lunes, diciembre 15, 2014

JESÚS Reflexión

DESCONOCIDO

   Hay algo paradójico en la actitud de bastantes contemporáneos ante la figura de Jesucristo. Por una parte creen que lo conocen y no tienen mucho que aprender sobre él. Por otra, su ignorancia sobre la persona y el mensaje de Jesús es casi absoluta.

    En realidad, lo que saben de él apenas supera unas vagas impresiones que conservan desde la infancia. Después no han sentido necesidad alguna de conocerlo más a fondo. ¿Cómo podrán encontrar en él algo interesante para sus vidas?

En algunos, su figura solo evoca episodios ingenuos y milagros irreales, representados mil veces por artistas, pero muy alejados de la trama de la vida moderna. Jesús puede, tal vez, aportar un poco de poesía, pero, si queremos ser eficaces, hemos de buscar por otros caminos.

   ¿Conocen mejor a Jesús los que se tienen por cristianos? Sorprende ver cómo los mismos practicantes reducen a menudo el evangelio a lo anecdótico y maravilloso, y cómo encierran el misterio de Jesús en imágenes simplistas, muy alejadas a veces de lo que realmente fue él.

   «Entre vosotros hay uno que no conocéis». Estas palabras las pronuncia el Bautista refiriéndose a Jesús, su preocupación es «allanar el camino» para que aquella gente pueda creer en él.

Es cierto que en la Iglesia estamos siempre hablando de Jesús. En teoría, nada hay más importante para nosotros. Pero luego se nos ve girar tanto sobre nuestras ideas, proyectos y actividades que no pocas veces Jesús queda en un segundo plano. Somos nosotros mismos quienes, sin darnos cuenta, lo «ocultamos» con nuestro protagonismo.

   Tal vez la mayor desgracia del cristianismo es que haya tantos hombres y mujeres que se dicen «cristianos», y en cuyo corazón Jesús está ausente. No lo conocen. No vibran con él. No los atrae ni seduce. Jesús es una figura inerte y apagada. Está mudo. No les dice nada especial que aliente sus vidas. Su existencia no está marcada por Jesús.

    Estamos necesitados de Jesús. La figura del Bautista, abriéndole camino en medio del pueblo judío, nos anima a despertar hoy esta actitud tan necesaria. En medio de la oscuridad de esta sociedad necesitamos “testigos de la luz” que nos llega desde Jesús. Creyentes que despierten el deseo de Jesús y hagan creíble su mensaje. Seguidores que lo rescaten del olvido para hacerlo más visible entre nosotros.

   Testigos humildes que, al estilo del Bautista, no se atribuyan ninguna función que centre la atención en su persona, robándole protagonismo a Jesús. Cristianos sostenidos y animados por él que dejen entrever tras sus gestos y sus palabras la presencia inconfundible de Jesús, vivo en medio de nosotros.

   Los testigos de Jesús no hablan de sí mismos. Su palabra más importante es siempre la que le dejan decir a Jesús. En realidad, el testigo no tiene la palabra. Es solo «una voz» que anima a todos a «allanar» el camino que nos puede llevar a él. La fe en nuestro mundo se sostiene también hoy en la experiencia de esos testigos humildes y sencillos que, en medio de tanto desaliento y desconcierto, ponen luz, pues nos ayudan con su vida a sentir la cercanía de Jesús.

   Por eso «el cristiano es un hombre o una mujer de esperanza», porque «sabe que el Señor vino, viene y vendrá».
P. Julián Montenegro








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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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