domingo, abril 03, 2011

Japón: Ejemplo de Solidaridad

En medio del caos y el apocalipsis que pareciera estamos viviendo, el último mega desastre ocurrido el pasado 11 de marzo en Japón, parece haber sido predestinado justo para ese lugar: un país con un enorme sentido de hermandad y fortaleza para superar aún los obstáculos y tragedias más inimaginables.

Prueba de ello, es la actitud del pueblo japonés ante estas experiencias. Sus reacciones aún en medio del dolor y la tragedia, por tantas pérdidas humanas y materiales, son realmente un gran ejemplo para el mundo entero. Los comentarios tanto de los japoneses como de extranjeros viviendo actualmente en el país, lo confirman:

“Después del terremoto, estaba cansado, esperando un tren que nunca llegaba. Sentado en el andén, un “homeless” (indigente vagabundo) me ofreció su caja de cartón, porque hacía mucho frío. Yo solía ver a ese tipo de personas con ojos de desprecio… pero ese gesto me entibió el corazón”.


“En los supermercados donde están tiradas las mercancías en el suelo, los japoneses las recogen con cuidado, las acomodan en los anaqueles y luego se forman en la cola, para pagar en la caja… Y en las líneas de tren que comenzaron a funcionar, en un vagón llenísimo, se vio que un viejito quería dar su asiento a una joven mujer embarazada…”


“Aquí nadie piensa en robar, ni abusar, al contrario se ayudan, se muestran muy disciplinados y caballerosos. Se piensa que los japoneses eran muy fríos, pero en estas ocasiones están demostrando su unión. Eso conmueve y hace llorar…”



“También es muy emotivo, ver que los artistas plásticos, para animar a la gente, están pintando e ilustrando bellas imágenes. Pareciera que todo el mundo piensa qué puede hacer por los demás…”


“Hoy, finalmente, se pudo hacer compras en algún súper. En otros países tienen que cerrar las tiendas y súper mercados, temiendo la rapiña. Aquí los compradores llevan sólo lo más necesario… !! para que alcanzara para todos!.


“Ayer en Gotemba no funcionaba ni un semáforo, pero el tráfico fluía, porque los conductores cedían el paso, y los ancianos del lugar ayudaban con los señalamientos. En las carretreras, no hay confusión ni desorden, todos se comportan muy corteses. No están solos. ¡Se apoyan mutuamente!


¡Lo que queda al final es el AMOR!…”

“Japón es SUGOI! El gobierno… el sector privado… todos ayudan a todos. Los conductores de camiones de carga se ofrecen como voluntarios para transportar las cosas necesarias para los damnificados, y hasta los Yakusas (mafiosos) están ayudando con el tránsito en las calles de Tohoku. Hasta hace poco, muchas cosas no me hacían sentir orgulloso de ser japonés… ¡qué equivocado estaba! Mi pueblo es simplemente conmovedor. ¡Todos los japoneses vamos a salir de esto con ánimo! NIHONN WA SUGOI! -¡Japón es asombroso!”

Ciertamente que esas tragedias sirven para golpear y abrir conciencias. En México eso fue muy palpable tras el terrible terremoto de 1985 en el Distrito Federal, que se llevó igualmente miles de vidas humanas. Espontáneamente, se formaron brigadas de ayuda para dar albergue y comida a los damnificados, o para rescatar los restos humanos de entre los escombros.

Lo admirable en el caso de Japón es constatar cómo estos seres -que de pronto pudieran parecer a nuestro “modo occidental” de ver las cosas, como muy fríos y carentes de emociones-, en este caso han volcado hacia el exterior, su generosidad y su concepto del respeto por el bien de los demás.

A diferencia de nuestras culturas, en donde ante una tragedia similar, en ocasiones pareciera imperar más bien el lema de “sálvese quien pueda”, ellos van al súper y adquieren apenas lo estrictamente necesario ¡porque alguien más necesita también de esos víveres! ¡Eso se llama “civilidad”… y, más aún, ¡Amor al prójimo!

Mi abuelo solía decir: “hay que sufrir para merecer”. En el caso de Japón, el indecible dolor y padecimiento que sufrieron a causa de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, quizás les haya hecho más fuertes, volviéndose aún más, hacia su interior.

Un verdadero milagro por todo lo que ha superado y sobrevivido gracias a su naturaleza profundamente sabia y espiritual, el Japón es un pueblo con un sentido enorme, sagrado, acerca del trabajo, el honor y el respeto… del trabajar unidos, porque el bien de uno es el bien de todos.

Japón se convierte en este momento en un espejo donde todos podemos reflejarnos. Están pasando por un momento sumamente difícil como país y sociedad: ¡pero están unidos y saben apreciar el interés de todos como el suyo propio!

Es una sociedad que vive y practica el sentido de la unicidad, el orden, la disciplina y la cooperación hacia un bien común. Parecen haber practicado desde hace mucho tiempo el lema Todos somos uno… Lección que bien podemos comenzar a practicar en muchos otros países del mundo…

¡Gracias, Japón, por tu asombrosa lección!

(Tomado de: Gaceta Leonciopradina)

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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