes de la media noche, es la Misa Pascual del Domingo de Resurrección. Los que participan en esta misa, pueden volver a comulgar en la segunda Misa de Pascua.

El sacerdote y los ministros se revisten de blanco para Misa. Prepárense cirios para todos los que participan en la Vigilia.

(Tomado de ACIPrensa.com)

REFLEXIÓN

El Viejo Testamento es, pues, promesa figurada. El Nuevo Testamento es promesa espiritualmente entendida. La Jerusalén que estaba en la tierra, pertenecía al Viejo Testamento, pero era la imagen de la Jerusalén que está en el cielo y pertenece al Nuevo Testamento. La circuncisión carnal pertenece al Viejo Testamento; la del corazón pertenece al Nuevo. El pueblo es liberado de Egipto según el Antiguo testamento; pero es liberado del diablo según el Nuevo. Los perseguidores egipcios y el faraón persiguen a los judíos mque huyen de Egipto; y persiguen al pueblo cristiano sus propios pecados y el diablo, príncipe de los pecados. Y así como los egipcios persiguen a los judíos hasta el mar, así los pecados persiguen a los cristianos hasta el bautismo.

Atended, hermanos y entended: los judíos son liberados por el mar y los egipcios son ahogados en el mar; los cristianos son liberados en la remisión de los pecados, los pecados son borrados por el bautismo. Salen los judíos del mar Rojo y caminan por el desierto; así los cristianos después del bautismo, todavía no están en la tierra de promisión, sino en esperanza. Este mundo es un desierto: para un auténtico cristiano es un desierto después del bautismo, si entiende bien lo que recibió. Si no sólo se verificaron en él signos corporales, sino también efectos espirituales en su corazón, entiende que vive en peregrinación, que anhela la patria. Y mientras la desea, está en esperanza. En esperanza estamos salvados. Mas la esperanza que se ve no es esperanza. Porque lo que uno ve ¿cómo lo espera? Y si esperamos lo que no vemos, vivimos en la expectación con paciencia (Rom 8, 24-25).

Esta paciencia en el desierto hace que esperemos algo. Quien piensa que ya está en la patria, no llegará a la patria. Si se cree en la patria, se queda en el camino. Para no quedarse en el camino, espere la patria, desee la patria, no se desvíe. Porque acaecen tentaciones. Como sobrevienen en el desierto tentaciones, así sobrevienen después del bautismo. No sólo era los egipcios los enemigos de los judíos, porque los perseguían al salir de Egipto; esos eran enemigos pasados; así persigue a cada cual su vida pasada y sus propios pecados, con el diablo que es su príncipe.

Pero hubo también en el desierto quienes trataron de impedir el camino, y fue menester pelar con ellos y vencerlo. Así, tras el bautismo, cuando el cristiano comienza a recorrer el camino de su corazón con la esperanza de las promesas de Dios, no se desvíe. Sobrevienen tentaciones que sugieren algo diferente, delicias de este mundo, otro género de vida, para que abandone el camino y desista del propósito. Si vence esos deseos y esas sugestiones, son superados los enemigos en el camino y el pueblo llega a la patria.

Sermón 4,9

DESPEDIDA EN LA ERMITA

Hoy es el alma de tristeza
tan amarga despedida
que la Madre de pureza
hizo de Jesús su vida.

Postrada ante su grandeza
Contempla cual dolorida
Nuestra Madre soberana
llorando se despedía.

Del hijo de sus entrañas
Y de esta suerte decía:
¡A Dios Jesús amoroso!
¡A Dios claro Sol del alma!
¡A Dios celestial esposo
de mi virginada palma!
de mi vientre fruto hermoso
¡A Dios lucero inmortal
a Dios lumbre de mis ojos
que me dejáis cual rosal,
entre espinas y entre abrojos
y en una vida inmortal.

Hijo que a morir te vas
¡A Dios fin de mis suspiros
ya no te veré jamás
pues nací para serviros,

Y para penar no más
¡A Dios Virgen Dolorosa!
Que con tan inmenso
lloráis en ver a tu hijo
en el sepulcro ya muerto.

No lloréis Virgen piadosa
aunque se va vuestro amor
antes que pasen tres días
volverá a verse con vos.

Romanillos de Medinaceli
Miguel Valladares García, Primitiva García y Mª Ángeles Valladares Ramírez

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP