lunes, septiembre 28, 2009

Fallece Nicolás She, el último obispo agustino recoleto en China


Décadas después de la salida de los últimos misioneros extranjeros de China, fue quien reinstauró la vida religiosa en su diócesis, revitalizó la fe del pueblo con empeño evangelizador y recuperó las relaciones de la Iglesia Católica con las autoridades civiles de la diócesis, con su autoridad y prestigio.
18-09-2009. OAR


El 16 de septiembre falleció en Shangqiu (Henan, República Popular China) Nicolás She Jing Xian, a los 88 años de edad, por debilidad senil. Era el último de los obispos agustinos recoletos en China y también el último de los religiosos en vida que permanecían en la misión desde antes de la revolución comunista.

Nicolás She nació en 1921, tan sólo tres años antes de que la Orden de Agustinos Recoletos llegase a la Misión de Kweiteh (actual Shangqiu, en la provincia de Henan). Ingresó en el seminario menor de los Recoletos de su municipio natal, donde también hizo el noviciado y profesó como religioso el 16 de enero de 1940. Tras realizar los estudios de Filosofía y Teología, fue ordenado presbítero el 29 de julio de 1948.

Expulsados

Los sucesivos acontecimientos que vivió China en la primera mitad del siglo XX (guerra chino-japonesa, II Guerra Mundial, Guerra Civil y advenimiento del régimen comunista) provocaron, al poco tiempo de la ordenación sacerdotal de Nicolás, la expulsión de los religiosos españoles, la dispersión de los religiosos chinos —algunos enviados a campos de concentración— y el cierre definitivo de la misión.

Cuando los misioneros españoles (con el obispo, que era de esta nacionalidad, a la cabeza) fueron expulsados, Nicolás She fue nombrado vicario episcopal. Ejerció su ministerio mientras le fue posible hasta que definitivamente le fue prohibida toda acción pastoral. En un primer momento tuvo que ejercer de oculista, pero más tarde fue enviado durante tres años a una fábrica de ladrillos para ser “reeducado” y más tarde encarcelado durante dos años. Vivió ese tiempo en penuria y con el menosprecio de las autoridades.

En cuanto le fue posible continuó su labor pastoral visitando las casas de los cristianos, celebrando los sacramentos y dirigiendo y acompañando su oración en la clandestinidad. Su calidad humana llamó la atención incluso de quienes le vigilaban.
Carta de rehabilitación

La llegada al poder de Deng Xiao Ping y el fin de la Revolución Cultural en 1979 propicia que Nicolás consiga una “carta de rehabilitación” y sea destinado a la docencia como profesor de inglés, labor que ejerció hasta su jubilación en 1986.

A comienzos de los 80 consigue relacionarse con los Agustinos Recoletos españoles, misioneros en Filipinas, después de casi treinta años de no saber siquiera si la Orden existía. Los propios Agustinos Recoletos, por su parte, no sabían si quedaba alguno de los religiosos chinos en vida en el continente.

Jubilado de sus tareas docentes, vuelve en 1980 a Shangqiu para dedicarse ya solamente a la labor pastoral. Consiguió que las autoridades civiles devolviesen a la Iglesia los bienes confiscados desde 1948, reabre la parroquia y contacta con algunos de los religiosos recoletos que quedaban dentro de China tras la dispersión. También comenzó a recibir la visita de religiosos del exterior, una vez que se permitió viajar al interior de la República Popular.

Durante años inició una relación con las autoridades civiles que pasó por muchos altibajos, momentos de mayor control y otros de respeto, que le permitió ir abriendo los cauces de la vida religiosa femenina y masculina en su diócesis. Por su trabajo leal, abnegado y ejemplar, el 8 de mayo de 1991 es nombrado obispo de la diócesis, tras 39 años sin pastor.

Puesto de honor

Nicolás She merece un puesto de honor en la historia de la Orden y en la de la Iglesia católica en China. Su humanidad, discreción, capacidad de reacción y prudencia le llevaron a mantener siempre una relación tensa pero respetuosa con las autoridades. Su figura atrajo a muchos de sus compatriotas al catolicismo y a la vida religiosa.

Fue una persona de profunda vida espiritual, de honda fe y de una inteligencia nada común. No habiendo vivido nunca fuera de China, escribía en latín, inglés y español, y llegó a traducir textos oficiales. Cuando contactó con los primeros religiosos españoles tras casi 40 años sin hablar, escuchar o leer una palabra en español, no tuvo problemas en escribir cartas e informes en esta lengua con una perfección asombrosa.

Su amor a la Orden de Agustinos Recoletos en la que se formó, a la que perteneció y que reinstauró en su diócesis, con un gran florecimiento vocacional, fue un rasgo que todos los agustinos recoletos le reconocen y agradecen. (...)

(Tomado de www.agustinosrecoletos.com)

Más información en la página web de la Provincia de San Nicolás de Tolentino

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