miércoles, febrero 28, 2018

Lectio Divina II Domingo de Cuaresma -B- Reflexión

    Es hermoso contemplar el amor total de Dios que no cesa de manifestar su plena bendición para que todos nosotros sepamos y queramos expresar todo lo que proviene de Él. Jamás encontramos, incluso, a pesar de nuestras deficiencias, que Él disminuya su generosidad infinita.

El reto de hoy exige la convicción de todos nosotros de creer que el mayor tesoro que Él nos ofrece siempre se orienta a nuestro bien y a nuestra felicidad.

            Basta leer, sobre todo, con fe, la Palabra de Dios y cómo nos ofrece en las tres lecturas una riqueza total de amor que es lo más hermoso y bello que puede dar sentido a nuestra vida: Este es mi Hijo amado; escuchadlo. Humanamente es difícil encontrar una clarificación tan hermosa y tan verdadera, “el darse a sí mismo a nosotros”, y crear una verdad como es mantenernos confiados en que su poder se manifestará siempre en nuestra debilidad y cómo no deja de inyectarnos el ánimo necesario para asumir la verdadera actitud en el camino que nos conduce a la Pascua y demos testimonio de la Resurrección.

            El relato de la Transfiguración de Jesús nos anima a entrar desde la fe en el misterio de Jesús. En el fondo, es una llamada de total gracia que nos hace el Señor para manifestarnos la predilección del Hijo de Dios que ha sido elegido para llevar a cabo una misión especial. El “escuchadle” está en referencia clara con el Hijo de Dios que requiere, por nuestra parte, una adhesión total, una obediencia absoluta. Es cierto que la liturgia de hoy  nos pide caminar por un sendero estrecho y lleno de misterio. Pero, a la vez, es  la necesidad de entrar en nuestro propio interior y dar margen al misterio de Dios que en su tiempo y lugar nos ofrecerá la verdadera respuesta.

            Es cierto que la narración del evangelio de hoy nos sitúa, de entrada, en una plena distancia y, sin embargo, encontramos ahí una manifestación maravillosa del misterio de Dios y que no va solo en una presentación ante los trers apóstoles sino que será para siempre la expresión total del destino total de Jesús que abrirá su corazón a sus discípulos y en ello encontraremos todos la plenitud de la revelación de Dios. A primera vista, al igual que a los apóstoles que expresan su curiosidad y miedo ante lo que pueda ocurrir, se manifestará el gran triunfo del misterio que llevará en su momento, el momento de la Resurrección. La expresividad del misterio engendra providencialmente ya la manifestación gloriosa de Jesús,

            Es aquí donde descansa y se llena de fe nuestra curiosidad y hasta nuestro esperar. Las tres chozas desaparecen y en el miedo consguiente de los tres discípulos se encontrarán con el mensaje vivo que anuncia la voz que proviene de la nube: Este es mi Hijo amado, escuchadlo. Llegó así la respuesta verdadera, la presencia cordial del Maestro y la experiencia del gozo de no encontrarse solos en un monte que se había convertido en misterio. Aparece el Maestro, es su voz, llega la esperanza, se respira ante Quien es el Salvador y el futuro está ya definido.

RESPUESTA desde NUESTRA REALIDAD

            Puede que a nosotros se nos ocurra pensar y hasta dudar si lo visto y lo ocurrido en la montaña alta cómo encajaría en nuestro corazón. Es cierto que creemos en el Maestro pero, a la vez, nos inunda la duda de su realización en nosotros. El tema no nos debe preocupar en sí sino si nuestro interior, nuestro corazón, está preparado para recibir en todo tiempo y lugar creer en su presencia y cómo si queremos que se ospede en nosotros para que el camino nuestro tenga el sello y la certeza de su presencia. Recordemos que el Maestro bajó de  la montaña con ellos y les motivó a vivir en pleno silencio el misterio…

ORACION

            Oh Dios, que nos has mandado escuchar a tu Hijo amado, alimenta nuestro espíritu con tu palabra, para que, con mirada limpia, contemplemos gozosos la gloria de tu rostro. P. J., N. S. Amén

PENSAMIENTO AGUSTINIANO
            Ve esto, Pedro y, juzgando de lo humano a lo humano, dice: «Señor, bueno es estarnos aquí». Sufría el tedio de la turba, había encontrada la soledad de la montaña. Allí tenía a Cristo, pan  del alma. ¿Para qué salir de aquel lugar hacia las fatigas y lso dolores, teniendo los santos amores de Dios y, por tanto, las buenas coxtumbres? Quería que le fuera bien, por lo que añadió: «Si quieres, hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Nada respondió a esto el Señor, pero recibió, no obstante, una respuesta, pues mientras decía esto, vino una nube fulgente y los cubrió. Él buscaba tres tiendas. La respuesta del cielo manifestó que para nosotros es una sola cosa lo que el sentido humano querría dividir. Cristo es Palabra de Dios, Palabra de Dios en la ley, Palabra de Dios en los profetas. ¿Por qué quieres dividir Pedro? Más te conviene unir. Busca tres, pero comprende también la unidad. (san Agustín en Sermón 78-6)
Fr. Imanol Larrínaga, OAR

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Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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