miércoles, febrero 03, 2016

Corred hacia vuestro clementísimo Redentor y brillantísimo Iluminador

Los que vais a ser bautizados, “Amad lo que vais a ser. Vais a ser hijos de Dios e hijos de adopción. Eso se os otorgará y se os concederá gratuitamente. Vuestra participación será tanto más abundante y generosa cuanto mayor sea vuestra gratitud hacia aquel de quien la habéis recibido. Suspirad por él, que conoce quiénes son los suyos. No tendrá inconveniente en contaros entre los que él sabe que son suyos si, invocando el nombre del Señor, os apartáis de la injusticia…

Reconoce, ¡oh cristiano!, a aquel otro padre que te recogió desde el seno de tu madre, y a quien cierto hombre creyente dice con verdad: Tú eres mi protector desde el seno de mi madre. El padre es Dios; la madre, la Iglesia. Estos os engendran de manera muy distinta a como os engendraron los otros. Este parto no va acompañado de fatiga, miseria, llanto y muerte, sino de facilidad, dicha, gozo y vida. Aquél fue un nacimiento lamentable, éste deseable. Aquéllos, al engendrarnos, nos engendran para la pena eterna debido a la culpa original; éstos, regenerándonos, hacen que desaparezca la pena y la culpa. Esta es la generación de quienes le buscan, de los que buscan el rostro del Dios de Jacob. Buscadlo con humildad; pues, una vez que le hayáis hallado, llegaréis a la excelsitud más segura. Vuestra infancia sea la inocencia; vuestra niñez, el respeto; vuestra adolescencia, la paciencia; vuestra juventud, el valor; vuestra edad adulta, el mérito, y vuestra senectud no sea otra cosa que vuestro entendimiento canoso y sabio. No se trata de que pases por todas estas etapas de la vida, sino de que te renueves permaneciendo en la que estás…

Animaos, pues, a esto unidos y separados: unidos a los buenos y separados de los malos; como elegidos, amados, conocidos de antemano, llamados, candidatos a la justificación y a la glorificación, para que, creciendo, rejuveneciendo y envejeciendo, no por el debilitamiento de los miembros, sino por la madurez de la fe, propia de hombres adultos, llegados a la vejez plena, llenos de paz anunciéis las obras del Señor, que os hizo tantas maravillas porque es poderoso, su nombre es santo y su sabiduría no tiene medida. Buscáis la vida: corred hacia él, que es la fuente de la vida, y, alejadas las tinieblas de vuestros oscuros deseos, veréis la luz en la luz de aquel Unigénito, vuestro clementísimo redentor y brillantísimo iluminador. Si buscáis la salvación, poned vuestra esperanza en quien salva a los que esperan en él.

Pero estad atentos, no entre a vosotros el pie de la soberbia; vigilad para que no os arrastren las manos de los pecadores. A fin de que no acontezca lo primero, orad para que purifique cuanto oculto hay en vosotros; para que no sobrevenga lo segundo y os tire por tierra, pedid que os libre de los males ajenos. Si estáis tumbados, levantaos; una vez levantados, poneos de pie; puestos de pie, quedad firmes y manteneos en esa postura. No carguéis ya más con el yugo, antes bien romped sus coyundas y arrojadlo lejos de vosotros para no volver a estar uncidos al yugo de la esclavitud. El Señor está cercano, no os preocupe nada.
San Agustín, Sermón 216, 8-9

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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