San José, Patrono del Perú
"Aunque ni nació ni murió en Perú, sin embargo, el Gobierno
Peruano lo eligió como su patrono. Semanalmente, los miércoles; mensualmente
cada 19; y cada año, el mes de marzo –particularmente el día 19- además del 1
de mayo (San José Obrero) celebramos la fiesta de San José. Aunque es el
patrono del Perú, salvo los artesanos peruanos y alguno de nombre José y otros
devotos como los Oblatos de San José, pocos serán los que le recuerden. Justo
en estos días en que se debate en el Congreso de la República acerca de
reconocer el rol protagónico de la Iglesia Católica en la historia peruana,
viene bien recordar que San José fue declarado patrono del Perú por los Padres
de la Patria de 1828..."
Varón justo
Quienes pretenden eliminar la fe en los evangelios, quieren también mofarse de lo que sigue a continuación, como para mostrarnos que hemos sido unos temerarios al creer lo que dice el evangelista, a saber: Desposada María, su madre, con José, antes de comenzar a vivir juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería exponerla a la deshonra, resolvió abandonarla en secreto (Mt 1, 18-19). En efecto, como sabía que no se hallaba en estado por intervención suya, con lógica aparente la consideraba ya adúltera. Siendo justo —como dice la Escritura— y no queriendo exponerla a la deshonra, es decir, dar publicidad al hecho —pues son también muchos los códices que se expresan así —, resolvió abandonarla sin hacerlo público. Como marido, se turba ciertamente, pero, como justo, no se ensaña con ella. Es tan grande la justicia que se atribuye a este varón, que ni quiso tener consigo a una adúltera, ni osó castigarla una vez delatada. Resolvió abandonarla sin hacerlo público —dice—, porque no quiso castigarla ni delatarla. Ved, pues, su auténtica justicia: el motivo por el que quería perdonarla no era su deseo de tenerla. En efecto, hay muchos que, llevados del amor carnal, perdonan a sus esposas adúlteras, queriendo retenerlas, aun siendo adúlteras, para satisfacer las propias apetencias carnales. Este varón justo, en cambio, no quiere tenerla consigo; luego su amor por ella no es carnal; y, sin embargo, no quiere castigarla; luego su perdón procede de la misericordia. ¡Extraordinaria justicia la de este varón! Ni se queda con la adúltera, ni hay sospecha de que su perdón proceda de un amor libidinoso; y, con todo, ni la castiga ni la delata. Con toda razón fue escogido para testigo de la virginidad de su esposa. Así, pues, la autoridad divina afianzaba al que la debilidad humana producía turbación.
Sermón 51,9
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