domingo, mayo 07, 2017

IV DOMINGO DE PASCUA -A- REFLEXIÓN

Es el domingo del Buen Pastor. Así se conoce popularmente. En la misa del 4º Domingo de Pascua se lee siempre un párrafo del capítulo 10 del evangelio de San Juan en el que Jesús se presenta como el Buen Pastor, en contraposición a los malos pastores de Israel, los fariseos y otros dirigentes judíos, que se apacentaban a sí mismos y no al pueblo.

La figura del pastor era muy conocida por todos. Y pastores habían sido los grandes personajes del A. T., Moisés y David, entre otros. Pastores de ovejas y, más tarde, pastores de Israel, que supieron guiar y gobernar al pueblo en nombre de Dios.

Jesús retoma esta figura para presentarse como el único pastor bueno. Los demás, los dirigentes de entonces, eran mercenarios, que buscaban únicamente su propio bien. En cierta ocasión dijo Jesús: Me da compasión de tanta gente, porque andan como ovejas sin pastor.

La comunidad de Jesús, el nuevo pueblo de Dios, ya no es Israel. Los discípulos de Jesús (sus ovejas), los buenos cristianos, se distinguen porque: a) creen en él; b) reconocen su voz y le escuchan; c) le siguen; d) no se perderán ni perecerán jamás.

Y todo esto,  porque dice Jesús: a) que lo que le ha entregado el Padre, sus discípulos, es lo que más importa; b) él los conoce; c) los defiende y d) les da la vida para siempre.

El Señor es mi pastor, nada me falta, dice el salmo. Como a las ovejas de la parábola, nos conoce y nos ama. Nos lleva a los mejores pastos: su palabra, su mismo cuerpo. Nos defiende de todo peligro, nos busca si nos perdemos. Goza y se alegra cuando nos encuentra. Quiere que vivamos unidos en un solo rebaño bajo un solo pastor que es él. Y, por si todo esto fuera poco, da su vida por nosotros.   

En lo que a Jesús se refiere, todo está claro. ¿Y en lo que se refiere a nosotros?  Quiero referirme sencillamente a dos condiciones para seguir a Jesús: Dos condiciones imprescindibles para considerarnos cristianos. Lo dice Jesús de manera tajante. ¿Quiénes son sus ovejas?:
-    las que oyen y escuchan su voz
-    las que le siguen

Hay que oír y escuchar a Jesús porque, de lo contrario, no sabremos lo que dijo ni cómo lo dijo. Lo primero es reconocer su voz entre tantas voces que nos llegan de muchas partes: promesas que no se cumplen, halagos que no sirven, noticias de muertes y violencia, mentiras y engaños… Sin embargo la palabra del Señor es una palabra de verdad, de vida. Llega a lo más hondo de nuestro ser, despierta en nosotros esperanza, consuela y anima, y da vida. 

Al principio de la Biblia, en el Génesis, aparece Dios creando todas las cosas y al hombre con sólo su palabra. Ahora es Jesús quien nos comunica una vida nueva también con su palabra. Bienaventurados y dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. 

La primera lectura del libro de los Hechos nos va diciendo que era la palabra de Dios, predicaba por los apóstoles, oída con gozo y acogida en el corazón, la que iba formando las primeras comunidades cristianas. Se predicaba los sábados en las sinagogas. Al encontrar el rechazo en muchos judíos, salían a predicar a los paganos que la acogían con gozo, y preguntaban: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? Y Pedro responde: Convertíos. Se convertían y así se iba difundiendo la palabra por toda la región.

Cristo, el Buen Pastor, nos conoce; a todos y cada uno. El término conocer en la Biblia significa algo más que conocer intelectualmente. Implica amar y acoger a quien se conoce. Conocer con el corazón.
Él es la puerta, es decir, por él alcanzamos la salvación. Por él vamos al Padre, por él vamos con amor al hermano.

Nos lleva a los mejores pastos. Es decir, nos alimenta con su palabra y su mismo Cuerpo. Es lo que celebramos en la Eucaristía. En la liturgia de la Palabra nos ilumina, nos orienta, nos habla. Tiene palabras para cada uno de nosotros, porque nos conoce con nuestro propio nombre, con nuestra propia historia.

En la segunda parte de la misa se renueva el sacrificio de su muerte y se nos da en alimento. Y así se queda con nosotros. Camina con nosotros.  Este es el Buen Pastor. El único. No hay otro. Los demás, todos, somos sus discípulos, sus ovejas. Sigámosle adondequiera que él nos lleve, alimentémonos con lo que él nos ofrece, mantengámonos unidos en un único rebaño y amémonos como él nos ama. 

P. Teodoro Baztán Basterra. OAR

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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