LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO
Como siempre, el apasionado San Agustín expresa de una manera maravillosa el deseo de Dios, y también el deseo del Espíritu Santo. Usemos sus palabras para elevar el corazón al Espíritu Santo:
"Ven, dulce Consolador de los que
están desolados, refugio en los peligros y protector en la miseria.
Ven, tú que lavas nuestras manchas y
curas nuestras llagas.
Ven, fuerza del débil, apoyo del que
cae. 
Ven, doctor de los humildes y vencedor
de los orgullosos.
Ven, padre de los huérfanos, esperanza
de los pobres, tesoro de los que sufren la indigencia.
Ven, estrella de los navegantes, puerto
seguro de los náufragos.
Ven, fuerza de los vivientes y salud de
los moribundos.
Ven Espíritu Santo, ten piedad de mí.
Hazme sencillo, dócil y fiel.
Compadécete de mi debilidad con tanta
bondad que mi pequeñez se encuentre ante la multitud de tus misericordias.
Ven Espíritu Santo.
Amén."
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Los Cinco Minutos de San Agustín de Hipona
La
mayor parte de las personas quisiera -si fuera posible- alcanzar rápidamente
las alegrías de la bella y perfecta sabiduría, sin fatiga de actuar y sufrir.
Esto es imposible en esta vida mortal. En la disciplina humana, el esfuerzo de
hacer el trabajo precede a la alegría de captar la verdad. 
 

 
 





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