sábado, octubre 09, 2010

Santa Magdalena de Nagasaki

La primera santa Agustina recoleta


“Peleó fuertemente, venciendo la carne con el espíritu, el temor
con la esperanza, al demonio
con la fe, y al mundo con la caridad”

(Crónicas OAR 2, 271).

A mediados de octubre de 1634 moría en el tormento Magdalena de Nagasaki, joven japonesa de unos 20 años que el próximo 18 de octubre será canonizada. Sus perseguidores se ensañaron con ella y la sometieron a torturas increíbles. Primeramente la hicieron ingerir grandes cantidades de agua, que luego la forzaban a arrojar oprimiendo de mil maneras su vientre. Le introdujeron después astillas bien afiladas entre las uñas y la carne de los dedos, y la obligaban a golpear las piedras o arañar la tierra con ellas. Por último, la suspendieron de los pies a una horca colocada sobre una fosa casi herméticamente cerrada. Catorce días aguantó Magdalena este último tormento, hasta que el tirano despechado, mando asestarle un fuerte golpe en la cabeza. Magdalena perdió el conocimiento y, a la mañana siguiente, apareció ahogada en su fosa.

El tirano mandó quemar su cuerpo, y aventó las cenizas por el mar, para que sus reliquias no llegaran a manos de los cristianos. Inútil precaución que, si bien privó a los fieles de los restos preciosos de la mártir, fue incapaz de borrar el recuerdo de sus hazañas. No era tan fácil apartarlas de la memoria de aquellos cristianos acosados por causa de su fe. Para ellos, había nacido una nueva heroína de la fe y, como tal, comenzaron a aclamarla y venerarla.

La Orden de Agustinos Recoletos ha mirado siempre con especial predilección a esta virgen japonesa. Ha visto en ella la personificación de los centenares de terciarios agustinos recoletos que dieron su vida por la fe durante aquella sangrienta persecución –una de las más crueles en la milenaria historia martirial de la Iglesia-, así como de los millares de fieles que, a lo largo de los siglos, han acompañado con su afecto y su trabajo las labores apostólicas de sus misioneros.

Sin embargo, la glorificación oficial de Magdalena ha sido muy lenta, y culminará el próximo 18 de octubre en Roma a los 353 años exactos de su muerte. De su vida, las noticias concretas que tenemos no son precisamente abundantes, se reducen a pocos rasgos importantes, hija de padres acomodados que murieron mártires cuando ella era niña; discípula del beato Vicente de San Antonio OAR (+1632); terciaria Agustina recoleta durante 6 ó 7 años; los últimos años de su vida los pasó recorriendo los montes de Nagasaki, dedicada a consolar a los enfermos y fortificar la fe de los cristianos; en setiembre de 1634 se entregó voluntariamente a sus perseguidores, a cuyos halagos, promesas y amenazas resistió con serenidad y firmeza.

(Tomado del boletín Canta y Camina #7 - Octubre 1987)

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