lunes, marzo 28, 2016

El día del Señor

Pues bien, el día uno de la semana, de mañana, cuando aún había tinieblas, María Magdalena vino al sepulcro y vio quitada del sepulcro la piedra (Jn 20,1). El día uno de la semana es el que por la resurrección del Señor llama día dominical la costumbre cristiana; entre los evangelistas, solo Mateo lo ha nominado primero de la semana (Mt 28,1). Corrió, pues, y vino a Simón Pedro y al otro discípulo, al que Jesús amaba, y les dice: «Se llevaron del sepulcro al Señor y desconocemos dónde lo pusieron» (Jn 20,2). Algunos códices, incluso griegos, tienen «Se llevaron a mi Señor», lo cual puede parecer dicho a causa de un afecto muy intenso de amor o de servidumbre; pero en la mayoría de los códices que he tenido a mi disposición no he  hallado esto.

  Salió, pues, Pedro y ese otro discípulo y llegaron al sepulcro. Pues bien, corrían los dos juntos, mas ese otro discípulo corrió delante más aprisa que Pedro y llegó el primero al sepulcro (Jn 20,3-4). Aquí es de advertir y valorar la recapitulación: cómo se ha regresado a eso que se había pasado por alto y que empero, cual si esto siguiera, se ha añadido. En efecto, aunque ya había dicho: «Llegaron al sepulcro», ha vuelto atrás para narrar cómo llegaron y asevera: «Pues bien, corrían los dos juntos», etc., donde muestra que, al correr delante al sepulcro, llegó primero ese otro discípulo; en él alude a sí mismo, pero narra todo cual acerca de otro.

Afirma: Y, como se hubiese inclinado, ve puestos los lienzos; sin embargo, no entró. Llega, pues, Simón Pedro siguiéndolo y entró al sepulcro y vio puestos los lienzos, y el sudario, que había estado
sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino separadamente enrollado en un lugar (Jn 20,5-7). ¿Suponemos que esos datos no significan nada? De ningún modo pensaría yo esto. Pero me apresuro hacia otras cosas en que la necesidad de algún problema u oscuridad me fuerza a detenerme. En efecto, indagar también qué significan una por una las cosas que por sí mismas son manifiestas, es delicias santas ciertamente, pero de quienes disponen de tiempo, lo cual no es mi caso.

Entonces, pues, entró también ese discípulo que había llegado el primero al sepulcro. Llegó el primero y entró el último. Evidentemente, tampoco esto es ocioso, pero no tengo ocio para ello. Y vio, afirma, y creyó. Algunos, por estar poco atentos, suponen aquí que Juan había creído esto: que Jesús resucitó; pero lo que sigue no indica esto. En efecto, ¿qué significa lo que ha añadido inmediatamente: Pues aún no conocían la Escritura: que es preciso que él resucite de entre los muertos? (Jn 20,8-9) No creyó, pues, que había resucitado ese respecto a quien desconocía que era preciso que resucitase. ¿Qué, pues, vio; qué creyó? Por supuesto, vio vacío el sepulcro y, pues aún no conocían la Escritura —que es preciso que él resucite de entre los muertos—, creyó lo que había dicho la mujer: que lo habían retirado del sepulcro. Y, por tanto, cuando al Señor en persona le oían eso, aunque lo decía clarísimamente, por la costumbre de oírle parábolas no entendían y creían que él aludía a alguna otra cosa. Pero diferamos a otro sermón lo que sigue.

Ev. Jn. Trat 120, 6-9

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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