martes, febrero 28, 2017

¡CONVIÉRTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO!

Mt 6, 24-34: Socorra un miembro de Cristo a otro miembro de Cristo: quien tiene dé al necesitado. Sean ricos, dijo, en buenas obras. Manifiéstense ahí las riquezas; siembren en ese campo. De tales obras hablaba el Apóstol al decir: No nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo cosecharemos. Siembren; aún no ve lo que ha de obtener; crea y arroje la semilla. ¿Acaso el agricultor cuando siembra ve ya la cosecha reunida? Arroja a un lado y a otro el trigo guardado con fatiga y cuidado. El confía sus semillas a la tierra, y tú ¿no confías tus obras a quien hizo el cielo y la tierra? Sean, pues, ricos, pero en buenas obras. Den con facilidad, repartan. ¿Qué es repartan? No posean en solitario...  Con esto no ha hecho más que invitarles a arrojar la semilla; dirá también qué van a recoger. Atesoren para sí un buen fundamento con vistas al futuro, para alcanzar la vida eterna. Esta vida falsa en que causan deleite las riquezas es pasajera. Por tanto, después de ésta se ha de llegar a la verdadera. Amas lo que posees; ponlo en un lugar más seguro para no perderlo. Si amas las riquezas, quienquiera que seas, con seguridad toda tu preocupación consistirá en no perder lo que posees. Escucha un consejo de tu Señor. No tiene seguridad este lugar de la tierra; traspasa todo al cielo. Querías confiar a tu fidelísimo siervo lo que habías acumulado; ¡confíalo más bien a tu Señor!  Tu siervo, aunque te sea fiel, puede perderlo involuntariamente; pero tu Dios nada puede perder. Todo cuanto le confíes lo tendrás junto con él cuando le tengas a él.

Al decirte que lo traspases y coloques en el cielo, ningún pensamiento carnal debe asomar a tu mente que te sugiera esta pregunta: ¿Cuándo saco o quito de la tierra lo que poseo para colocarlo en el cielo? ¿Cómo subir? ¿Con qué andamios subo lo que poseo? Pon tu mirada en quienes pasan hambre, en los desnudos, en los necesitados, en los peregrinos, en los cautivos; fija en ellos tus ojos. Serán tus portaequipajes en tu caminar hacia el cielo. Quizá te detienes a pensar y te preguntas: ¿Cómo es posible que ellos sean portaequipajes? Si antes buscaba sin encontrarlo el modo de poder yo elevar al cielo lo que poseo, ahora me pregunto, sin hallar tampoco respuesta, cómo podrán subirlo aquellos a quienes se lo doy.

Escucha lo que te dice Cristo: «Haz el intercambio. Dámelo allí y yo te lo devuelvo aquí». Cristo te dice: «Dámelo allí en la tierra donde lo posees; yo te lo devolveré aquí». Llegados a este punto, dirás: «¿Cómo puedo dárselo a Cristo? Él está en el cielo, sentado a la derecha del Padre; cuando habitaba entre nosotros en la carne, pensando en nosotros se dignó pasar hambre y sed y necesitar hospitalidad. Cosas todas que le fueron otorgadas por hombres piadosos que merecieron recibir en su casa al Señor, Ahora, en cambio, Cristo no necesita de nadie, pues colocó su carne incorruptible a la derecha del Padre. ¿Cómo voy a darle aquí a él que nada necesita?» ¿Se te pasa por alto lo que dijo: Lo que hicisteis a uno de estos pequeños míos, a mí me lo hicisteis? La cabeza está en el cielo, pero tiene los miembros en la tierra. Socorra un miembro de Cristo a otro miembro de Cristo: quien tiene dé al necesitado. Miembro de Cristo eres tú que tienes qué dar; miembro de Cristo es el otro y necesita que le des. Los dos camináis por un mismo camino, ambos sois compañeros de viaje.
San Agustín, Sermón 53, 5-6

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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