martes, mayo 03, 2016

Jn 14, 23-29: Es la vida la que llama a las puertas del Señor

Gran misterio es conocer cómo es al mismo tiempo Señor e hijo de David, cómo una persona es hombre y Dios; cómo en la forma humana es menor que el Padre y en la divina igual a él; cómo conjugar estas dos afirmaciones suyas: El Padre es mayor que yo y yo y el Padre somos una sola cosa. Es un gran misterio y, por eso, para poder comprenderlo, hay que acomodar las costumbres. El misterio está cerrado a los indignos y se abre a los que lo merecen. No llamamos a la puerta del Señor ni con piedras, ni con picaportes, ni con los puños ni a patadas. Es la vida la que llama; es a la vida a la que se le abre. Se pide, se busca, se llama con el corazón; al corazón se le abre. Corazón que ha de ser piadoso para que su petición, su búsqueda y su llamada sean adecuadas. La primera condición es amar a Dios gratuitamente; ésta es la auténtica piedad: no buscar otra recompensa fuera de él, aunque la esperemos de él. Nada hay mejor que él. 

¿Qué cosa de valor puede pedir a Dios aquel para quien Dios es cosa vil? Te otorga un trozo de tierra y te gozas, en cuanto amante de la tierra, hecho de tierra. Si te gozas cuando te da tierra, ¡cuánto más debes alegrarte cuando se te da el mismo que hizo el cielo y la tierra! Dios, por tanto, ha de ser amado gratuitamente…

Para comprender el misterio de Dios, es decir, cómo Cristo es Dios y hombre al mismo tiempo, hay que purificar el corazón. Y se purifica con las costumbres, con la vida, con la castidad, con la santidad, con el amor y con la fe que obra mediante la caridad. Lo que estoy diciendo, lo entenderéis si pensáis en un árbol que tuviera sus raíces en el corazón; de ningún otro lugar proceden las acciones sino de la raíz del corazón. Si has plantado en él la codicia, brotarán espinas; si, en cambio, has plantado el amor, brotarán frutos.

San Agustín, Sermón 91, 3.5

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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