miércoles, junio 01, 2011

Miércoles VI Semana de Pascua

Si hubiese temido a los burlones, no hubiese llegado a los creyentes.
Hch 17,22- 18, 1

En la lectura de los Hechos de los Apóstoles, vuestra caridad advirtió, juntamente conmigo, cómo Pablo dirigía la palabra a los atenienses y cómo quienes se mofaban de la predicación de la verdad le designaron con el mote de "sembrador de palabras". Aunque salió de bocas burlonas, tal designación no han de rechazarla los creyentes. Él era, en efecto, sembrador de palabras, pero también cosechador de costumbres. Así, nosotros, aunque tan pequeños y sin podernos comparar con la excelencia de aquél, sembramos las palabras de Dios en el campo divino, que es vuestro corazón, al mismo tiempo que esperamos una abundante cosecha en vuestras costumbres. Con todo, os exhortamos a que prestéis mayor atención a aquel contenido de la misma lectura que nos invita a dirigiros la palabra, por si, con la ayuda del Señor, Dios nuestro, decimos algo que difícilmente puede ser entendido por todos sin nuestra explicación y que, una vez comprendido, no debe ser despreciado por ninguno”.

Pablo hablaba en Atenas. Los atenienses gozaban entre los restantes pueblos de gran fama en lo referente a cualquier clase de letras y pensamiento. Era la patria de los grandes filósofos. Desde ella se habían extendido por el resto de Grecia y los demás países de la tierra las distintas corrientes de ideas Allí hablaba el Apóstol anunciando a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles; en cambio, para los llamados, judíos y griegos, Cristo, el Poder y la Sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). Vosotros mismos podéis pensar cuán peligroso era anunciar esto en medio de gente soberbia y docta. En efecto, acabado su discurso, escuchado su anuncio de la resurrección de los muertos, punto central de la fe cristiana, unos se mofaban, y otros, en cambio, decían: Volveremos a escucharte al respecto (Hch 17,32).

Pero no faltaron quienes creyeron, entre los cuales se menciona a Dionisio el Areopagita, uno de los magistrados de Atenas -pues Areópago es el nombre dado a la curia de aquella ciudad-, a cierta mujer noble y otros más. Es decir, como consecuencia de la palabra del Apóstol la multitud se dividió en tres grupos, que podemos presentar en este orden digno de anotarse: el de quienes se mofaron, el de quienes dudaban y el de quienes creyeron. Como escuchamos, estaba escrito: Algunos se mofaban, otros decía: "volveremos a escucharte al respecto"; estos eran los que dudaban. Otros, finalmente creyeron. Entre quienes se mofaban y quienes creyeron, está, como término medio, quienes dudaban. Quien se mofa, cae; quien cree, se mantiene en pie; quien duda, fluctúa. Volveremos a escucharte al respecto, decían; no se sabe si van a caer de lado de los burlones o de los creyentes. ¿Acaso trabajó en vano aquel sembrador de palabras? Si hubiese temido a los burlones, no hubiese llegado a los creyentes, del mismo modo que si aquel sembrador de que habla el Señor en el evangelio -esto era Pablo, en efecto- hubiese temido arrojar la semilla por la posibilidad de que cayese en el camino, o entre las zarzas y pedregales, nunca hubiera podido llegar la semilla a la tierra buena. Sembremos también nosotros, esparzamos la semilla: vosotros preparad los corazones, dad fruto.
Sermón 150,1-2

0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP