viernes, junio 23, 2017

EN TU VIDA DE GRACIA… CANTA Y CAMINA

Canta
Canta. María, que de gracia estaba llena, prorrumpió en un canto de alabanza y agradecimiento en su encuentro con Isabel, después de haber caminado decenas de kilómetros para servir a su pariente embarazada de seis meses.

Puso palabra y música al cántico que era ella misma, y caminó para servir y acompañar a quien de ella necesitaba.

Canta también tú, aunque no resuene tu voz, porque al vivir en  gracia, llevas muy dentro la gracia, que es la presencia de Dios en ti. Eres música de Dios. Eres cántico con la melodía mejor, la que nunca podrá ser escrita en pentagrama alguno, y de la que tú, solamente tú, eres su intérprete. Y si le pones voz y melodía, mejor que mejor.

Cante la voz, dirá san Agustín, cante el corazón, cante la vida, canten los hechos (En. in Ps., 143, 2).
Si la naturaleza, cuando se viste de colores y de luz, de belleza y de vida, es un canto al “artista” que la ha creado, dime tú si no es un canto armonioso, afinado como el que más, cuando la Belleza que sustenta todo lo más bello, Dios, se ha aposentado en ti por la gracia que es vida nueva y es vida de tu propia vida.

Quien, en cambio, está bajo la gracia, no bajo la ley, cumple la ley… Encendido en el espíritu de amor, canta ya el cántico nuevo con el arpa de diez cuerdas (S. 33, 1)

Canta con las buenas costumbres. Ellas, cual coro de voces y tonalidades diferentes, emiten o interpretan una sinfonía armoniosa y única. Podrían aplicarse aquí unas palabras de Agustín en uno de sus sermones predicado a los fieles de Hipona. Son éstas:
Alabemos al Señor, hermanos, con la vida y con la lengua, de corazón y de boca, con la voz y con las costumbres… Vayan de acuerdo -digo- las palabras y las costumbres, no sea que las buenas palabras sean un testimonio contra las malas costumbres (S. 256, 1).

Canta también con la palabra. Hay un dicho latino que dice así: “Ex abundantia cordis os loquitur”; que significa “la boca habla de lo que abunda en el corazón”. Si en el corazón abunda el gozo, muchas veces a pesar de todo, la boca lo dirá “cantando”; es decir, su hablar será constructivo, respetuoso, sincero y diáfano, y también -¿por qué no?- evangelizador.

Canta con tus gestos. Gestos amables, expresivos y acordes con lo que sientes o dices.

¿Sientes amor?: Que se trasparente y no se oculte.
¿Sientes paz en tu interior?: Manifiéstala, que buena falta hace.
¿Sientes y vives la presencia de Dios en ti, que eso es la gracia?: Que se note.
¿Sientes la necesidad de ser solidario y servicial con los hermanos, como María, la llena de gracia? Dale cauce con gestos expresivos y sencillos para que no se quede en tu interior.
¿Sientes inquietud sana por los males de este mundo?: No la dejes dormir.
Canta, pues, con la palabra, los gestos y las actitudes. Su música callada se dejará sentir, y la gracia que hay en ti será un aleluya, silencioso y vibrante, al Señor.

Camina.
La gracia, como las hojas de los árboles más hermosos que caen al llegar el otoño, podría también “caer en desgracia”. Y nunca mejor dicho. Y debería que ser, más bien, “hoja perenne”.

Que así sea, depende de ti, y no solamente de la fuerza y vigor del Espíritu que nunca falta y que viene a ti con derroche y siempre llena de vida. Depende de ti.

Camina. Que la gracia, la tuya, sea hoja perenne o caediza, llena de vida o débil y mortecina, un canto al Señor o concierto acabado, de ti depende.

Abónala con la oración y la vida sacramental, ilumínala con el fuego del Espíritu, riégala con el “agua de la vida” que a ti viene desde la fuente, que es Dios mismo.

Para que nunca deje de cantar, desbroza tu vida de gracia de hierbajos o malas hierbas. Algunas de ellas son mortales, -son los pecados graves- porque eliminan la vida de gracia que hay en ti. La “matan”.

Otros -los llamados pecados leves o veniales- son menos nocivos, pero debilitan tu vida de fe, enfrían tu amor y aletargan la esperanza.

Camina. Se te pide estar vigilante y siempre alerta (cf. Lc 21, 34-36), firme en la fe, despierto (cf. 1 Co 16, 13), porque el maligno ronda buscando a quien devorar (cf. 1, Pe 5, 8). Porque, aunque la gracia que viene de lo alto sea poderosa y eficaz, tú, en cuanto humano, eres de condición débil e inestable.

El agricultor vigila su campo para que no lo invadan agentes extraños que podrían acabar con lo que en ella ha sembrado y cultiva. Y está alerta también antes posibles tormentas que arrasan todo a su paso. Y lo protege y lo abona debidamente.

Camina. Arrima a tu vida de gracia la tierra buena. Defiéndela de elementos que la podrían matar o debilitar.

Los instrumentos de que dispones son poderosos: La oración, la vida sacramental, la eucaristía frecuente, la escucha de la palabra, el control de tus pasiones y afectos desordenados, los buenos consejos de quienes te quieren bien. Y tantos otros.

Camina. Y agradece al dador de todo bien, que, por ser don, es gracia. Y el don mayor es el mismo Cristo, que se hace camino para que, por él, puedas llegar al Padre. Y es la Vida de tu vida. Y la Verdad. Tienes todas las “armas” a tu alcance. Lucha con ellas y vencerás. Y tu vida, llena de gracia, será un canto muy agradable al Señor.
Padre Teodoro Baztán Basterra. OAR

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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