domingo, noviembre 01, 2009

Solemnidad de todos los santos


SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

1 DE NOVIEMBRE
PRIMERA LECTURA

Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar,
de toda nación, raza, pueblo y lengua.

Lectura del libro de Apocalipsis 7, 2-4, 9-14.

Luego vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: <> Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel.

Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: <> Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, Amén>>

Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: <> Yo les respondí: <> Me respondió: <>


Salmo responsorial
Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6.

R/. Este es el grupo que viene de a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

SEGUNDA LECTURA
Veremos a Dios tal cual es

Lectura de la primera carta del Apóstol san Juan 3, 1-3

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.

EVANGELIO
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 1-12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros."


1º DE NOVIEMBRE - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


La de hoy es una Fiesta llena de un alegría triunfante y sobrenatural, que pone nuestra consideración algunos componentes fundamentales de nuestra fe cristiana:
La Comunión de los santos...
EL destino universal de la salvación
Dios, fuente de toda santidad
La Esperanza cierta de reinar con Cristo
La relación existente entre salvación y sufrimiento

Y sobre todo la bienaventuranza que ya puede y debe caracterizar nuestra vida. Es decir, alegría con características definitivas: para siempre

La de hoy es una alegría profunda: porque al mirarnos como Iglesia, nos descubrimos como miembros de una gran familia, en la que hundimos nuestras propias raíces: la familia de los santos: los del Cielo, y los de la tierra.

Todos los que están en el Cielo ya son santos (aunque no todos estén "canonizados") .

Los fieles que están en el Purgatorio son las benditas almas, que tarde o temprano entrarán definitivamente a gozar de la vida eterna.
Y los que aún estamos en este mundo... estamos en ese camino.

+ Contemplemos, por un instante, a los santos del cielo (mañana nos detendremos en los del Purgatorio).

Como nosotros, ellos pasaron por este mundo con dificultades y tentaciones parecidas a las nuestras, y vencieron.

Son (Iª lectura) una "muchedumbre inmensa que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua". Todos ellos "marcados en la frente y vestidos con vestiduras blancas" (el Bautismo, signo de pertenencia a Cristo), "lavadas en la Sangre del Cordero" (es decir, la gracia, la amistad con Cristo, renovada y acrecentada por los Sacramentos y las buenas obras).

Mucho santos - de toda edad y condición - han sido reconocidos como tales por la Iglesia, y cada año los celebramos en algún día preciso, como modelos e intercesores. Pero hoy festejamos y pedimos ayuda a esa multitud incontable que alcanzó el Cielo, después de pasar por este mundo sembrando amor y alegría, sin que nadie - quizás ni siquiera ellos mismos - se hayan dado cuenta de lo grande y maravilloso que hacían.

El trabajo de ellos fue semejante al de muchos de nosotros: obreros, oficinistas, maestros, comerciantes, secretarias, amas de casa, empleados, padres y madres de familia; tuvieron también dificultades semejantes a las nuestras, y debieron recomenzar muchas veces, como nosotros también intentamos... Sus nombres nos son desconocidos, y no figuran en el Santoral. Y sin embargo, allí se encuentran antepasados nuestros, amigos, hermanos, conocidos... desconocidos por los "grandes" de la tierra, pero mirados con amor por el Padre Eterno; quizás nunca aparecieron en los diarios, T.V., o radio: pero el Espíritu Santo grabó sus nombres con letras de oro en el Cielo, donde ahora se alegran eternamente en las fiesta sin término que Jesucristo comparte con los suyos.

Ellos nos recuerdan que la santidad no depende del estado de vida - soltero, casado, viudo, sacerdote - sino de corresponder con fidelidad a la amistad que Jesucristo cada día quiere brindarnos.

Ellos también nos señalan que la santidad cristiana no consiste en ser impecables, sino en la lucha por no ceder; y en volver a levantarse siempre, después de cada caída. Y no deriva tanto de la fuerza de voluntad del hombre, sino más bien del esfuerzo por no obstaculizar nunca la acción de la gracia en la propia vida, y ser, más bien, sus humildes "colaboradores".

Creo que es muy consolador saber que en el Cielo, contemplando el Rostro de Dios y gozando de su amor eterno, hay personas con las que tratamos hace algún tiempo aquí abajo, y con las que seguimos unidas por lazos de amistad y afecto. Desde allá nos ayudan; y nosotros, recordándolos con alegría, acudimos a su intercesión.

+ La fiesta de hoy es también muy nuestra: nosotros somos los santos de la tierra: Santo es nuestro bautismo, nuestra iglesia, nuestro culto, nuestra moral, nuestra vocación... y aunque novecientas noventa y nueve veces pequemos, caigamos, retrocedamos y seamos infieles, mil veces volveremos a empezar, nos levantaremos, retomaremos nuestro ideal y no ahorraremos esfuerzos por mejorar.

Es también nuestra fiesta porque se nos recuerda que la santidad - aun la más grande - no consiste en milagros, visiones, éxtasis o cosas del todo extraordinarias. Para la gran mayoría de las personas, ser santo significa poner empeño en santificar las realidades pequeñas de todos los días: nuestros trabajos, nuestras diversiones, nuestros deportes, nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros criterios, nuestros sufrimientos... y en fin, ese pequeño entorno de personas y cosas en el que nos movemos cada día. (Recordemos que hoy es la Jornada de oración por la santificación del Pueblo argentino y la glorificación de sus Siervos de Dios...).

Los santos que hoy contemplamos y veneramos tuvieron también sus pecados y sus errores, sus taras y sus limitaciones; pecados veniales y pecados mortales: pero amaron la confesión, se arrepintieron y recomenzaron. Amaron con todo su corazón, en las cosas grandes y en las pequeñas. Nunca se creyeron santos; todo lo contrario: siempre pensaron que iban a necesitar en gran medida la misericordia divina. Todos conocieron, en mayor menor grado, la enfermedad, la angustia, los bajones de ánimo, en que todo les costaba; sufrieron fracasos y tuvieron éxitos. Rieron y lloraron. Pero en todas las situaciones de su vida intentaron apoyarse en el Señor, a Él se encomendaron, fueron muchas veces a verlo y a estar junto a Él en el Sagrario: no dejaron de tener cada día un encuentro con Él.

Las almas bienaventuradas que ya alcanzaron el Cielo son muy diferentes entre sí; pero tuvieron en esta vida terrena un común distintivo: la Caridad, el Amor hacia Dios y hacia sus semejantes... y la alegría... "un santo triste, es un triste santo..."

+ Los santos no sólo son para nosotros luces en nuestro camino, por el brillo de su ejemplo; ellos son para nosotros intercesores, pues nos socorren con sus oraciones.
Los Santos del Cielo son como estrellas del firmamento, en una noche bien estrellada...
Esto debe llenarnos de esperanza en los momentos difíciles.
Y en ese Cielo hay un Sol: Cristo.
Y una Aurora Luciente, que anunció su llegada: María
También como Ella, digámosle con toda nuestra vida "¡Fíat!"; y también como Ella, proclamaremos eternamente la misericordia de quien nos miró con amor, y nos quiso hacer sus hijos, sus amigos, sus santos.
Amén

ORACIÓN

Oh Dios, fuente de toda santidad, que nos escogiste antes de la creación del mundo para ser santos, concede una mayor abundancia de gracia a todo el pueblo argentino para que podamos realizar confiadamente este mandato tuyo, cumpliendo tu divina voluntad.
Asimismo, dígnate glorificar a los Siervos tuyos que, por el ejemplo de su vida y su valiosa intercesión, más nos puedan estimular y ayudar para que perseveremos con ánimo constantemente renovado en el camino de la santidad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

(Tomado de es.catholic.net)

Presentación de Power Point del P. Teodoro Baztán, OAR

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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