miércoles, abril 20, 2011

MIÉRCOLES SANTO

Esto es lo grande, lo excelso de Dios
Mt 26, 14-25

Si alguno mata a un hombre inocente, ¿obra justa o inicuamente? Sin duda, obra inicuamente. Entonces, ¿por qué permite esto Dios? Ante todo, mira si tú has cancelado esta deuda: Parte tu pan con el hambriento y al pobre sin techo mételo en tu casa; si vieres al desnudo, vístele (Is 58, 7). Este es tu deber; esto es lo que te ordenó tu Señor: Lavaos, purificaos, arrojad de vuestros corazones la maldad, y de la presencia de mis ojos Aprended a obrar el bien, a hacer justicia al huérfano y a la viuda; y venid y disputemos, dice el Señor (Ibid., 1, 16.18).

Quieres averiguar y conocer por qué permite esto Dios antes de ser digno de tal cosa. No te puedo declarar, ¡oh hombre!, el consejo inescrutable de Dios; sin embargo, te diré que inicuamente obró el hombre que mató al inocente, y no lo hubiera hecho si Dios no lo hubiera permitido; pero, aun cuando el hombre obró perversamente, sin embargo, Dios no permitió esto injustamente. Se te oculta la causa sobre el asunto que te inquieta, debido a la inocencia que te hace vacilar. Pues bien, te podría responder al instante que no habría sido matado si no hubiera sido culpable, pero tú le juzgas inocente. Te podría contestar al momento que tú no has escudriñado su corazón, ni has descubierto sus hechos, ni has examinado sus pensamientos para poderme decir que fue injustamente matado. Luego sin dificultad podría responderte Pero se me objeta con un justo; sin disputa y sin lugar a duda, justo que no tenía pecado y que fue muerto a manos de los pecadores y entregado por el pecador; el mismo Jesucristo, Señor nuestro, del cual no podemos decir que tuvo alguna iniquidad, porque pagó lo que no robó (Salmo 68, 5). ¿Y qué dice de Cristo? Contigo hablo, dices: Y yo contigo. Sobre él presentas la cuestión. Sobre él resuelvo la cuestión. En este caso conocemos el consejo de Dios, porque él mismo nos lo reveló. Por tanto, si el conocer el consejo de Dios por el cual permitió que fuese matado por los perversos el Hijo inocente te agrada, y, si eres justo, no puede menos de agradarte, cree por lo mismo que también obra Dios por otros por un consejo que a ti se te oculta.

Ea, hermanos, la sangre del justo era necesaria para borrar el decreto condenatorio de los pecadores. Era necesario el ejemplo de paciencia, el ejemplo de humildad; era necesaria la señal de la cruz para vencer al diablo y a sus ángeles. Nos era necesaria la pasión de nuestro Señor, porque por ella fue redimido el mundo. ¡Cuántos bienes no obró la pasión del Señor! Y, sin embargo, no hubiera tenido lugar la pasión de este justo si los inicuos no hubieran matado al Señor. Entonces el bien que nos reportó la pasión del Señor, ¿ha de ser imputado a los inicuos matadores de Cristo? No hay tal cosa. Ellos quisieron matarle; Dios permitió. Ellos hubieran sido culpables con sólo quererlo; Dios, por el contrario, no se lo hubiera permitido si no fuese justo.

Suponte que hubieran querido matar; imagínate que no hubieran podido. ¿Quién duda que serían inicuos, que serían homicidas? Se dice: El Señor examina al impío y al justo (Salmo 10, 6); y: Escudriñará los pensamientos de los impíos (Sab 1, 9). Dios examina lo que cada uno quiere, no lo que puede. Luego, si quisiesen y no pudiesen, y por esto no matasen, aunque ellos fuesen inicuos, no se te hubiera dado para tu provecho la pasión de Cristo.

Pero quiso el impío hacer que el justo fuese condenado, y se lo permitió para tu provecho. Lo querido se imputa a iniquidad del impío, lo que fue permitido se atribuye al poder de Dios. Él inicuamente lo quiso; Dios lo permitió justamente. Así, pues hermanos carísimos, Judas fue perverso traidor de Cristo, y los perseguidores de Cristo todos fueron perversos, todos impíos, todos inicuos, todos dignos de ser condenados; y, sin embargo, el Padre no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros (Rom 8, 32). Compagina esto si puedes; distingue, si puedes; cumple a Dios los votos que pronunciaron tus labios. Ve qué hizo allí el impío, qué el justo. Aquél quiso, éste permitió. Aquél deseo injustamente, éste permitió justamente.. Se condene el injusto querer y se glorifique la justa permisión. ¿Qué mal le sobrevino a Cristo por morir? Son malos los que quisieron perpetrar el mal. Ningún mal padeció Aquel a se lo hicieron. Fue matada la carne mortal, matando ella la muerte con la muerte, dando con esto un testimonio de paciencia y ofreciendo un ejemplo de resurrección. ¡Cuántos bienes no provinieron del justo por medio del mal del injusto! Esto es lo grande, lo excelso de Dios; Él te da lo bueno que haces y además saca bien de tu mal. Luego no te maravilles. Dios permite, y permite por su justo juicio; permite con medida, número y peso. En él no hay iniquidad. Tú perteneces a él únicamente; pon en él la esperanza, que él sea tu ayuda y tu salud. Él es lugar protegido, torre de fortaleza Él es tu refugio, y no permite que seas tentado más de lo que puedas soportar, puesto que con la tentación ofrece también el éxito para que puedas sobrellevarla (1 Cor 10, 13). Permitir que seas tentado es propio de su poder, y no permitir que lo seas más allá de tus fuerzas, es propio de su misericordia.

Comentario al salmo 61,22

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