miércoles, septiembre 15, 2010

Nuestra Señora de los Dolores

5. LA DIGNIDAD VIRGINAL


De aquí le viene a María otro privilegio insigne; el de ser Virgen de las vírgenes, porque de ella procede el decoro y la estima de la virginidad en la tierra. Ella inició una nueva era espiritual en nuestro mundo, elevando la vida y atrayendo a sí un coro de bellísimas criaturas que siguieron su ejemplo: “Mas cuando nació el rey de las naciones, por la Madre de Dios comenzó la dignidad virginal, pues ella mereció tener Hijo sin desflorar su honestidad” (Sermo 51, 16 (PL 38, 348).

La dignitas virginalis fue como un nuevo vergel de hermosura en la tierra, siendo su jardinera la Madre de Dios. Toda la Iglesia se enfloreció con esta belleza; toda ella se hizo virgen al abrazarse al Hijo de Dios, pues “la virginidad de la carne es el cuerpo intacto, la virginidad del corazón es la fe incorrupta. Luego se llama virgen toda la Iglesia, que en género masculino se llama pueblo de Dios; ambos sexos forman el pueblo de Dios; un pueblo y único pueblo y una Iglesia y única paloma, miles de santos participan de esta virginidad” (Enarrat. in ps. 147, 10 24).
María reunió en sí el pleno privilegio de la virginidad en cuerpo inmaculado y corazón fiel. Y la Iglesia imita estas dos prerrogativas marianas. Hay grupos numerosos de fieles que imitan su pureza corporal con voto sagrado o con firme voluntad; y todos participan de su virginidad espiritual o fe incontaminada viviendo en la verdad de Cristo. San Agustín contemplaba la Iglesia en el espejo de María: “Toda la Iglesia, imitando a la Madre de su Señor, aunque no corporalmente, en su espíritu es madre y es virgen” Sermo 191, 3: PL 38, 1010.

Estas dos imágenes —María y la Iglesia— están inseparablemente unidas en los ojos y el corazón de San Agustín. “De todos los Padres de la Iglesia —escribe Terrien—, nadie ha descrito esta semejanza entre las dos vírgenes y madres con tanta insistencia como San Agustín. A ella vuelve frecuentemente en sus comentarios a los Salmos, en los sermones al pueblo y en los escritos catequísticos y dogmáticos” J. B. TERRIEN, La Mère de Dieu et la Mère des hommes d’après les Pères et la théologie IV p. 9 (Paris 1927). Por la conexión entre ambas vírgenes y madres podemos vislumbrar sus relaciones mutuas.

En María, lo mismo la virginidad del corazón —fides incorrupta— como la virginidad física actúan en la Iglesia como causas ejemplares por lo menos. Es decir, María contribuye, con su ejemplaridad y con su poder intercesor y medianero, a mantener en los fieles la fe y la pureza del pueblo cristiano. “En la Iglesia —dice en una parte—, que no es virgen toda entera en el cuerpo, pero sí toda entera virgen en el espíritu, nacen los que son espiritual y corporalmente vírgenes” (De sancta virg. 12). En el mismo lugar, poco antes ha escrito esta sentencia: “Non parit virgines sacras nisi virgo sacra. No da a luz vírgenes sagradas sino la Virgen sagrada, aquella que está desposada con Cristo como con el único varón para presentarse a Él como virgen casta (2 Cor 11, 2)”( Ibid).

Esta sentencia tiene un alcance eclesiológico, pero en el contexto de otros pasajes ilumina también la mariología. Porque María es la Virgen sagrada que engendra vírgenes sagradas. El primero y gran propósito de la virginidad floreció en María, que es Virgen de las vírgenes, porque todas siguen su ejemplo y su ayuda espiritual. Tanto la Virgen como la Iglesia cultivan y guardan el vergel de la virginidad en el mundo cristiano. Y su fundamento es la unión desponsorial de la fe que los fieles mantienen con Cristo. La virginitas cordis vivifica y alimenta la virginidad corporal. María tiene una acción secreta en los corazones, realizando siempre lo propio de su maternidad virginal: unir los hombres con Dios. Esta parte que tiene María con la Iglesia en la generación de la doble virginidad le confiere un título de maternidad espiritual para con los cristianos.

(Tomado del libro San Agustín del P. Victorino Capánaga)

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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