Verbo de Dios
Nosotros decimos que Cristo es el Verbo de Dios, por quien todo fue hecho (7 Jn 1,1-3). Es Hijo, porque es Verbo. Y no es verbo que se pronuncia y pasa, sino Verbo, que permanece inmutablemente y sin alteración en el Padre, inmutable, bajo cuyo régimen es gobernada toda la creación espiritual y corporal. Él tiene la sabiduría y la ciencia. El determina qué, cuándo y dónde conviene que algo le acontezca. Por eso en todos los tiempos, tanto antes de multiplicar el linaje de los hebreos, en el cual prefiguró con símbolos convenientes la manifestación de su venida, como más tarde en el reino israelítico, y más tarde, cuando apareció a los mortales en su carne mortal, tomada de una Virgen, y más tarde hasta el momento actual, en que cumple lo que antiguamente anunció por los profetas, y, finalmente, desde ahora hasta el fin del mundo, en que separará a los santos de los impíos, para dar a cada uno lo suyo, ese Verbo es el mismo Hijo de Dios, coeterno al Padre, inmutable Sabiduría, por la que fue creada toda la creación y por cuya participación es bienaventurada toda alma racional.
Carta a Deogracias, 102, 2, 11
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