martes, enero 06, 2009

Epifanía del Señor



Comentario a las lecturas del día 6 de enero, la Epifanía del Señor


Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra.

Primera Lectura

Is 60, 1-6
La gloria del Señor amanece sobre ti
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.

Este texto nos lleva a las primeras estrofas de un poema que abarca todo el capítulo, hasta el v. 22. Estamos en la época postexílica; los judíos repatriados, llegados de Mesopotamia, tratan de revivir y mantener la fe de Israel, no sin polarizaciones: nacionalismo-ecumenismo, pesimismo-optimismo, legalismo-humanismo... Discípulos de los discípulos de Isaías (a los caps. 55-66 se les llamó "Trito-isaías" o "tercer Isaías") alzan la voz para mantener viva la perspectiva del gran profeta del siglo VIII. Aquí se anuncia una época de esplendor y de reconocimiento para la pequeña ciudad que apenas comienza a reconstruir sus ruinas: será como el centro del mundo; a la luz de un día sin ocaso, vendrán todos los pueblos a traerle sus presentes, sus hijos exiliados retornarán. Esta primera lectura de la solemnidad de Epifanía nos pone sintonía con los símbolos de la celebración de hoy: la luz que guía a los pueblos a Jerusalén será como la de la estrella que guía a los magos del evangelio; los tesoros traídos a la ciudad santa desde Oriente y Occidente se cumplirán en aquéllos que los magos pusieron a los pies del niño recién nacido y de su madre; la salvación se hará universal cuando judíos y paganos, todos juntos, adoren a Dios en la persona de Jesús recién nacido en Belén. Las Iglesias orientales celebran hoy el día de Navidad. Y es que en la antigüedad, hasta el siglo III o IV, era el día de Navidad para toda la Iglesia. Decimos esto para que caigamos en cuenta de que ni el 25 de diciembre «es» Navidad, ni el día 6 de enero «es» Epifanía. Navidad y Epifanía no son unos «hechos» brutos, históricos, que ocurrieron esos días precisamente. En la epifanía no celebramos un hecho, sino una dimensión, la dimensión de «manifestación hacia los gentiles» que el misterio de Jesús tiene. Los magos no son un hecho que celebremos, sino un símbolo que nos recuerda una dimensión.

Salmo responsorial

Sal 71, 2.7-8.10-13


Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.

R. / Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.


Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R. Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. R. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R.

Segunda Lectura


Ef 3, 2-3.5-6

Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos.


Hermanos:


Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro.

Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

De los seis capítulos que componen la carta a los Efesios, los tres primeros presentan la obra salvífica de Jesucristo como un don gratuito de Dios para todos los pueblos. Los tres últimos son exhortaciones de vida cristiana. Estos versículos que acabamos de leer vienen a subrayar un aspecto fundamental de la solemnidad de Epifanía: Cristo ha nacido entre nosotros para dar a conocer el amor de Dios y su salvación a judíos y a paganos, sin distinción de raza ni de condición. Ahora nosotros, los cristianos, los católicos, no podemos volver a ser fanáticos exclusivistas, que condenemos a todos los que no creen. Nuestra responsabilidad es darles a conocer, como hizo Pablo, el "misterio", es decir: el plan de Dios, de la salvación universal, como un don ofrecido a todos los hombres y mujeres del mundo.

Evangelio

Mt 2, 1-12

Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:"¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo." Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: "ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo." Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres. Le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Los relatos del nacimiento del Mesías, en los dos primeros capítulos de su evangelio, presentan el misterio de Jesús en la visión peculiar de Mateo como cumplimiento de las promesas del AT: Él es el hijo de David, el hijo de Abrahán, como leemos en la genealogía, es decir, el Mesías, y la bendición para todos los pueblos. Él es el anunciado por los profetas (cfr. las cinco citas proféticas de cumplimiento en 1,22-23; 2,5-6. 15. 17-18. 23). Él sería un nuevo Moisés cuyo nacimiento anunció un astro resplandeciente, perseguido por el faraón de Egipto que mandó matar a los niños hebreos, como también leemos en el libro del Éxodo y en sus comentarios judíos (los midrashim). Jesús personifica al verdadero Israel, hijo de Dios, "llamado" desde Egipto, es decir: liberado, traído de la mano de Dios. También, para Mateo -y para el sentido clásico de esta liturgia de la Epifanía- la venida de los magos a visitar al niño Jesús sería un símbolo del destino universal de todos los pueblos de incorporarse un día, en el futuro, al cristianismo... Por eso la fiesta de la Epifanía era una fiesta misionera, universalista, supracristiana. En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» (al catolicismo concretamente entre nosotros) a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era sentida como la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos... Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos y cristianas (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad de este día para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los reyes magos habrían sido astrónomos o conocedores del cielo. El teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) aseguró que los magos eran reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia ven simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo.

Revisión de vida


Dios se da a conocer a todas las gentes; no sólo al pueblo elegido, sino a todos los pueblos, representados en los Magos de Oriente. • ¿Tengo yo ese mismo sentimiento de universalidad de Dios, o creo que sólo nosotros conocemos a Dios y estamos en la verdad? • ¿O pensamos tal vez que sólo nuestra religión es verdadera, que las demás son "falsas"?

Oración

Dios, Padre nuestro: el relato evangélico nos narra que en un día como éste Jesús fue reconocido por unos magos venidos de Oriente en su búsqueda; haz que quienes te buscan, encuentren y sigan las estrellas que Tú pones en su camino, y quienes ya te hemos encontrado podamos contemplar un día, cara a cara, la gloria de tu rostro. Por Jesucristo.

Oh Dios, Dios único, «Dios de todos los nombres» con los que los humanos de todos los tiempos te han buscado. Tú que te has hecho buscar por todos los pueblos, y a todos ellos también les has salido al encuentro en su propia vida espiritual, en su religión, concédenos apertura de corazón para sentir tu presencia omnímoda en todas las religiones de la tierra. Tú que vives y das vida, y dialogas con todos los pueblos, por los siglos de los siglos. Amén.



(Tomado de www.agustinosrecoletos.org)

Presentaciones de Power Point elaboradas por el P. Teodoro Baztán, OAR

Epifanía

Epífanía (con texto de José Antonio Pagola)



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