LECTIO DIVINA DOMINGO XXXIII del TIEMPO ORDINARIO
Lecturas
Proverbios 31, 10 – 13. 19-20. 30-31
El poema presenta a la madre judaica del postexilio como figura del sabio. La madre judaica es el soporte de la familia que se desintegra por la crisis económica y por el matrimonio con extranjeras.
El retrato de madre-sabiduría se hace a partir de la realidad, de la reflexión y de la oración. Hay un testimonio del marido y de los hijos y su contenido esencial es la vida de la mujer apoyo y sustento de la familia.
El testimonio del marido y de los hijos tiene una cuestión inicial que es respondida por el marido con el que la esposa está unida, y la coloca en el centro de la vida de la casa patriarcal, pues ella “practica el bien todos los días de la vida”. Todo elogio es expresión de este testimonio del marido y de los hijos, que llega a su punto más alto en la conclusión. El elogio une la conclusión que es una referencia a la madre perfecta con su vida en la casa en unión con su marido.
La madre es digna de recibir la retribución de sus actos y de ser reconocida en el portal de las aldeas con su marido, que se integra en el pueblo, y porque realiza la plenitud de la sabiduría que es el temor de Yavhé. Ella es el reverso de la “mujer extraña”; ella es fuente de la vida y de comunión para su pueblo. Pues ella es la figura central de la “casa de la madre” donde el amor recíproco y perenne es chispa divina que “es vida y comunión”.
Tesalonicenses 5. 1 – 6
La estructura del capítulo 11 tiene un lenguaje dominado por la imaginería apocalíptica. Nuestro texto contempla la temática y la afirmación del saber, la afirmación del día del Señor, la ruina de los que dicen “paz y seguridad”, los hijos del día y de la noche, la sobriedad y vigilancia de los creyentes...
Hay un saber (que en el fondo es un no saber) que genera la vigilancia. Si la esperanza en el capítulo 4 es fuente de mutuo consuelo, en nuestro texto permitirá el mutuo sostén en la vigilia. En 5, 2 se anuncia como un conocimiento cierto la presencia del Señor; la realización del Día del Señor, si bien puede ignorarse el momento. El modo repentino de su realización obliga, sin embargo, a la espera. Vale la pena detenerse un poco más en la expresión “Día del Señor”, ya que modifica el lenguaje previo con el cual se hacía referencia a la parusía. La figura del “Día del Señor” es bien conocida desde el AT y aparece en uno de los más antiguos textos (Anos 5, 18). El anuncio del Dios vengador de 4, 6 reaparece en esta formulación ya sea por el enunciado del “día del Señor, ya sea por la mención de la ira divina en 5, 9.
En los vv. 3-5 se muestra más claramente la oposición al Imperio romano; aquí aparece por primera vez una referencia clara acerca de quiénes son los que están destinados a la ira. Son identificados como aquellos que dicen “paz y seguridad”. En la construcción debe tenerse en cuenta una estructura interna que opone en el v. 3 la paz y la seguridad pretendidamente eternas, con la inmediatez y la imposibilidad de la huida. A su vez, se contrapone con los datos del v. 9a, que conforma la contraparte donde se aclara que esta ruina es la ira a la que están condenados en contraposición a la salvación de Jesús, el Cristo.
Mateo 25, 14 - 30
Esta parábola contrapone la conducta de los dos servidores buenos y prudentes al servidor malo y perezoso. Los dos primeros duplican el capital que su señor les había confiado; el tercero, por miedo a perderlo todo, entierra el dinero en un pozo.
Cuando llega el momento de la rendición de cuentas, los dos primeros reciben la recompensa: ven renovada la confianza que se había depositada en ellos y son invitados a entrar en el “gozo de su señor”. No importa que uno haya ganado diez talentos y el otro cinco. La recompensa toma en consideración, más que los resultados conseguidos, el hecho de haber corrido un riesgo para obtener una ganancia.
El regreso del dueño representa la parusía de Cristo; el ajuste de cuentas es imagen del juicio final, como lo indica el castigo impuesto al servidor perezoso.
La imagen tiene además una dimensión escatológica, ya que se propone un paradigma de vida cristiana para el período que va de la glorificación del Señor hasta su parusía final. Los discípulos de Jesús tienen la obligación de hacer fructificar los bienes del Reino durante el tiempo que se les concede. Es para Mateo el “tiempo de la Iglesia”.
Meditación
Jesús cuenta una parábola muy significativa sobre el tema de la fecundidad y de la esterilidad que abre las puertas a un amplio campo de una reflexión cristiana ya que nos interroga con fuerza sobre el camino de vida que es la fecundidad y el camino de la muerte que es la esterilidad, el hecho de enterrar nuestros dones o nuestra responsabilidad desde la fe.
Leyendo el evangelio sabemos cómo se desarrolla y cómo reacciona el amo para felicitar a los trabajadores fieles y cómo es severo y riguroso para quien él cree que no ha respondido. Es muy llamativo el verbo “enterrar”, esconder el talento bajo tierra. Y ahí surge para nosotros una gran cuestión: a muchas personas, ¿también a nosotros?, les cuesta sacar a la luz los talentos recibidos. Todos los seres humanos, sea quien sea, reciben uno o varios talentos. Pero, muy a menudo, ese talento se desconoce, está enterrado, baldío...
Conviene captar el sentido vital de la parábola de hoy y no dejarse impresionar por la severidad con que es tratado el siervo improductivo. Este rigor sirve para hacernos tomar conciencia de lo que es camino de vida y lo que es camino de muerte. Es evidente que si tomamos conciencia de la esterilidad de nuestra vida y volvemos de todo corazón al Dios vivo, seremos inmediatamente perdonados y “habrá gran alegría en el cielo”. ¡Qué hermoso es dar un paso definitivo hacia una vida fecunda...!
Oración
Señor: cada día nos demuestras tu amor infinito, su misericordia y tu perdón. Es como si Tú estuvieras esperándonos a que confiáramos totalmente en tu gracia y en tu perdón para que nuestra vida se llenara de esperanza y de ilusión. Gracias, Señor, porque nos has hecho “hijos de la luz y del día”.
Pensamos y gozamos poco, Señor, de esta inmensa gracia que nos concedes y que, por otro lado, necesitamos tanto para dar a nuestra existencia un valor y una calidad que solo Tú puedes conceder. Es cierto, Señor, que nuestra existencia no la concebimos como una presencia tuya y, por ello mismo, nos sentimos huérfanos y carentes también de la alegría verdadera.
Guíanos, Señor, por tu camino; enséñanos a encontrarte y escucharte para que cada día sintamos el impulso que tu presencia se hace llamada en nosotros para vivir y para amar y ser unos “empleados fieles cumplidores para que seamos invitados a tu banquete”. Porque Tú sabes, Señor, cómo nuestra soberbia y nuestra pereza nos hacen desvalorizar el don que Tú nos concedes y, por ello mismo, no damos el fruto recibido o nos adjudicamos como nuestro lo que es tuyo. Perdona nuestra falta de gratitud y de humildad y danos la gracia de poner en Ti toda nuestra esperanza.
Contemplación
Pero si lo que te deleita es el actuar fuera, ten cuidado, no sea que te hinches en el exterior y no puedas regresar por la puerta estrecha, y no pueda tampoco Dios decirte: , sino más bien – dado que amaste lo exterior-, . Al mostrar que era n mal arrojarlo al exterior, mostró que era un bien el entrar dentro.
En efecto, ¿qué dijo al siervo bueno?
Acción. Ante el Señor, con humildad y con verdad, pongamos en evidencia los talentos recibidos y el uso que de ellos hacemos.
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