Los Cinco Minutos del Espíritu Santo
En la Biblia se le da al Espíritu Santo el nombre de Paráclito (Juan 14,26). Este nombre ya nos indica algo, porque significa llamado junto a. Es decir, el que yo invoco para que esté conmigo.
Son distintos los sentidos que puedo darle a esta presencia. Por ejemplo, puede significar que lo invoco para que me defienda de los que me acusan o me persiguen, particularmente del poder del mal. Pero también puede entenderse que el Espíritu está a mi lado para darme consuelo en medio de las angustias, temores e insatisfacciones.
En realidad, no podemos limitar el sentido de ese nombre, y más bien tenemos que reunir en esa expresión todo lo que incluimos cuando llamamos a alguien para que esté con nosotros.
El Paráclito es el que se hace presente allí donde nadie puede acompañarnos, en esa dimensión más íntima de nuestro ser donde, sin él, siempre estamos desamparados, angustiados en una soledad profunda que nadie puede llenar. Él es ayuda, fuerza, consuelo, defensa, aliento. Sólo hay que decirle con ganas: "Ven Espíritu Santo, ven Paráclito".
************
Un pensamiento diario de San Agustín de Hipona
"Sueños y realidad"
Un mendigo que yace en el desnudo suelo y tiembla de frío, se adormece y sueña tesoros; en sus sueños, él goza y deviene arrogante y no se dignará dar ni una ojeada a su padre, vestido de harapos. Hasta que no se despierta, es rico. Cuanto más grande es el gozo vano que experimenta en el sueño, mayor es el sufrimiento que probará al despertar, en contacto con la realidad.
(Sermones 345,1)
Oración - ¡Oh dulce casa! ¡Oh tierra de salvación! ¡Qué yo pueda estar aquí al seguro!Padre José Luis Alonso Manzanedo
(Sermones 217,2)
0 comentarios:
Publicar un comentario