domingo, marzo 20, 2011

El agustino recoleto Eusebio Hernández Sola es ordenado obispo y toma posesión de la diócesis de Tarazona

En un escenario sobrio y espiritual, la iglesia del monasterio cisterciense de Veruela, cuarenta y seis obispos, unos doscientos sacerdotes y más de mil personas vivieron la ceremonia de consagración episcopal de Eusebio Hernández Sola, que ha adoptado como lema de su servicio episcopal Caritas in Veritate, de hondas resonancias agustinianas.

Las once de la mañana del día 19, fiesta de San José, patrono de la iglesia universal y protector especial de la Orden de Agustinos Recoletos, fue la hora señalada para el comienzo de la celebración en que Eusebio Hernández Sola recibió el orden episcopal. Los alrededores del monasterio nunca se habían visto tan concurridos. El acontecimiento religioso movió a multitud de creyentes a vivir la fiesta. Para las diez y media la amplia iglesia estaba ya abarrotada con gente llegada de Tarazona y pueblos cercanos; de Cárcar, pueblo natal del ordenando, y de todos los lugares con presencia recoleta: Madrid, Monteagudo, Alfaro, Lodosa…

Todos los ministros se revistieron puntualmente para la celebración. De los cuarenta y seis obispos, catorce eran agustinos recoletos que ejercen su ministerio en Brasil, México, Colombia, Panamá, [ Perú]Costa Rica y Estados Unidos; y de los doscientos sacerdotes concelebrantes, una gran parte también eran recoletos llegados de Almería, Madrid, Valladolid, Zaragoza, Salamanca, Logroño, Pamplona, Monteagudo y Marcilla.

Comenzó presidiendo la celebración eucarística y de consagración episcopal monseñor Manuel Monteiro de Castro, a quien acompañaron como obispos co-consagrantes Renzo Fratini, nuncio apostólico en España, y Manuel Ureña Pastor, arzobispo de Zaragoza.

Los sacerdotes concelebrantes ocuparon el puesto asignado antes de la procesión de entrada de los obispos, a los que precedió el cabildo catedralicio y fray Eusebio Hernández Sola, flanqueado por el vicario general de la diócesis, Manuel Melendo, y el prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, Miguel Miró Miró.

Durante la procesión de entrada, como a lo largo de toda la celebración, la coral turasoniense reforzada por otras voces entonó con voz vibrante el canto de entrada Pueblo de reyes. Toda la asamblea unió sus voces al coro de modo que las bóvedas del templo resonaban magníficamente.

Dentro de los ritos de la celebración, el primero en tomar la palabra fue el administrador apostólico de la diócesis de Tarazona y obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que hizo un recorrido sobre los cinco años largos de su servicio a la diócesis que pasaría en breve a la responsabilidad del nuevo prelado.

Después de la liturgia de la palabra, la asamblea cantó el himno Veni, creator Spiritus, al que siguió la presentación del elegido para obispo y la lectura de la bula de su nombramiento, que realizó don José Badía, canciller secretario de la diócesis.

A continuación monseñor Manuel Monteiro pronuncia la homilía en la que hizo algunos comentarios y consideraciones prácticas a partir de las lecturas bíblicas y presentó unos rasgos de la vida del nuevo ordenando episcopal, subrayando sus valiosos servicios en la Congregación para los Institutos de vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica durante treinta y cinco años.

Continuaron los ritos de la ordenación: promesas del elegido, canto de la letanía de los santos mientras el candidato permanece tumbado y, una vez puesto de rodillas, la imposición de manos sobre la cabeza del ordenando por parte de todos los obispos –uno tras otro–, como momento central de la celebración, mientras toda la asamblea permanece en pie y en absoluto silencio oracional. Con este gesto se confiere el don del Espíritu Santo al ordenando para su función episcopal.

Seguidamente el obispo principal, ayudado por dos diáconos que sostienen el libro de los evangelios, lo impone abierto sobre la cabeza del nuevo obispo mientras pronuncia la plegaria de ordenación, cuya parte central es pronunciada también por todos los obispos. Al terminar se le entrega el libro al ordenando. Con este rito se declara que la función principal del obispo es la predicación fiel de la palabra de Dios.

Continuaron los ritos, siguiendo el pontifical romano, y el nuevo obispo fue ungido con el santo crisma (participación especial del obispo en el sacerdocio de Cristo), se le entregó el libro de los evangelios y el anillo (expresa la fidellidad del obispo a la Iglesia); se le impuso la mitra (deseo de alcanzar la santidad), se le entregó el báculo pastoral (función de regir la Iglesia que se le ha confiado) y el obispo ya ordenado ocupó la cátedra de la diócesis. A continuación los obispos presentes acogieron el nuevo obispo en el colegio episcopal dándole un beso. A partir de esto momento monseñor Eusebio Hernández siguió como celebrante principal de la eucaristía, que discurrió según los ritos ordinarios de la misa.

En el rito de la paz Eusebio dejó el presbiterio y se acercó a su familia presente en el acto besando y abrazando primeramente a su madre Áurea, y después a los familiares.

Después de la oración de poscomunión, la asamblea se sentó par escuchar por vez primera al nuevo pastor de la diócesis de Tarazona. Eusebio en una alocución bien trabada, partiendo de un célebre texto de san Agustín –“con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo…”–, presentó el plan de su trabajo pastoral en la diócesis indicando cuáles son sus prioridades y preocupaciones.

Llegó el momento de la bendición solemne: el nuevo obispo recorrió el pasillo de la nave central bendiciendo a la asamblea. Vuelto a la sede impartió la bendición solemne a todo el pueblo.

Mientras se retiraban todos los concelebrantes según el orden prefijado, el coro entonaba el canto de despedida en honor de la Virgen y de San José.

A continuación el nuevo obispo cumplió con el tradicional besamanos en que todos los participantes en la celebración pudieron dar la enhorabuena a Eusebio y expresarle sus parabienes.

La diócesis de Tarazona cuenta ya con un nuevo obispo que, al día siguiente de su ordenación celebró por la mañana la misa en la concatedral de San Francisco, en Tarazona y por la tarde la celebró en Calatayud, la población mayor de la diócesis.

De ambas poblaciones estuvieron presentes en la ceremonia sus respectivos alcaldes, Luis María Beamonte y Víctor Ruiz, además de otras autoridades locales y provinciales.

La jerarquía de la Iglesia en España estuvo abundantemente representada por el cardenal emérito Francisco Álvarez Martínez, antiguo obispo de Tarazona, siete arzobispos y dieciséis obispos, entre ellos el secretario de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino.

Desde Roma acudieron a la consagración episcopal de Eusebio el prefecto de la Congregación Vida Religiosa y SVA, arzobispo João Braz de Aviz; el nuncio apostólico emérito en arzobispo Inglaterra Faustino Sanz; el secretario de la Congregación del Clero, arzobispo don Celso Morga; el obispo secretario pontificio para la pastoral de la salud, José L. Redrado Marchite, el obispo monseñor Félix del Blanco, encargado de la elimosinería apostólica, y monseñor Marek Solczynski, consejero de la nunciatura de la Santa Sede en España.

Todos estos datos convierten el nombramiento de un obispo en un evento de relieve no sólo diocesano y zonal, sino en un acontecimiento nacional; incluso, como la misma Iglesia, adquiere un rango universal.

(Tomado de: Página Web de la provincia San Nicolás de Tolentino)


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